domingo, 10 de junio de 2012


EL CAMINO DEL PRIVILEGIO. LA RUTA POR DONDE ENTRÓ LA CIVILIZACIÓN CAFETERA.

El gran historiador Gustavo Arboleda, en su magna obra Diccionario Biográfico y Genealógico del Antiguo Departamento del Cauca, sólo le dedica a Félix de la Abadía unas pocas palabras: “Cartagüeño de la postrer centuria, benefactor de su ciudad natal, de Pereira, Santa Rosa y San Francisco (Chinchiná). Murió por 1.890.” Estas líneas, breves y genéricas, no alcanzan a dimensionar la trascendencia del visionario empresario, quien asociado con los distritos de Santa Rosa y Villamaría, construyeron el Camino del Privilegio, considerada la vía más importante del Estado Soberano del Cauca, que integró a Antioquia con el Cauca a partir de 1.856, hasta entonces separados por casi infranqueables barreras naturales e irreconciliables diferencias ideológicas.

Esta vía dulcificó la agreste y salvaje frontera entre las citadas entidades territoriales, por ella trasegó la recua pregonera del progreso; se oyó el grito estentóreo del arriero, incitando a sus mulas “ a trabajar pa que otros coman”; cruzó también Tomás Cipriano de Mosquera con todo un contingente bélico hacia Manizales, donde en agosto de 1.860 libró un fiero combate con las fuerzas antioqueñas, que terminó con un tratado de paz, desconocido luego por el presidente de la Confederación Granadina y se constituyó en LA RUTA POR DONDE ENTRÓ LA CIVILIZACIÓN CAFETERA.

Alla alla !!

Las historias de Santa Rosa de Cabal, Villamaría Chinchiná, Pereira, Dosquebradas y Cartago están ligadas al CAMINO DEL PRIVILEGIO.

EN EL PRINCIPIO, NO FUE EL VERBO; FUE EL CAMINO. El 13 de octubre de 1.844, siguiendo el conducto regular de la época para publicar los actos administrativos del gobierno, se dio lectura en el lugar que hoy ocupa la ciudad de Santa Rosa al decreto expedido por el Presidente Pedro Alcántara Herrán, que autorizaba la fundación de un sitio llamado Cabal, ubicada en la Nueva Granada, Provincia del Cauca, Cantón de Cartago. El decreto citado tomado como acta de fundación, concedía doce mil fanegadas de tierras baldías para la formación de la nueva población en inmediaciones del río San Eugenio y establecía las condiciones para acceder al referido derecho; además de otorgar a cada colono 60 fanegadas de tierra como posesión de campo y un predio en la parte urbana para erigir la respectiva vivienda, hacía en su artículo 7 una perentoria exigencia:” que la población quede en un punto por donde debe pasar el camino principal que ha de poner en comunicación directa los cantones de Salamina en Antioquia y Cartago en la provincia del Cauca.”

 A cada colono se le entregaba un predio en lo que seria la parte urbana y una posesion en la montaña para cultivar.

Muy pronto aumentó la corriente migratoria y al agotarse la concesión otorgada inicialmente, los colonos solicitaron nuevas tierras; como ya se proyectaba la construcción del camino que uniría a Antioquia y el Cauca, el gobierno accedió a entregar 12.000 fanegadas más en 1.849, reconociendo las ventajas que para el comercio y el progreso de la región tenía el rápido desarrollo de la población de Cabal. El trato preferencial que el estado tuvo hacia Santa Rosa durante los albores de su fundación, se ratificó cuando la Convención que en Rionegro expedía la Constitución Federal de 1.863 le otorgó 24.000 hectáreas más, convirtiéndola en la población que más tierras recibió en Colombia en el siglo XIX.

A trabajar mulas pa que otros coman.

EL TRABAJO, UNA RELIGIÓN. Con un pueblo por construir y una indómita naturaleza por doblegar, el espíritu de la época le daba al trabajo categoría de religión. El vago era considerado un elemento nocivo que propiciaba la desintegración de la comunidad y el estado erradicaba el mal de raíz, tramitando un proceso breve y sumario que culminaba con la expulsión y la obligación perentoria de ir a poblar sitios más inhóspitos y distantes.
Una vez entregados los predios a los colonos, los aportes del estado prácticamente terminaban; el capítulo siguiente debía correr exclusivamente por cuenta de los habitantes de la naciente aldea quienes organizados comunitariamente, debían construir con sus propias manos el patrimonio público siguiendo rigurosas directrices legales.


