Los abuelos siempre honraban la palabra empeñada como una escritura pública: las promesas y los compromisos se cumplían ineludiblemente , sin necesidad de pagarés o documentos notariales y ni siquiera la muerte los dejaba sin efecto. El respeto por la palabra fue la base para "la fianza para guardar la paz" fundamento del orden social de entonces. Esa cualidad subyace en la leyenda "El alama del soldado en busca de su cuerpo", hermosa leyenda escrita como resultado del trabajo de campo sobre el pensamiento mágico que realicé en la zona cafetetera y publicada en las obras Historias y leyendas de Santa Rosa y La Civilización Cafetera, libro publicado por una editorial europea y distribuido por Amazon.
La leyenda dice así:
El territorio formado por las veredas de La Estrella, El Chuzo, El Manzanillo y el antiguo Alto del Táparo era el escenario natural de las andanzas de un joven montaraz , valiente y libre como el viento llamado José Transfiguración . El mozalbete conocía el territorio como la palma de la mano , no había camino, sendero, trocha o atajo que no conociera; por eso, ufano repetía :"todo perro es tigre en su propia calle y estos parajes son mis calles". Habiendo perdido a sus padres siendo un infante, quedo bajo la tutela de un arriero, quien lo convirtió , apenas había adquirido uso de razón, en un peón más de su recua.
De pronto, un relámpago rasgó la oscuridad de la noche materializando la fantasmal figura de un soldado ...(foto internet) |
Una tarde, cuando las sombras de la noche se abalanzaban sobre el bosque como el abrazo de un siniestro murciélago y mientras llevaba a pastar algunos semovientes, cruzó por un azaroso sendero donde el follaje se hacía más espeso, conocido con el nombre de "Malacara", denominado así porque el frío y la neblina contraían el semblante de quienes cruzaban el áspero atajo; pero no sólo los humanos sentían recelo al pasar ; también las mulas se mostraban inquietas; percibían a través de su atávico instinto , el aroma del reino prohibido. De pronto, un relámpago rasgó la oscuridad de la noche materializando la magra y marchita figura de un soldado, marcaba frenético un siniestro redoble de tambor; su fosforescente figura, perfilada en la vertiente de la montaña semejaba un heraldo anunciando el fin del mundo. Hombre y bestias acosados por la tétrica visión se desbandaron surcando caños y cruzando hondonadas, buscando poner tierra de por medio con la lúgubre aparición. Esa noche, aún bajo los efectos de la conmoción producida por el endriago, José Transfiguración llegó hasta su humilde vivienda; su choza estaba ubicada en la ladera de la montaña, en medio del bosque; latas de guadua servían de armazón al barro y la boñiga que formaban las paredes aún sin empañetar y sobresalían irreverentemente como las costillas de un caballo famélico y viejo.
Capilla de La Estrella donde el joven oró antes de enfrentar el endriago. |
Por primera vez en su vida se encontraba consternado y confundido; ni la Madremonte, con sus espeluznantes bramidos en las noches tempestuosas , ni los quejidos lastimeros de La Llorona gritando :"aquí lo eché, dónde lo encontrare", habían logrado hacerlo desviar se su camino y cuando creía estar curado de espantos, venía este engendro a atormentar su vida. Esa noche recobró la tranquilidad y pudo conciliar el sueño cuando dejó bajo su almohada varios dientes de ajo y durmió con una flor de ruda aprisionada en sus manos, procedimiento ideal para conjurar los espantos de todas las raleas, según le habían enseñado sus mayores.
"Como al hombre pobre, la cama lo mata" al rayar el alba, el joven, recobrada la confianza, procedió a reunir las mulas dispersas por los cuatro puntos cardinales de la región. Después de una árdua jornada logró culminar su labor al caer la tarde; pero, mientras descansaba , a la sombra acogedora de un carbonero , lo estremeció el pavoroso retumbar del tambor fantasmal y como arrollado por una onda explosiva, fue lanzado con sus acémilas a varios metros de distancia; el instinto de conservación pudo más que el aturdimiento y bestias y caporal se volvieron humo. Tratando de eludir la perversa presencia del maligno espíritu , se había convertido en un hombre acosado y perseguido por un ruido y aunque corría como el viento, no podía dejar atrás la ensordecedora percusión. Jadeante pasó por El Arrayán, El Chuzo y El Alto del Táparo , exhausto rodó pendiente abajo hasta Guaimaral ; sin poder competir con la velocidad del sonido detuvo su marcha al borde de la quebrada de La Estrella, en el espejo de sus cristalinas aguas adquirió conciencia del drama que vivía: su cuerpo sangraba y parecía, por las espinas y astillas de madera clavadas en su loca desbandada, un monicongo viviente, asaeteado por fuerzas oscuras y mientras no las enfrentara, su sino fatal sería huir, convirtiéndose en otra versión del Judío Errante. esta ingrata perspectiva lo confrontó con la realidad y aunque el grave sonido del tambor seguía taladrando sus oídos, recordó los consejos de su mentor , el arriero, quien, "aunque lo hubiera madurado biche", le había entregado también los secretos para enfrentarse solo, contra "el mundo y sus alrededores". La Patasola, La Llorona, La Madremonte, El Pollo Maligno y los espantos de todos los pelambres se crecen ante el miedo ; por eso, hay que enfrentarlos, hijueputiarlos, insultarlos y desafiarlos ; eso, sí, blindado con una medalla bendita, un escapulario y un bastón de guayacán, de todas maneras, la muerte llega en el momento justo; ni un minuto antes, ni sesenta segundos después.
