jueves, 12 de abril de 2012

PENSAMIENTO MAGICO DE LA COLONIZACION ANTIOQUEÑA: LEYEDA, "EL ENCANTO DEL ALTO DEL CHUZO"
 
En la finca "la Unión", en inmediaciones del alto del Chuzo (Municipio de Santa Rosa de Cabal, RISARALDA) se encuentra el encanto de "María Parda".    María Parda dice la leyenda, era una dama de ascendencia española, bella pero cruel y despiadada; despellejaba vivas a las reses y se solazaba avivando su dolor, impregnando sal en las palpitantes carnes de los semovientes; los atormentados vacunos corrían frenéticos y desesperados por el campo en un vano esfuerzo por librarse del tormento.   Los campesinos, sometidos a su imperio, eran obligados a trabajar sin descanso y, mientras acrecentaban con su arduo trabajo la fortuna de María Parda, se convertían en escombros humanos.  Para preservar sus dos grandes obsesiones, la riqueza y la belleza, decidió hacer un pacto con Satanás; para ello, se vistió con una bata de lino blanca que le llegaba hasta los pies y se dirigió hacia la cima de la montaña.   Allí, cuando la luna llena iluminaba con sus fulgores plateados el paraje, predispuso el escenario para el espeluznante encuentro con Luzbel, mientras una gran fogata, proyectaba sobre el rostro de la bella mujer misteriosos efectos de luces y sombras.   S ubico en posición de estrella sobre el corazón de varios círculos concéntricos, de pie, sobre el vértice del piramidal cerro, con la cabeza elevada, brazos extendidos y las manos izquierda y derecha dirigidas hacia abajo y arriba respectivamente, se convirtió en un polo eléctrico de circuito abierto, canalizando simultáneamente la energía del cosmos y las fuerzas de la tierra.   Las fuerzas intangibles del Éter Cósmico que moldean al mundo zarandearon su chispeante cuerpo, estremeciéndolo como si hubiera sido impactado por un rayo.    SINTIO EL INFINITO PODER DE LA NATURALEZA IMPREGNANDO SU CUERPO.   Ya estaba lista para dar el siguiente paso: enfrentarse con el avasallante poder del "Príncipe de las Tinieblas".  La montaña palpitaba con la intensidad de un vientre preñado y un borrascoso viento batía el bosque cuando María Parda convoco luego al Ángel del Mal; este no tardo en emerger desde el interior de la tierra, con la fuerza y el ardiente crepitar de un volcán.  la bella mujer se postro ante el emperador supremo de los antros infernales y le extendió un pergamino firmado con su sangre cuyo tenor rezaba: "Yo, MARIA PARDA, hallándome en mi cabal juicio, escribo y declaro de viva voz, de manera clara e inequívoca, de suerte que todos lo vean, oigan y entiendan, que podrás disponer de mi cuerpo y alma, una vez me permitas durante Diez generaciones conservar indemne mi belleza; protegerás también mi fortuna de intrusos y solo yo podré tener acceso al interior de la catacumba donde se guarda, para contemplar su esplendor y vivir en la gloria del áureo metal".

La montaña "Encantada"
Una vez concluida su propuesta, el espíritu renegado, asesorado por los numerosos y prestigiosos abogados, huéspedes por derecho propio de su cálido inquilinato, hablo con voz cavernosa: "me parece justa la oferta, pero quiero agregarle una clausula adicional: el conjuro desaparecerá y el acuerdo quedara revocado unilateralmente si en algún momento MARIA PARDA insinuara o dejara entrever algún asomo de bondad, pues en tal caso se habrá roto la afinidad de intereses que la ligan con el mal.  Si esto ocurriese, decía el texto adicional, el tenedor del presente pergamino - Satán - Podrá declarar inexistentes los plazos de esta obligación y exigir su pago inmediato.  Aunque estas ceremonias en las que obtenía un nuevo esclavo, llenaban de placer a Lucifer y las paladeaba con fruición, algo en el entorno lo inducía a culminar pronto el rito; una extraña interferencia se sentía en el ambiente, así se lo hizo saber a su interlocutora intranquilo: "siento algo pestilente en el aire, fétido como aroma de iglesia, muy diferente al olor de chamusquina y azufre de mi palacio". Así, sin mas espera apresuro el final del acuerdo, que fue sellado cuando su servidora pronuncio la fatídica frase: "te prometo mi cuerpo y alma cuando muera, pero si no cumples lo pactado quedaré libre de implorar la Divina Providencia" en el acto, el demonio desapareció succionado por un torbellino, dejando sólo el eco de su siniestra carcajada de triunfo retumbando por todos los confines y llenando de negras premoniciones a los habitantes del lugar.

Pero María Parda tenía una carta marcada.