Una vez llegaba el colono, firmaba un documento de avecindamiento comprometiéndose a aceptar “las cargas” impuestas, entre ellas el de cumplir con el Trabajo Personal Subsidiario. Esta institución fue prácticamente el buril que esculpió y moldeó el alma de la población, pues dividía a los habitantes en categorías, quienes debían trabajar en las obras públicas de acuerdo con su capacidad económica. Aunque la clasificación varió muchas veces, al final del siglo XIX existían cuatro que debían trabajar así: la primera laboraba cuatro días; la segunda tres; la tercera dos y la cuarta integrada por los más pobres, sólo estaba obligada a trabajar un día al año en la construcción y mantenimiento de caminos, cementerio, escuela u otras obras. Al principio todos los habitantes de la población cumplían su compromiso personalmente, en 1.855, por  ejemplo nadie canceló en dinero su obligación,  perfilando una comunidad cohesionada, solidaria e igualitaria; pero con el transcurso del tiempo se dieron modificaciones que permitieron a quienes tuvieran capacidad económica, cancelar en dinero o enviar reemplazos y ya en 1.884 todas las categorías debían cancelar en dinero, quedando a los más pobres la opción de pagar o trabajar. Se estratificaba así la población.
Puente actual de Santa Ana, similar al construido en 1852 sobre el rio Otun.  A desafiado el tiempo, pero no el abandono oficial, pues se encuentra en peligro inminente de desaparecer.


El histórico puente de Santa Ana, monumento de la Colonización Antioqueña, por fortuna recuperado por la actual administración de Santa Rosa de Cabal. 


ESPÍRITU EMPRESARIAL. Siguiendo el determinismo histórico planteado en el acta de fundación y conscientes que el progreso se nutre con la savia que corre por las vías de comunicación, los santarrosanos  dirigieron al Jefe Político del Cantón de Cartago el 19 de agosto de 1.850, una propuesta para construir el camino que debía unir al Cauca con Antioquia; sin embargo, el ofrecimiento fue rechazado por el gobernador de la Provincia del Cauca en el mes de septiembre: “…1º. no se acepta la propuesta porque el gobierno ni la Cámara Provincial se han ofrecido a dar diez mil pesos en dinero al que abra el camino.2º. por que el privilegio sólo se concede al empresario o empresarios que lo abran a su costa indemnizándolos con los derechos de peaje que cobrarán durante veinte años y diez mil fanegadas de tierras baldías.3º. por que lejos de ofrecer seguridades los que representan, las exigen y 4º. En fin, porque acaba de concederse el privilegio al señor Jerónimo del Castillo en virtud de la propuesta ventajosa que ha hecho.”


Pero la capacidad de lucha de la reciente población asentada en “un suave declive en forma de abanico”, persistió en su empeño de obtener las rentas necesarias para garantizar la educación a sus niños y en general mejorar la calidad de vida; en 1.852 setenta y siete santarrosanos, liderados por el legendario sacerdote José Ramón Durán de Cázarez y entre los que se encontraban entre otros, Vicente Suárez, Benito Buriticá, Saturnino Portocarrero, Vicente Vásquezy Martín López construyeron a pulso un puente sobre el río Otún “ de madera fina labrada, barandas y techo de paja” y tan sólido como la fe que tenían sus artífices en el porvenir, poniendo la primera piedra que culminaría después con la construcción del viaducto César Gaviria Trujillo, convertido con el puente helicoidal en la joya de la corona de la infraestructura vial del departamento. El paso de viajeros y mercancías por el citado puente fue gravado con un impuesto de pontazgo cuyo producido se invertía en cancelarle el sueldo al maestro llamado entonces, preceptor, dejando así la semilla que más tarde germinaría y propiciaría una de las fortalezas de la ciudad de hoy: la educación.

Guillermo Aníbal Gartner y Norberto Gómez, en el recorrido realizado con el autor del presente artículo por la trascendental vía.

Jaime Fernández B., autor del presente artículo durante el recorrido por el Camino.


Durante el siglo XIX el puente sufrió  las contingencias de la naturaleza  y de los frecuentes conflictos bélicos; en 1.861, las fuerzas de Tomás Cipriano de Mosquera lo derribaron para cubrir su retirada hacia el sur del Cauca y en 1.876, las fuerzas del gobierno nacional hicieron lo mismo, reconociendo más tarde una indemnización de ochocientos pesos, que no nunca se pagó a pesar de los perjuicios invocados por la población, pues cada que se debía reconstruir la obra tenían que dejar de cancelarle el sueldo al maestro durante tres meses por lo menos, generando la interrupción de clases, pues a pesar del apostolado y el compromiso existente entonces, el maestro debía buscar en las labores del campo lo necesario para subsistir.