El joven había madurado; las experiencias vividas le habían endurecido el carácter y con el ánimo resuelto decidió abordar la siniestra aparición , apertrechado con los consejos de su tutor. Esa noche después de rezar en la capillla de La Estrella, se encaminó hacia el cubil del fantasma en el cerro de Malacara; en medio de una fuerte vesntisca, anduvo por un sendero bordeado por gigantescos árboles que se entrelazaban en sus copas, formando una gruta con sus ramajes; parecía al penetrar en el oscuro espiral , encaminarse a las fauces del demonio. Súbitamente, una sombra aleteó en su rostro, apagando la débil lámpara que lo alumbraba , seguida por un siniestro graznido. La sangre se le heló cuando el abigarrado telón negro de la noche se rasgó, emergiendo entre sus luctuosos pliegues, la transparente figura del soldado, envuelta en una luz tornasolada , mientras su fatídica fanfarria retumbaba en el entorno. Como el que golpea primero, golpea dos veces, José Transfiguración, muy rápidamente recobró la serenidad y armado de valor le increpó al espectro su asedio :¿Qué pretendes de mí, horrible espantajo? La escuálida figura, sin dejar de redoblar, le respondió:" Prestaba el servicio militar en Manizales y faltando seis meses para cumplir el compromiso, perdí la vida en uno de los muchos combates que afronté durante la guerra civil; desapareceré de tu vista, volviendo tu vida a la normalidad , si pagas por mí esos seis meses, además te haré partícipe del tesoro que durante años se encuentra en la montaña del Chuzo, cuya presencia se insinúa constantemente a los viajeros en múltiples formas como el sonido de una campana, luces levitando sobre el cerro, puertas que se abren o la aparición de una gallina con pollitos de oro. Si aceptas, te espero en la próxima luna llena en el Alto del Chuzo, cuando "el tres pies", empiece a cantar; por lo pronto, te entrego una muestra del tesoro". En sus transparentes manos se materializaron tres grumos de oro ; el joven los recibió y no sin temor , miró extasiado, las doradas piedras, pero al levantar la vista para responder al espíritu, éste ya había desaparecido y se encontraba solo; solo en una encrucijada: solo, con un dilema por decidir.
A la mañana siguiente, llevó el áureo metal a una de las joyerías de la ciudad, conocida por elaborar sus finas y delicadas filigranas con la materia prima extraída de las minas del Chaquiro, una de las más ricas de la región. El oro, según el análisis del experto , era de la mejor calidad; el material aurífero del Chaquiro palidecía ante la nobleza del metal recién sometido a los efectos del agua regia. Sin embargo, al relizar el proceso metalúrgico para convertirlo en material maleable , apto para moldear las joyas, permaneció incólume e inmutable; asombrado el joyero, devolvió las gema ssin encontrar explicación a lo ocurrido.
El joven acudió a la cita, cuando la luna bañaba con su plateada luz la montaña y decidió aceptar la oferta del espectro.