Una vez disipada la nube producida por la partida del tétrico personaje, con aire malicioso camino hacia un enmarañado paraje situado muy cerca del sitio del encuentro con el siniestro Ángel del Mal y fue quitando ramas y chamizos dejando al descubierto una tosca cruz de guadua que camuflada había presidido el convenio.  Era evidente el propósito de esta taimada mujer de neutralizar el poder de Satán escondiendo estratégicamente el símbolo de la redención, para tratar de "llevárselo en los cachos" y tener así la posibilidad de eludir el sino fatal de su vida.

Desde entonces, el dolor ajeno se convirtió para ella, en el elixir de la eterna juventud.
 
Entorno de la Montaña Encantada
Le causaba especial deleite ver a sus grandes perros de presa avanzar incontenibles, como una ola siniestra, sofocando toda manifestación de vida; ella seguí su estela de muerte hasta la hondonada donde los mastines saciaban su instinto sanguinario con una hermosa danta.  Los gemidos y la agonía del animal la llenaban de un placer tempestuoso y desbordante.  al caer la tarde regresaba ebria de placer con la noble cabeza de la "bestia" para exhibirla en su galería del horror con otras piezas de caza mayor; sus restos y los de las otras victimas de la salvaje excursión, quedaban trémulos y palpitantes en el bosque a merced de los carroñeros.

María Parda había hecho de la violencia un estilo de vida, no solo por que dominaba en ella el instinto primitivo del ser salvaje; también como estrategia había adoptado "la muerte como filosofía de vida" Para sus propósitos de poder y dominio era más conveniente inspirar temor que amor. No tenía reato de conciencia porque apuntalo su conducta en un código de pragmáticos, pero dudosos valores morales: LA VIDA ES UNA GUERRA Y EN LA GUERRA SOBREVIVEN LOS MAS FUERTES; LOS SENTIMIENTOS Y LAS LÁGRIMAS ATAN Y DEBILITAN; LA INSENSIBILIDAD CUALIFICA A LOS SERES ENTREGÁNDOLES LA POTESTAD DE CONTROLAR, QUIEN ALBERGA AMOR EN SU CORAZON, decía, LLEVA ESPUELAS EN SUS COSTADOS".

El tiempo paso inexorable; su fatídica huella quedaba impresa en las derruidas viviendas donde solo quedaban en pie tapias cubiertas por verdosas lamas y apresadas por los múltiples tentáculos del bosque; de sus otrora moradores no quedaba ni el eco bullicioso de las voces infantiles que como cascada de esperanza habían encendido de vida el lugar, ni la recia voz de los curtidos colonizadores y arrieros.  Todos se habían disuelto en la espiral brumosa que llevan a las almas a la dimensión misterioso e inescrutable del mas allá; pero la hermosura de esta indómita y cruel mujer se mantenía intacta, no había ser viviente cerca de ella por que transmitía temor e irradiaba siempre una energía negativa, una aura nociva. Su presencia se asociaba casi siempre al drama; aun los animales de sus haciendas, al sentir su presencia se refugiaba en las partes más distantes en una instintiva reacción para liberarse de su maléfica influencia.

Una cálida tarde, cuando María Parda descansaba a la sombra de un añoso Yarumo, vio con sorpresa como una camada de pizpiretas pollitos abandonaba el halo protector de la gallina y la rodeaban sin prevención alguna a pesar de los evidentes signos de alarma emitidos por su progenitora.  Conmovida ante la imagen de ternura bordada con hilos dorados por la naturaleza, no pudo reaccionar cuando sorpresivamente los críos saltaron a su regazo y alegres convirtieron su humanidad en escenario de su mundo lúdico y desprevenido.  Se estremeció al sentir el trémulo mariposeo de sus alas sobre su piel, recibiendo el halito de la vida que se abría paso aun en la adversidad.  La imagen plena de dulzura impactó inicialmente a la cruel dama; no obstante al final su naturaleza violenta y salvaje se impuso y con un látigo los ahuyento.  Avergonzada y arrepentida de este momento de debilidad, sumergió la gallina con sus polluelos en un recipiente con oro fundido.

Al día siguiente amaneció más hermosa que nunca.