 
EL QUE MANDA, MANDA, AUNQUE MANDE MAL. Parecía que a pesar de las hostiles circunstancias, los santarrosanos eran dueño de su destino, dejaron por dejar su huella digital en obras que además de impulsar el progreso, les generaron ingresos adicionales para atenuar las difíciles condiciones en que vivían; pero en 1.856, antes de la construcción del Camino Real, el gobierno del Cauca, mediante una ordenanza calificada como“ bárbara” por el alcalde de la época, les arrebató los ingresos que percibían por el paso de viajeros por el Río  Otún, construido años atrás. Las cartas a las autoridades caucanas que aún leídas con las perspectivas del tiempo, transmiten la indignación del mandatario local por el despojo:

 “DESPUÉS DE EFECTUAR GRANDES SACRIFICIOS PARA CONSTRUIR EL PUENTE, APARECE UNA BÁRBARA DISPOSICIÓN Y NOS ARREBATA LOS BENEFICIOS OBTENIDOS CON JUSTICIA, COMO APARECIERON LAS PREVENCIONES DE FERNANDO VII, MANDANDO A CONSIGNAR EN LA CAJA PARA GASTOS DE LA CORONA LOS MENGUADOS DINEROS DE LOS HUMILLADOS AMERICANOS…”. Todo reclamo fue inútil, al final se expide un “úcase”, digno del peor de los zares: “Procédase a rematar el impuesto de pontazgo sobre el río Otún y remítase al tesoro de la provincia el recaudo”. El lúgubre incidente termina con el eco de las palabras del mandatario local:

” OBEDECEREMOS PORQUE ESTE PUEBLO OBEDECE SIEMPRE LAS LEYES EMITIDAS POR EL GOBIERNO LEGÍTIMO, AUNQUE ALGUNAS LLEGUEN A  SER TAN DESPÓTICAS Y MALAS COMO LAS QUE DICTABA CONTRA NUESTROS PADRES EL REY DE ESPAÑA” El que manda, manda; aunque mande mal, dirían nuestros antepasados. Dura lex, sed lex (dura es la ley, pero es la ley) dirían los enérgicos e insensibles gobernantes de antaño.


LOS SANTARROSANOS LE APUESTAN AL PROGRESO: EL CAMINO DEL PRIVILEGIO. No obstante, la indignación desapareció cuando en 1.856 se  convirtieron con el distrito de Villamaría en socios de Félix de la Abadía en el consorcio Abadía y Compañía Limitada, histórica empresa encargada de abrir y conservar el camino que comunicó a Antioquia con el Cauca, incidiendo así radicalmente en el génesis de la Civilización Cafetera.

Felix del Abadia, el visionario empresario de cartago, director de la sociedad Abadia y compañia limitada.


El camino entre el Alto del Yarumo y San Julián.


La ordenanza número 32 del 6 de noviembre de 1.855 , le otorgó a Félix de la Abadía, el privilegio de construir un camino que uniría al Cauca con Antioquia; como retribución tenía el privilegio de usufructuar un peaje por más de cincuenta años; el empresario invitó a participar en la empresa a los distritos de Villamaría y Cabal y en 1.856 se materializó por escritura pública la referida asociación, De la Abadía, construyó el tramo entre Cartago y la quebrada de Letras; Santa Rosa desde este afluente hasta la cuchilla de Santa Bárbara, más o menos y los habitantes de La aldea de María terminaron la vía empleando también el Trabajo personal Subsidiario. El valor del peaje se repartía por terceras partes entre los socios y tanto tanto Rosa como Villamaría lo invirtieron en educación. Es de anota que el empresario recibió además 1.500 hectáreas de tierras baldías al concluir la obra.

Historico puente en Villamaria, donde se firmo el tratado de la esponsion, estaba en la ruta del camino del Previlegio.   Tambien desapareció.

Imagen moldeada en el barranco que plasma con gran realismo una escena de arriería en el mismo sitio que pasaba el camino por la vereda de Guacas.

