UN VIAJE AL
TECHO DE SANTA ROSA.
La parte urbana de la Ciudad de las Araucarias lo
constituye solamente el 11.5% del territorio; el resto corresponde a la zona
rural representada en su riqueza agrícola y ambiental. Paradójicamente esta
zona está en una orfandad casi absoluta y sin presencia estatal. Con el fin de
ir redescubriendo nuestro municipio y proporcionar elementos de juicio para apropiarnos
e insertar estas ignoradas regiones dentro de los Planes de Desarrollo y
Ordenamiento Territorial presentamos un recuento de un recorrido efectuado por
quien escribe estas notas y un grupo de santarrosanos por el sector de La Sierra , elevado piso
térmico de la ciudad que podríamos llamar El Techo de Santa Rosa.
Frailejones, Especie endémica de nuestros paramos.
Después de los 3.000 metros
encontramos la Selva Andina ;
ya el camino es literalmente una trinchera, un verdadero socavón. La vegetación
se entrelaza en lo alto formando un dosel verde que en ocasiones impide ver el
firmamento. Sentimos que vamos entrando a otra dimensión cuando en el “ Alto
del Grito” aparecen inquietantes letreros alertando a los viajeros: “ peligro
león haciendo daños”: el anuncio nos produce sentimientos encontrados de temor
por la posibilidad con toparnos con un puma en su jurisdicción con plena
legitimidad y licencia para despresarnos y de alegría, porque a pesar de la
cacería y destrucción de su hábitat, la fauna primigenia se resiste a morir a
manos del hombre, presunto “ Rey de la Creación ”. La descarnada osamenta de una res
hallada más adelante en el recorrido reafirma nuestras inquietudes de terminar
convertidos en el menú de un hambriento felino. Sobre los 4.000 mts. Cambia el
paisaje: los valles amplían nuestro horizonte apareciendo el frailejón, el
romero, el velillo y el verde negro; la inusual caravana perturba la sempiterna
tranquilidad de las frías latitudes y
asustados conejos saltan de los pajonales, abandonando el seguro refugio y
quedando en la mira infalible del águila. Seguimos nuestro ascenso y nos llama
la atención un pequeño arroyuelo; sus rocas y su escaso caudal tienen una
tonalidad amarillo intenso, parece pintado por Van Gogh, es el río
Campoalegrito y el color de sus aguas en este sector proviene de las canteras
de azufre existentes en inmediaciones de su nacimiento.
El "Paramillo de Santa Rosa", el punto mas alto de nuestra ciudad.
EL TECHO DE
SANTA ROSA. Cerca
de los 4.100 metros
sentimos el corazón tan agitado como “ un ratón dentro de una chuspa” y es aquí
donde aparece la formidable muralla de granito conocida con el nombre del
paramillo de Santa Rosa, es el punto más alto del municipio y recordamos con
emoción las clases de geografía de nuestra maestra de primeras letras, Inés
León, en nuestra escuela Pedro José Rivera, cuando con la lengua aprisionada
entre los dientes, con un color verde de escasa punta rasgábamos la hoja del
cuaderno, demarcando en el mapa de la ciudad
la legendaria altura. Hoy ya no enseñan geografía local, ni historia y
el antes páramo de Santa Rosa, aparece yermo y desolado por el Calentamiento
global y los atentados realizados contra la naturaleza. Aunque algunas veces lo
vemos cubierto con una frágil fugaz escarcha, su acelerada decadencia marca el
triste destino a seguir por el Nevado del Ruiz y de todos los páramos del mundo,
condenados a desaparecer por nuestra conducta pasiva y omisiva ante los
evidentes signos de agonía de la tierra, causados por quienes convierten los
recursos naturales en dinero.
La Magia de la laguna del Encanto, Un verdadero sitio de Poder.
EL PARAÍSO
DE LOS JUSTOS. Bordeamos
el Paramillo, esa barrera natural que nos separa de los Valles aledaños a la Laguna del Otún y empezamos
a descender por espesos pajonales, hacíamos camino al andar pues no había
señales de senda alguna . A estas alturas, yo tenía paranoia con la mula y
estaba convencido que alimentaba el perverso y hasta legítimo propósito, de
desmontarme; así lo creía por los violentos cambios de ritmo impuestos: miraba
a la derecha y súbitamente saltaba hacia la izquierda; iba quieta y tranquila e
inesperadamente se lanzaba a galope tendido como un kamikase de cuatro patas en
zigzag, ladera abajo buscando los desniveles más altos del terreno para saltar.
