Cascada La Bonita en inmediaciones del Chaquiro, al fondo la biodiversidad amenazada por plantaciones comerciales. |
Corría el año de 1.921, el alcalde de la ciudad era don Blas Arbeláez, quien por su liderazgo y la autoridad que inspiraba se había granjeado el respeto de la comunidad. Desde los balcones de la Casa Consistorial, sede de la alcaldía y haciendo una pausa en su ardua labor administrativa, observaba el parque de Colón obra que constituía el punto de encuentro de los santarrosanos pues allí se celebraba el mercado público, las ferias de ganado, las retretas de la banda municipal y se congregaban las personas después de misa a escuchar la promulgación del bando, es decir la lectura en alta voz de los acuerdos del Concejo Municipal, las resoluciones de la alcaldía y otras leyes de obligatorio cumplimiento; así , con esta difusión, se presumía que la ley era conocida por todos y se podía aplicar sin reticencias en las sentencias judiciales y de policía la regla: “la ignorancia de la ley no exime de culpa”.
El parque se había empezado a perfilar
a partir de 1.913, cuando el municipio compró por $1.300ºº, una pila instalada
con grandes regocijos en Manizales en 1.886; en torno a ella, se fueron
sembrando gradualmente alguno árboles entre ellos un yarumo, árbol emblemático
que como otras especies nativas han sido arrasados en nuestros campos y
cambiados impunemente por otras plantas expulsoras de aves y pequeños mamíferos, condenándolos a la extinción.
Don Blas, desde su
privilegiada atalaya intuía la prosperidad del municipio; el horizonte
económicoiría a mejorar, pues la primera guerra mundial había suspendido las
exportaciones de café y su precio se había desplomado; como el conflicto había
terminado, el grano empezaba a valorizarse en el exterior y Estados Unidos había impuesto la “ley seca”;ésta
norma prohibía el consumo de licor dentro de su territorio, circunstancia que
indudablemente y para fortuna del país, aumentaría la demanda de café entre los
americanos. Además se esperaba con expectativa a partir del próximo año, la
cancelación de los 25 millones de dólares
producto depor la indemnización de los yankis por el robo de Panamá.
De pronto....un inusitado barullo proveniente de la plaza, lo sacó de su abstracción. |
De pronto, un
inusitado barullo proveniente de la plaza lo sacó de su abstracción. Observó
con atención indagando la causa del alboroto que había alterado la calma
parroquial y vio a un grupo de personas reunidas en torno a un extraño
individuo; el corrillo aumentaba rápidamente cuando decidido a investigar el
alcalde bajó precipitadamente las escalas de la Casa Consistorial. Abriéndose
paso entre los curiosos, vio que el centro de atención era un exótico personaje;
su desordenada barba, su manchada indumentaria, en la que resaltaban sus altas
botas de caballería y su escuálido semblante revelaban hondo sufrimiento. Hablaba
un idioma desconocido, mostraba insistentemente las montañas del Chaquiro y su consternación e impotencia aumentaba cuando sus gestos y
señas eran también indescifrables para los santarrosanos, quienes lo observaban
con asombro, como mirando a un raro
pajarraco.
El bosque nativo del sector del Chaquirose va viendo acorralado por otras especies. |
Las sombras de la noche caían, desde la iglesia, las campanas
anunciaban las 6 de la tarde y el inexorable reloj biológico de los
santarrosanos hizo su despótico llamado; los curiosos se desentendieron del
extraño y se retiraron a sus casas a comer.
El personaje vino inesperadamente
y de la misma forma se fue. Tal como ocurría en la ciudad con sucesos que
alteraban la cotidianidad, el hecho dio que hablar durante unos quince días,
después se olvidó.
Pero la fantasmal
aparición cobró de nuevo vigencia, y empezó a tener sentido, cuando el 9 de
agosto de 1.921, el periódico El Espectador reproducía una carta publicada por
el Diario El Renacimiento de Manizales dirigida por la cancillería Alemana al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, dando cuenta de la muerte
misteriosa de un extranjero en las montañas de Caldas, cuya nacionalidad se
presumía alemana y respondía al nombre
de Henry o Domonsey.
El 26 de agosto, el
caso tuvo nuevos elementos de juicio, cuando la gobernación de Caldas le escribe al alcalde, Blas Arbeláez
la siguiente orden de captura expedida a todas las alcaldías del departamento:
“Manizales, 26 de agosto de 1.921. Proceda a capturar y
remitir inmediatamente al alcalde de Santa Rosa, al extranjero William Hans,
nacionalidad americana, alto, blanco, medio rubio, bien musculado, usa bigote
rasurado, no habla castellano, usa botas de caballería, saco negro de paño,
camisa y pantalón kaki , sindicado horrible asesinato. Por el gobernador, Tulio
Suárez.”