Obra que representa al Verraco de Guacas, quien ufanándose de conocer todos los secretos de la esgrima y el arte de manejar el machete, desafiaba a los viajeros que transitaban por el camino. 


El camino salía de Manizales, bajaba al histórico puente construido en 1.858, donde en 1.860 se efectúo el tratado de La Esponsión el 29 de agosto de 1.860 firmado entre Tomás Cipriano de Mosquera y las fuerzas de Antioquia, pasaba por Villamaría bajaba a la quebrada de La Diana , el Alto del Portón, La Floresta, El Arroyo y La María, cruzaba el río Chinchiná cerca de Llanitos, luego Java, Aguabonita, Alto del Zarzo, La Siria, Alto del Naranjo, bajando de nuevo al río Chinchiná y cruzarlo para seguir por la cuchilla de San Julián, hasta el Alto del Yarumo, ya en el actual territorio de Santa Rosa. Bajaba por Santa Bárbara, cruzaba el Campoalegre, subía a Guacas y de allí a la quebrada de Italia ( hoy conocida con el triste y pestilente nombre de quebrada del boyo, que marca nuestra actual incuria y poco respeto por las maravillas de la naturaleza), entraba al distrito de Santa Rosa por la Calle Real,( hoy carrera 14), cruzaba en dirección a La Quiebra y subía por una empinada senda hasta el Alto del Oso, hoy territorio de la Ciudad de Dosquebradas. Un denso manto de  bruma cubría la cenagosa trocha en que se convertía este tramo, obligando a viajeros y arrieros a hacer gala de su ciclópea fortaleza y sacar su más punzante repertorio de blasfemias, maldiciones y madrazos para avivar la recua y evitar que el barro devorara bestias y cargas; por esas paradojas de la historia, el tiempo sublimizó el soez grito de batalla del arriero y hoy existe allí el hermoso Santuario de La Virgen en su advocación de Nuestra Señora de la Pureza, visitado por creyentes y peregrinos en busca de paz interior. Luego se precipitaba hacia el río San José pasando muy cerca de los petroglifos indígenas que existen en LA MARCADA, en el lecho del citado río hasta llegar a Cartago pasando por Cerritos.

Hermoso paisaje a la vera del camino, en inmediaciones del alto del Yarumo.


Antigua fonda construida a la vera del Camino del Privilegio en Guacas, restaurada por el empresario Fabián Ardila , quien para preservar la memoria histórica de nuestra región construyó el parque recreacional El verraco y las esculturas que lo circundan realizadas por el artista Alejandro Ramírez. La referida vivienda materializa el lenguaje arquitectónico de la colonización en su más compleja y monumental dimensión.


La fonda de Guacas, monumento de la Colonización tiene un valor agregado: las pinturas de tipo costumbrista pintadas por el consagrado artista popular ELMER.



Escena campesina pintada por ELMER en la casa de Guacas, monumento histórico.


Arrieros somos y en el camino nos encontramos, otra de ls pinturas de ELMER en Guacas.



"A trabajar mulas, pa que otros coman" pintura que adorna la casa de Guacas y registra escenas propias del Camino del Privilegio construido por los santarrosanos y los habitantes de Villamaría a partir de 1856.

El carriel de nutria, símbolo del colono antioqueño, significativa pintura realizada por el referido artista popular en la casa de Guacas. 


PRUEBA DE FUEGO. En 1.859, Ramón Rubiano, presidente de la provincia del Quindío, entidad territorial con capital en Cartago y perteneciente al Estado del Cauca, suspendió el cobro del peaje acusando a la sociedad de incumplir con los compromisos del contrato, pues los viajeros reprochaban la falta de  puente sobre el río La Vieja, la inexistencia de suficientes tambos en la ruta; la  carencia de puentes sobre los ríos Campoalegre, Campoalegrito, las quebradas de Italia y San Julián; la falta de anchura mínima exigida en el contrato equivalente a 20 metros y 5 en los sitios susceptibles de hacer banqueos  y para colmo de males, una borrasca había arrasado el puente sobre el río San Eugenio. Félix de la Abadía inició con sus socios una tesonera batalla legal; nombró como abogado a Guillermo Pereira Gamba, solicitó al distrito de Santa Rosa a reconstruir el río San Eugenio, construir los tambos faltantes cada cuatro leguas capaces de alojar 12 personas y treinta cargas y recuperar los pasos críticos especialmente en el Alto del Oso; además instó a los socios para oficiar a la gobernación del Cauca para solicitando la revocación de  la suspensión y no escatimar esfuerzos, evitando que la empresa fuera a fracasar. Con amargura le escribía al alcalde de Santa Rosa:


