“El
enemigo público número uno"
Ramón Vasco, alias “
Medellín”, fue uno de los personajes más populares de Santa Rosa en la primera
mitad del siglo XX. Sus acciones suscitaban en la comunidad odio o simpatía,
pero nunca indiferencia. Era catalogado como un excelente maestro de obra por
su profesionalismo y honradez, virtudes que refrendó cuando a partir de 1930 se
empezaron a erigir las dos torres de la iglesia y “Medellín” coqueteaba con la
muerte desde los frágiles y rústicos andamios de guadua, coordinando las
labores de quienes desafiaban las alturas sin temor alguno.
Lasa calles encamellonadas de Santa Rosa en tiempos de Medellín . |
Pero Ramón Vasco tenía un lado
oscuro y era su desmedida afición por el licor; los habitantes de la ciudad decían que por su
organismo no corría el torrente sanguíneo, sino torrente etílico: vivía
“prendido” como un ocho de diciembre. Sus borracheras llegaron a alterar
seriamente el orden público y la calma parroquial pues venían acompañadas con insultos al
alcalde, resistencia a la policía y escándalo. No había sitio público en la
ciudad donde su irascible temperamento precipitara su letanía de insultos: en
el café Orleans, discutiendo con su propietario por la cuenta, arrasó con mesas
y taburetes; en el teatro municipal, ubicado en la Casa Consistorial, la
emprendió contra el policía porque lo expulsó de la sala de cine. Episodios similares se repetían
constantemente en la localidad con Ramón Vasco como protagonista. La situación
se agravaba cuando en medio de los forcejeos con los agentes o cuando a “brinco
de sapo” lo conducían a la cárcel, la gente rechiflaba a los policías y
literalmente lo rescataban del brazo de la ley, hasta que el personero o el
mismo alcalde, se comprometían a llevarlo a la celda “por las buenas”, pero invariablemente
se volaba y se refugiaba en su casa. De allí no lo sacaba nadie y al día
siguiente, ya sobrio, se presentaba ante
el alcalde para purgar la pena correspondiente; al fin y al cabo tenía en la
cárcel una cobija y una estera de su propiedad
por ser un frecuente inquilino del centro de reclusión.
El record del pintoresco
personaje en detenciones por
beodez era alarmante. regía entonces un estricto
decreto contra la vagancia y la ratería que le permitía a las autoridades
deshacerse de las personas consideradas indeseables, confinándolas en colonias
penales y como lo amenazaron con aplicarle la mencionada norma, Medellín se fue
voluntariamente de Santa Rosa, pero no pasó mucho tiempo exiliado pues la misma
comunidad exigió su regreso, porque sus conocimientos en el arte de la
construcción eran imprescindibles y fundamentales para el progreso de la
ciudad.
Sin embargo, nada ni nadie
iba a impedir que se tomara sus “polas” y el conflicto con las autoridades
continúo; por eso, el alcalde y la policía de común acuerdo, decidieron cortar
el mal de raíz y en una de sus “jumas”, decidieron aplicarle el proceso breve y
sumario por vagancia y ratería para enviarlo a una colonia agrícola a manera de
castigo y resocialización. Todo el día, muy juiciosamente, el alcalde practicó
las pruebas para fundamentar el exilio, tomando declaraciones a todos los
integrantes del escuadrón policial, quienes recitaban un libreto previamente
concertado:” Es un individuo pernicioso y puede calificarse como ebrio
consuetudinario, muchas veces en estado de embriaguez ha sido conducido a la
cárcel y ha hecho resistencia, ultrajando a la autoridad con palabras soeces
que escandalizaron a la sociedad; su altanería e independencia no tienen
límites y es considerado como el enemigo público número uno de la autoridad…” Bajo
la mirada satisfecha de los gendarmes, el alcalde se disponía a firmar el decreto referido; pero el secretario del despacho, ducho “chupatintas”
aguó la fiesta al recordar que el encausado estaba muy lejos de ser vago, pues
era el mejor constructor de la ciudad y nadie podría dudar de su honradez. Por
sustracción de materia el decreto se rasgó; Medellín quedó libre y se fue a
celebrar con sus amigos a la cantina más cercana “la confianza otorgada por sus
cualidades de buen ciudadano”
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