Desde el interior de la mina se extrae el material que luego mediante el malacate se traslada a los molinos para ser triturado. |
El material era conducido a través de un cable (malaquita) hacia la enramada del fondo donde se encontraban los pisones para ser triturados . |
El molino atomiza el material. |
El mensaje de la
gobernación era la pieza faltante para armar el rompecabezas. Se creyó con
fundamento que el extraño personaje, aparecido días antes en la ciudad, era el
extranjero cuya captura se solicitaba por parte de la gobernación;tal vez
exploraba con su compañero las montañas
de Santa Rosa en busca de oro y presumiblemente había asesinado a su amigo, por
motivos objeto de investigación. Eso explicaría su fugaz presencia en la
ciudad.
Antes de iniciar una
operación rastrillo para localizar el cuerpo del infortunado explorador, era
preciso enviar un telegrama al alcalde de Ibagué, último domicilio temporal de
los extranjeros antes de llegar a Santa Rosa, alertando a las autoridades para
indagar sobre el sospechoso del crimen:
“Santa Rosa de C. 27 de agosto de 1.921. Señor alcalde de
Ibagué. Sábado último perdiose míster HENRY, encontrábase con compañero buscando minas montaña del
“Chaquiro”, este distrito; presúmese, éste háyalo asesinado no ser aquel
abandonado. Sírvase averiguar que Mr. llegó ésa. Blanco, bajito, musculado, No
habla español. Avise. Blas Arbeláez”.
Casa de las minas del Chaquiro. La edificación es de bahareque en tabla parada y está rodeada por exuberante bosque nativo. |
Era usual casi desde
la fundación de la ciudad, cuando había festividades o se temían problemas o
desórdenes, el alcalde tenía la potestad de nombrar por decreto un cuerpo de
policía civil ad- honorem para preservar el orden público; Blas Arbeláez, siguiendo
estas tradición, expidió un acto administrativo nombrando policías a un grupo de ciudadanos, para
recuperar en las abruptas montañas, el cuerpo del occiso. Como en las épocas
del viejo oeste, la comisión montada en briosos caballos, armada y al mando del alcalde, salió de la
ciudad en medio de un nutrido grupo de ciudadanos que le hacían calle de honor y los despedía con entusiasmo.El
pueblo entero esperaba expectante, el resultado de la misión en los agrestes riscos
del “chaquiro” y la quebrada “ la Bonita”, donde se presumía estuvieron los
extranjeros buscando yacimientos de oro.
Los expedicionarios
hallaron el cuerpo del infortunado forastero; pero las circunstancias de modo y
lugar les permitieron inferir la inexistencia de delito; el infortunado
explorador no había muerto asesinado, pues sus pertenencias estaban intactas y
yacía en el fondo de un profundo abismo.
Los indicios determinaban casi con certeza, la muerte por múltiples contusiones
causados por un accidente al roda por
una rocosa pared vertical; su compañero, sin posibilidades de acceder al lugar donde
estaban los restos mortales, anduvo extraviado por varios días en la densa
manigua, logrando después de muchas penalidades llegar a Santa Rosa, donde se
le vio como “una rara avis”.
La comitiva con los
despojos de la víctima llegó a la ciudad, cuyos habitantes le hicieron
recibimiento de héroes y se agolparon en torno de la casa Consistorial.Siguiendo
los trámites legales, el alcalde, que de acuerdo a las normas era el
funcionario instructor del caso, ordenó la autopsia respectiva; alguien insinuó
efectuar la diligencia en el hospital, aunque aún estaba sin terminar;
pero había un problema,desde un
principio, quienes administraron el dispensario, no permitieronla atención en el establecimiento de salud a “las
mujeres públicas” aquejadas de enfermedades venéreas de la zona de tolerancia,
llamada en esa época “Rincón Santo”; tampoco las parturientas podían dar a luz
allí y menos emplear el hospital para
hacer autopsias. Por consiguiente, el alcalde ofreció su despacho en el piso
superior de la Casa Consistorial para la
diligencia, no sin antes prohibir a los
curiosos su presencia en la escena; conociendo a su gente, temía propiciar, de ser laxo,un morboso espectáculo.
Batea empleada para el mazamorreo, método artesanal para obrtener oro. |
Pero, mientras el
médico oficial despresaba el cuerpo del extranjero, expuesto sobre el pupitre
del alcalde, un ciudadano logró llegar hasta donde se efectuaba el
procedimiento, contrariando las perentorias órdenes del funcionario, quien
presa de “ira e intenso dolor, motivado por grave e injusta provocación” arremetió
contra el intruso, quién se resistió con fuerza; la Casa Consistorial tenía
tres niveles interiores y estaban comunicados por grandes escalas de pétrea
madera; los contendientes rodaron por las escalinatas hasta la primera planta,
forcejeando como por un sinuoso e incómodo tobogán donde algunos gendarmes los
separaron, no sin antes haber recibido el alcalde algunos golpes con su propio
bastón de mando, lo que agravó la situación jurídica del indiscreto fisgón.
El episodio terminó
con la exoneración del extranjero sobreviviente de la aventura en nuestras
montañas, pues la autopsia demostró su
inocencia; la iniciación de un sumario por desobediencia, resistencia y
agresión a la autoridad en contra del entrometido y curioso feligrés que “se
fue a patiar” la necropsia y dejó un alcalde furibundo con el orgullo y amor
propio magullados .