YA VERÁ USTED SEÑOR ALCALDE QUE DESPUÉS DE QUE HEMOS HECHO LOS MÁS GRANDES SACRIFICIOS PARA COMPLETAR UNA OBRA , QUE CON ORGULLO PUEDO DECIR QUE PASARÁN MUCHOS AÑOS, SIN QUE HAYA OTRO EMPRESARIOS QUE COMO YO VENZA TODOS LOS ESPACIOS QUE SE LE PRESENTAN PARA REALIZARLA, NO HA FALTADO UN GOBERNADOR QUE LEJOS DE DARME PROTECCIÓN, COMO SI LO HAN HECHO SUS ANTECESORES, QUIERE CON UNA SÓLA PLUMADA  DESTRUIR EL CANAL QUE HACE MUCHOS AÑOS ESTABA INDICADO POR EL ETERNO COMO EL VEHÍCULO QUE HABÍA DE CONDUCIR  A NUESTRO SUELO LAS RIQUEZAS DE ANTIOQUIA Y QUE NO FALTABA OTRA COSA QUE UN FÉLIX DE LA ABADÍA PARA EJECUTARLA; PERO TODO ES POSIBLE , SEÑOR ALCALDE, EN ESTA SOCIEDAD EN DONDE POR DESGRACIA NO SE ESTUDIA A LOS HOMBRES, Y EN DONDE SE IGUALA, TANTO AL QUE HACE UN BIÉN COMO AL QUE HACE UN MAL.”


El Cabildo de Santa Rosa, siguiendo las directrices trazadas por el empresario, autorizó al alcalde para tomar un empréstito de mil pesos fuertes, con un interés de uno y medio por cuento mensual, pagaderos con las primeras rentas recaudadas cuando el peaje se normalizara, para construir el puente y hacer las obras requeridas. Durante tres meses el sueldo del maestro fue suspendido pues, sin peaje,  los esfuerzos fiscales se orientaron a mejorar el estado del camino.

San Julian, historica fraccion de Villa Maria por donde cruzaba el camino.

En San Julián, vereda de Villamaría, el camino gira buscando el río Claro y LLanitos antes de llegar a la antigua "aldea de Maná"


En agosto, de 1.859 la Gobernación del Estado del Cauca, en cabeza de Tomás Cipriano de Mosquera falla a favor de Félix de la Abadía y sus socios, desautorizando la suspensión efectuada por Ramón Rubiano; el funcionario, según la sentencia, obró irregularmente “al   remitirla erradamente al procurador, sin seguir el conducto regular que era dar cuenta a la gobernación, pues por su gravedad, podría acarrear perjuicios al Estado del Cauca”. Terminaba así el extenuante y tenso conflicto jurídico.
GARROTE Y ZANAHORIA. De la Abadía continuó como director de la histórica empresa, halagando a sus socios cuando las condiciones del camino eran óptimas o amenazando con abandonar su liderazgo; así lo expresaba en octubre de 1859 al alcalde de Santa Rosa, cuando las continuas quejas de los viajeros por el mal estado del camino lo abrumaban:

 “ PRINCIPIAN DE NUEVO LAS MOLESTIAS RESPECTOS AL MAL ESTADO EN QUE SE ENCUENTRA EL CAMINO DESE EL OTÚN A CHINCHINÁ (VILLAMARÍA) Y COMO A MÍ SE ME HA AGOTADO YA EL SUFRIMIENTO POR NO HABERME CUMPLIDO MIS CONSOCIOS, ESTOY DISPUESTO A NO LLEVAR POR MÁS TIEMPO SOBRE MIS HOMBROS ÉSTA PESADA CARGA, AUN QUE SI BIEN ES CIERTO QUE LOS PERJUICIOS QUE YO HE SUFRIDO Y SUFRO ES POR MIS CONSOCIOS, LOS DISTRITOS DE CHINCHINÁ ( HOY VILLAMARÍA) Y EL DE SU MANDO, QUIERO EVITAR MOLESTIAS PORQUE AMO MI TRANQUILIDAD Y ESTE ES EL ÚNICO BIEN QUE APETEZCO, SUPLICO A USTED SEÑOR ALCALDE SE SIRVA PONER EN CONOCIMIENTO DE LA CORPORACIÓN MUNICIPAL QUE SERÁ ÉSTA LA ÚLTIMA VEZ QUE LE LLAMO AL CUMPLIMIENTO DEL CONTRATO QUE TIENE CELEBRADO CONMIGO, PUES POR MI PARTE ESTOY RESUELTO QUE AUNQUE SE PIERDA MI CAPITAL Y MIS SUFRIMIENTOS CON TAL DE SALVAR MI REPOSO. TAMBIÉN ESCRIBO EN LOS MISMOS TÉRMINOS AL SEÑOR ALCALDE DEL DISTRITO DE CHINCHINÁ (VILLAMARÍA).”