El tiempo pasó y pese a que María Parda tenia sus aspiraciones cumplidas, sentimientos encontrados la embargaban, cuando no obstante el aura negativa que irradiaba, la naturaleza se mostraba prodiga, los arroyos susurraban dulces melodías, el entorno daba un concierto nunca antes captado por sus sentidos y en esos momentos absorbía y se impregnaba de un ambiente mágico y exultante, no logrado nunca, ni con su belleza ni con su oro; absorta  observaba a los pájaros en sus nidos y sin poder evitarlo recordaba sobresaltada a los polluelos que desconociendo el aroma del miedo, se acercaron confiados a transmitirle amor, un sentimiento para ella nuevo, abriéndole así otra dimensión a su vida.  Desde ese momento, los habitantes del Chuzo la vieron mas ausente, vagaba abstraída y sin rumbo, su refulgentes trajes con visos dorados fueron reemplazados por una austera indumentaria de penitente, de colores lila y morado; de su mente no podía apartar la imagen tierna de los polluelos y de un momento a otro los maleficios desaparecieron en el sector; paradójicamente entre ensimismada estaba María Parda, más despertaba a una realidad oculta para ella y los fantasmas de todos a quienes había hecho daño pasaron por su mente, extrañamente no disfruto esta película de horror como era usual; por el contrario, se horrorizó y para sentir la magia de la bondad, fue lanzando a un lado de los caminos y en el bosque miles de esterlinas y morrocotas, las codiciadas monedas de oro, convertidas en la razón de su existencia, con el evidente propósito de retribuir el daño causado a los labriegos.  Por fin comprendió la ausencia de significado en su vida; pero ya era tarde para rectificarla, sabia que sus nueva emociones harían terminar la relación contractual con Satanás, su tez antes lozana se fue convirtiendo en un feo pellejo de rana, no le importo en absoluto la pérdida de su belleza ni el inevitable fin, por que aunque perdía lo que mas amó, paradójicamente al final de su existencia descubría una nueva dimensión y se dejó morir lentamente en brazos de gratos recuerdos, rodeada de polluelos tiernos y festivos picoteando alegres en su mano, y en esos postreros momentos mientras disfrutaba tardíamente el encanto de la ternura, comprendió la verdadera misión del ser humano: DAR EN VEZ DE ACUMULAR.  Cada acción buena, vuela como un boomerang, proyectando sobre el entorno paz y tranquilidad regresando colmada de esperanza y bienestar para el benefactor y los suyos.  Además el poder y el control se adquieren convenciendo, no intimidando.   Como un acto final de expiación canalizó sus postreras fuerzas al cumplimiento de un ultimo deseo: la puerta de ingreso a la cueva donde yacían sus tesoros guardados en el seno de la montaña del chuzo, solo se abrirá con el aura de un alma noble, carente de ambición, quien con la riqueza hecha del dolor llevará alegría  a los desposeídos de la fortuna; tal vez este gesto de arrepentimiento propiciaría una remota redención para su alma atormentada y enajenada a las fuerzas del mal.

Las esterlinas se convirtieron en Hermosos Sietecueros, emblemáticos árboles de nuestra región.

Cuando Satanás apareció envuelto en vahos y olores azufrados, esgrimiendo feliz el contrato y dispuesto a pasar su cuenta de cobro, encontró a María Parda inerte y convertida en una anciana; sin embargo, tenía un semblante apacible y sereno; había encontrado por fin la paz interior negada por la falsa ilusión y los espejismos de oropel.   Esta imagen plácida indigno a Satanás y furioso desapareció con su inerte botín envuelto en una espiral de fuego.

Paradójicamente, su final no estuvo ensombrecido por el velo oscuro propio de la muerte; más bien fue una resurrección, preñada de mensajes de luz y color.    Cuando los campesinos se internaron en el bosque en pos de las monedas de oro lanzadas por María Parda, se encontraron con una grata sorpresa: cada una de las esterlinas y morrocotas habían generado sendos sietecueros, el hermoso árbol llamado también nazareno; sus hermosos colores lila y morado engalanaron la montaña del Chuzo, dándole aire de fiesta, así lo comprendieron los campesinos y para celebrar el augurio de un nuevo amanecer en el sector, vinieron con guirnaldas de flores de sietecueros las sienes de sus mujeres y como ratificación del poder divino y su inconmensurable potestad de convertir el mal en bien, la cruz que había debilitado el poder infernal y entorpecido la siniestra ceremonias celebrada en aquella nefasta noche de plenilunio, retoñó brotando de la confluencia de sus maderos una hermosa corona de hojas verdes. Tal vez y a juzgar por estas señales de origen divino, la oveja descarriada había sido beneficiada con la magia del perdón; Satanás solo se había llevado su marchita carnadura.

Reserva Ecologica "La Gaviota" propiedad de la Chec, un valor agrgado de la montaña encantada.

Desde entonces en el sector del Chuzo súbitamente aparecen los mensajes desesperados de María Parda, tratando de indicar donde están los tesoros, como la fugaz visión de una gallina con pollitos de oro, una campana cuyo tañido se prolonga acompasadamente; luces encendiendo la montaña; pero nadie a podido descifrar el enigma y la puerta que se abre en determinadas circunstancias vuelve a cerrarse.   Como testimonio material y concreto de estos hechos, quedan en inmediaciones del rio San Francisco unas gigantescas piedras con misteriosas inscripciones; según los estudiosos, son petroglifos indígenas, pero los campesinos juran ante una talanquera de cruces que allí aparece el sello de Satanás y la frase: "POR AQUÍ PASÓ EL DIABLO PEYENDO CANDELA LLEVANDO A MARIA PARDA RUMBO A LOS INFIERNOS".
 
Tomado de la obra: HISTORIAS Y LEYENDAS DE SANTA ROSA DE CABAL DE JAIME FERNANDEZ BOTERO.