Mientras tanto, el pobre “jinete” ya con los pies fuera de los estribos, los
dientes apretados y con la dignidad perdida porque la lucha por la
supervivencia le impedía asumir una postura digna, se aferraba irreverentemente
del cuello del “noble” bruto. Todas estas aprensiones y los nefastos efectos de
la lluvia y el frío sobre nuestra humanidad, desaparecieron cuando la neblina
se despejó y dejó ver una de las visiones más hermosas que recuerde en mi vida:
la imagen seductora y cautivante de la Laguna del Encanto, un verdadero sitio de poder
que nos llevó a estados superiores de conciencia, donde la luz, el color, la
neblina, el agua y el entorno se fusionan en una visión sublime; parece un
portal a otra dimensión; no en vano nuestros indígenas consideraban a las
lagunas de páramo el paraíso donde iban todas las almas de los seres buenos
pues allí palpita y se conserva la vida en la forma más pura. Tal vez don
Matías, el buscador de oro que quedó embrujado por el hermoso paraje
abandonando propiedades y familia, para vivir y morir en una cueva cerca de la
laguna, era un alma justa digna de permanecer en el plácido éter de ese
embriagador Edén o quizás, encontró realmente un tesoro como lo afirma la
tradición popular . Lo cierto es que su nombre se perpetuó pues el sitio se
conoce hoy con el nombre de Laguna de Don Matías.
Rió "Campo Alegrito" cerca de su nacimiento; parece pintado por Van Gogh. Su tonalidad amarilla se debe a las minas de azufre.
Reanudamos la marcha, pero aún no
estaban colmadas nuestras ansias de emociones; pasamos por el nacimiento del
río San Eugenio: no es más que una peña de la cual caía un hilillo de agua que
gradualmente aumentaba su caudal alimentado por la estrella fluvial de
múltiples riachuelos emanados de esta poderosa reserva hídrica del mundo. Por
fin llegamos a la legendaria hacienda de La Sierra , construida por don Argemiro Sierra y su
familia; desde esta materialización del tesón y el esfuerzo humano observamos
el camino que construyeron los santarrosanos al iniciarse el siglo XX para
conducir los sombreros, una próspera industria de entonces, hacia Ibagué para
luego transportarlos por ferrocarril hacia el Magdalena y de allí a
Barranquilla, para su exportación en una demostración de carácter y fortaleza.
Que flojos somos hoy comparados con aquella época, “siquiera se murieron los
abuelos, sin ver como afemina la molicie”.
La legendaria hacienda la Sierra, la ultima frontera de Santa Rosa.
Un hilillo tenue marca el nacimiento del río San Eugenio.
El regreso por los húmedos canalones y los
lisos empalados no estaba exento de riesgo; por lo tanto tomé la decisión,
siguiendo los dictados de mi cabalgadura de regresar a pié. En los momentos de descanso, rodeado por la
embriagante sensación de este Santuario Natural, surgieron muchas reflexiones:
la supervivencia de nuestro municipio depende de la conservación de este
patrimonio ambiental, hoy convertido en la tierra del olvido. El Estado
encarnado en la Nación ,
el Departamento La Carder
y el Municipio debían empezar a hacer presencia con guardabosques, adquisición
de tierras e investigaciones científicas que les permita a las nuevas
GENERACIONES RECIBIR INTACTO EL PATRIMONIO QUE EL CREADOR NOS HA ENTREGADO EN
DEPÓSITO, con mayor razón cuando las nuevas realidades, materializadas en la
construcción de la carretera a la laguna y el peligro latente de explotación
minera, se ciernen amenazantes. Al observar las destrezas de las mulas en
salvar los obstáculos terminé admirando más este heraldo del progreso y recordé
que Bolívar y Napoleón cruzaron los páramos de Pisba y las cumbres Alpinas en humildes mulas, pero paradójicamente fueron
inmortalizados en pinturas donde galopaban en briosos caballos blancos que no
resistirían una tarde en las abruptas alturas. Y en cuanto a las contingencias
con mi noble cabalgadura, llegué a una conclusión: LE FALTÓ JINETE.
En algunas épocas, el Paramillo se viste con una escarcha fugaz y pasajera.
Otra imagen del Paramillo. Antes llamado Páramo de Santa Rosa, el calentamiento Global incidió para la desaparición de la nieve.