Puerta de Golpe cerca de San Julian.

Así con mano firme, Félix de la Abadía mantuvo su empresa en marcha, superando los conflictos civiles de 1.859-1.862; 1.876, 1.885 y  su magna obra lo sobrevivió pues superó la tenebrosa guerra de los Mil Días, cuando ya había desaparecido el visionario cartagueño, lo mismo que sus dos hijos y la parte de los derechos en la Sociedad los poseía su viuda, doña María Josefa Durán.
Para sortear los numerosos escollos hizo gala de sutiles y efectivos recursos políticos al mejor estilo de Fouché: mantuvo muy buenas relaciones con Tomás Cipriano de Mosquera y por consiguiente con el Régimen Radical y cuando desapareció el Federalismo, ocupó, defendiendo los postulados de Rafael Núñez y la Regeneración, la Jefatura Municipal del Quindío con capital en Cartago, a partir de enero de 1.886. Intervino  con severidad cuando los socios tomaban alguna decisión que consideraba nociva para los intereses de la empresa; así ocurrió cuando  Santa Rosa remató, como hacía con los impuestos de degüello y consumo, los derechos del peaje, subrogándolos en un particular. Al ver que se alteraba el principio de “intuita persona” y se socavaba la a asociación,  amenazó con adquirir todos los derechos invocando su carácter de socio preferencial, obligando a las autoridades de Santa Rosa a anular la concesión al particular. Su mano de hierro en guante se seda, se puso de presente en muchos otros episodios, como cuando en los albores de la fundación de Pereira exoneró a sus habitantes del cobro de los derechos de peaje e instó a Santa Rosa para que hiciera lo mismo, solicitud que se acogió con verdadero entusiasmo.

 En 1.882 exhibía su faz autoritaria reteniendo por más de tres meses los ingresos que le correspondían a Santa Rosa porque el camino carecía del mantenimiento adecuado haciendo eco las repetidas quejas de los viajeros respecto a los pasos críticos, especialmente en el Alto del Oso.

Pueblo de la Colonizacion Antioqueña.

En 1.890 con el pretexto de evitar el fraude en contra de la Sociedad, ordenó la construcción de una puerta a la entrada del puente sobre el río San Eugenio, donde en esa época ya se pagaba peaje y obligó a cerrarla después de las siete de la noche, suscitando la protesta de viajeros y vecinos. El Concejo dio una contraorden invocando el peligro potencial que significaba la medida para los enfermos urgidos de asistencia médica; sin embargo, el Prefecto del Quindío por medio de otro “úcase” respaldó a Félix de la Abadía y la puerta se cerró de noche como cualquier propiedad privada.

Alto del Oso, en Dosquebradas, "donde los madrazos del Arriero se sublimizaron en un santuario religiso"

DOSQUEBRADAS ES ANEXADA AL DISTRITO DE PEREIRA. El Estado del Cauca se dividía en entidades territoriales llamados municipios a cargo de un Jefe Municipal entre ellos Santander, Palmira, Cali, Buenaventura, Buga, Tuluá, Toro y Quindío. La Municipalidad del Quindío tenía por capital a Cartago y en 1.880, este ente, mediante la ordenanza número 5, anexa la fracción de Dosquebradas a la Villa de Pereira, circunstancia que afectó a la sociedad beneficiaria  del Camino del Privilegio, pues Santa Rosa era uno de sus socios y como tal  se encargaba de la tercera parte de su mantenimiento,  gracias al Trabajo Personal Subsidiario de sus habitantes. La segregación le significaba  a la referida población la pérdida del vasto territorio, de la disminución del peaje y un significativo número de habitantes, limitando las posibilidades de ofrecerles a los viajeros una vía en buen estado.

Hermosa casa tipica, ubicada en el ramal que comunicaba el camino desde "guacas" con Chinchina.

Pero Félix de la Abadía en 1.882, cuando ya había sido nombrado presidente de la Municipalidad del Quindío y sin diferenciar intereses públicos de sus intereses privados anuncia en una carta escrita en enero que había intercedido para que Dosquebradas se adscribiera de nuevo a Santa Rosa de C.: .” Hoy es ley una ordenanza que confeccioné ensanchando los límites del distrito el aumento de los vecinos para atender con estos jornales a la conservación del camino ; los productos de éste quedan  a favor de la Instrucción Pública. Los padres de familia pueden ver el fruto de sus esfuerzos. En calidad de representante de Santa Rosa pude conseguir que por ley del Municipio que una ordenanza ensanchara de nuevo los límites teniendo en cuenta la Legislatura la necesidad de los brazos del pueblo para atender con estos jornales  a la conservación del camino y que los productos sean invertidos en la educación primaria de ambos sexos…” Agrega además, que para indemnizar a Santa Rosa por los terrenos que le anexaron a la aldea de María y le segregaron para fundar a San Francisco (Chinchiná ), La legislatura había seleccionado un terreno en Combia con una cabida igual al de San Francisco y poblaciones cercanas.    

VARIANTE EL RODEO, DOSQUEBRADAS Y FRAILES. A partir de 1.888, la clase dirigente de Santa Rosa comienza a implementar una serie de obras y de actos administrativos tendientes a mejorar la calidad de vida de sus habitantes: inició la construcción de la primera parte del acueducto público; de acuerdo con una idea del señor Luis María Arango, se expidió un acuerdo para rematar al mejor postor los ejidos, es decir el terreno de la parte urbana que no había sido adjudicado y se encontraban invadidos e improductivos y se toma por los cuernos el eterno problema del paso crítico por el Alto del Oso, construyendo una variante a Pereira.

Recorrido efectuado por el Autor del articulo y un grupo de investigadores, por el camino en inmediaciones del alto del Oso.   En primer plano el Licenciado Jaime Ochoa, secretario de la Academia Pereirana de Historia.

Esta variante se construyó por los santarrosanos empleando el Trabajo Personal Subsidiario y demandó gastos que obligaron a suspender la construcción del acueducto y el pago al maestro, pues también hubo que construir un nuevo puente sobre el río Otún variando el punto que desde 1.852 había ocupado; simultáneamente se hacía otra variante modificando el ramal que hasta entonces comunicaba al camino con Chinchiná.

El alcalde de la ciudad nombró una comisión para recoger en Pereira “ mandas” para financiar parte del puente y la variante se trazó desde el puente sobre el San Eugenio, subía al Rodeo y bajaba a los “Llanos de Dosquebradas”, casi por donde hoy se erigen los pilotes que soportan el Puente Helicoidal que desmitificaron la legendaria Falla de Romeral, cruzaba la hoy Ciudad Industrial y terminaba en Frailes en el sitio denominado El Recreo.

Carriquí de montaña, hermosa ave que todavia se encuentra en el entorno del camino.

A SANTA ROSA O AL CHARCO. Aunque quedó superado el escollo del Alto del Oso con la realización de la variante, el paso entre La Popa y La Romelia por Dosquebradas en época de invierno era toda una odisea, pues el tramo se convertía en un  lodazal de difícil paso; por eso arrieros y transeúntes que se atrevían a cruzar por la anegada zona expresaban la incertidumbre del viaje diciendo “A Santa Rosa o al charco”; salían avante y llegaban a la Villa de Fermín López o quedaban anclados en el lodo. Luego la expresión se empleó en todo el país para indicar el riesgo que lleva implícito una decisión.
Para dar una idea de la importancia para Santa Rosa de los ingresos por concepto de su participación en la sociedad con de la Abadía, relacionamos a continuación las rentas del municipio proyectadas para el año de 1.887: peaje mil pesos, degüello de ganado mayor ochenta pesos, menor ochocientos, contribución cincuenta, billares ochenta, tiendas de mercancías veintiséis pesos, tiendas mestizas diez, galleras veinticuatro, tendales cinco, consumo diez, multas treinta, rifas diez, espectáculos públicos cuatro, regostro de marcas, pesas y medidas dos pesos.  

Santa Rosa de Cabal, uno de los distritos que hacian parte de la sociadad que construyo el camino.

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Santa Rosa fue la población que más tierras recibió en el siglo XIX en Colombia, pero gradualmente su territorio fue desmembrado para dar paso a la fundación de nuevas poblaciones como Chinchiná; además, durante la guerra de 1.876, el puente sobre el río Otún fue destruido por las fuerzas del gobierno, lo mismo que la escuela. Por ley de 1.877, y a pesar de haber apoyado la revolución en contra del gobierno un año antes, se  había reconocido estas indemnizaciones, entre ellas ochocientos pesos para reconstruir el puente, pero luego se declararon nulas. No obstante, las autoridades  tenían la esperanza de hacerlas efectivas: “ se ocurre preguntar, decía el alcalde, Martín Alzate,¿ si recién pasada la revolución de 1.876, se le reconoce a Santa Rosa esa suma y se mandó a pagar por el gobierno que la consideró poco adicta a sus instituciones, por qué no ha de suceder lo mismo ahora que cuenta con el gobierno de sus simpatías a quien ha ofrecido el sacrificio de algunos de sus hijos y que llegado el caso está pronto a ayudar, defender y sostener?.”

Bajo estos presupuestos el Alcalde Municipal, Pedro A. Mantilla, le otorgó e 1.888 poder a Félix de la Abadía para reclamar:

1.    La indemnización de los terrenos que pertenecían al referido distrito ocupados por los distritos de María y San Francisco (Chinchiná).
2.    El pago del valor del puente del río Otún que fue destruido fuerzas del gobierno durante la revolución de 1.876
3.    El valor del deterioro sufrido en el local de la escuela de niños, motivado por los beligerantes en la revolución de 1.876 o un auxilio para construcción de un local para el mismo fin.
Los honorarios de Félix de la Abadía por este servicio, se podrían cancelar mediante participación en las salinas o en minas que se localicen en los terrenos mencionados.
Sin embargo, nada de lo reclamado se obtuvo.

DEPARTAMENTALIZACIÓN DEL CAMINO. En 1.905, se habla de cubrir a la señora Josefa Antonia Durán viuda de Abadía lo que se le adeuda por el traspaso que hizo al gobierno en sus derechos al privilegio, quedando la empresa en manos del estado en su totalidad. En el año citado se creó una junta para administrar un camino que una a San Francisco con el río La Vieja. Para tal efecto se recaudaba un paje en el río San Eugenio donde se pagaba por cada cerdo, un centavo oro; por cada res caballar o vacuna dos centavos oro; animal con carga tres centavos oro. Los derechos se pagaban en billetes con cambio a diez mil.

Jaime Fernandez Botero, y los caminantes de la Sociedad de mejoras publicas recorriendo el camino.

El camino sobrevivió a su gestor, aunque posiblemente sin el rigor administrativo que le inyectó el visionario de la Abadía, así se deduce de las impresiones de Félix Serret en su obra Viaje a Colombia 1.911-1.912 cuando salía de Cartago:” A la salida de Cartago tuvimos que atravesar un río torrentoso sobre un pequeño puente de peaje. Como no me dieron recibo, lo mismo que en otras partes, me pregunté como podría la administración superior controlar los ingresos que se recibían desde por la mañana hasta por la tarde y aún durante la noche…”

Villamaria otro de los distritos que hicieron parte de la sociedad Abadia y Compañia.

A partir de 1.925 comienza la era del ferrocarril en Santa Rosa y casi simultáneamente se empieza a construir por la Sociedad de Mejoras Públicas de Pereira la carretera de Santa Rosa a Pereira y el camino pierde protagonismo y su trascendental incidencia en la región. Hoy aún subsisten las huellas de esta magna obra en territorio de Villamaría por San Julián, en Santa Rosa por Santa Bárbara y Las Guacas y en Dosquebradas por el Alto del Oso, aunque ya convertido en carretera. Sin embargo, esta investigación aparte de rendir un homenaje al hijo de Cartago,  Félix de la Abadía y a los esforzados colonos de Villamaría, Santa Rosa, Chinchiná, Palestina, Dosquebradas,  Pereira y Cartago que lo secundaron en su gesta histórica, tiene la misión de llamar la atención de las autoridades de los referidos municipios, ahora que la región h asido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, para que unidos recuperen las huellas de la añeja vía y el hermoso entorno ambiental que lo caracterizaba. En manos de estos mandatarios está la de recuperar esta gloriosa página olvidada de nuestra historia para que las nuevas generaciones la recorran por etapas, como lo hacen los creyentes en España siguiendo el Camino de Santiago de Compostela.         

Templete en las "Guacas" a la vera del Camino.