Al día siguiente, muy temprano, emprendió el viaje por el Camino del Privilegio hacia el batallón en Manizales. Llevado ante le comandante de la guarnición narró la,fantástica historia, manifestando su intención de ingresar al regimiento para terminar con el conjuro. El rostro duro del militar se volvió más adusto; con un gesto patibulario, voz recia e indolente, increpó al visitante por su candidez e ingenuidad:"¡usted parece caído de un nido, todavía le corre el agua bautismal por encima¡ ¿no se da cuenta idiota ue estamos en el siglo XX? Ya el hombre puede volar, Pasteur ha descubierto la vacuna contra la rabia y usted viene a hablarme de guevonadas". Iba a terminar la entrevista indignado; sin embargo, un presentimiento salido de lo más profundo del corazón lo hizo desistir. Se serenó un poco y envió por la hoja de servicios del soldado. Mientras el comandante la auscultaba, José Transfiguración alcanzó a ver el retrato del recluta en el informativo ; un frío recorrió su cuerpo : sus rasgos coincidían con la figura que irradiaba luz blanca y transparente que lo había atormentado. El adusto hombre de armas leyó el documento; los antecedentes personales y profesionales del soldado terminaban con una constancia : había desaparecido en uno de los combates de la guerra civil; su cuerpo nunca se había encontrado. Al culminar la lectura, el oficial cortó la visita tajantemente y recobrando el áspero trato propio de su actividad sentenció:"como la muerte todo lo disuelve, lárguese inmediatamente para su casa o al manicomio, porue usted está loco; no lo quiero ver más por aquí¡cabrón¡
Pasó el tiempo, José Transfiguración no volvió a ver el soldado, por primera vez en mucho tiempo estuvo libre de la amarga visión y se entregó confiado a las labores del campo con la convicción plena de estar ya ajeno a los asedios siniestros del alma en pena.
Cuatro meses después, mientras cortaba leña en las entrañas del bosque, lo abordó un militar, "tengo órdenes- dijo- de llevarlo en el término de la distancia al batallón, mi comandante lo requiere con urgencia. El joven, aún sin reponerse de la sorpresa , se negó inicialmente, pero el estafeta con evidentes signos de molestia y cansancio por la dispendiosa búsqueda exclamó autoritario y huraño :" me ordenaron sacarlo hasta del infierno si fuera preciso, y lo voy a hacer ; en marcha, si no quiere ser sumariado por desacato a la autoridad, ¡o se cumplen las órdenes o se acaba la milicia ¡ Bueno, dijo el joven, entre indignado y resignado , "¡ cómo quiere que vuelva , recordando el duro trato recibido en su visita al cantón militar, si me lleva ante una mula y de una mula, sólo puedo esperar patadas?" Pero donde manda capitán, no manda marinero y menos un pobre jornalero y emprendió el viaje.
Tan pronto se reportó el estafeta en la guarnición, el joven fue recibido por el comandante; su arrogancia había desaparecido, lucía implorante, su semblante pálido y flácido denotaba los efectos de una profunda crisis nerviosa; con voz trémula le dijo a José Transfiguración : quiero disculparme del trato displicente que le dí en nuestra última entrevista, perdóneme también por haberlo obligado a venir a la guarnición, pero es un caso de vida o muerte; mi vida y el futuro de mi familia, dependen de usted". El campesino se sintió turbado `por la actitud sumisa del oficial y sin modular, continuó escuchando sus palabras:" El fantasma no me deja en paz, lo veo hasta en la sopa, ese maldito rdoble de tambor se ha alojado en mi cerebro; mis nervios han llegado al límite de su resistencia y quiero rogarle que termine el servicio militar del soldado desaparecido...¡se lo ruego¡" al decir estas palabras el curtido tropero, veterano de mil batallas, acostumbrado a mirar de frente al sol y la muerte, estalló en llanto.
Quienes estaban presentes en la escena, bajaron la cabeza conmovidos.
Como al enemigo que huye, puente de plata, José Transfiguración aceptó la petición y se incorporó de inmediato al batallón donde se destacó por su eficiencia y amor por el servicio a la Patria. Al fin y al cabo , por leal había tenido el dudoso honor de ser elegido para suceder al soldado en la prestación del servicio militar.
Al culminar el servicio y ya en la Estrella, José Transfiguración recibió de nuevo la visita del fantasma; sin embargo, ya no portaba el tambor, sus rasgos faciales, lucían serenos, sin el rictos de dolor y angustia de los primeros encuentros. Como postrer favor le pidió acudir a un lugar determinado y desenterrar unos restos que yacían aprisionados entre las raíces de un samán; la ya apacible figura le mencionó que en el interior de la raída ropa encontraría un sobre con el plano donde ubicaría el tesoro del Alto del Chuzo. Debía regresar, según las indicaciones finales, con los despojos mortales del soldado y enterrarlos en el cementerio local antes de las doce de la noche.
Poco antes de la media noche cumplía con la macabra misión; las doce campanadas terminaron cuando se disponía a saltar la tapia del camposanto en busca de la calle adyacente; pero olvidó sacar el sobre con la información del sitio donde yacía el tesoro; afanado intentó devolverse, pero ya había vencido el plazo perentorio otorgado para cumplir con su misión. Recordando su aciaga vida y temeroso de desafiar las fuerzas del más allá, saltó la tapia y regresó a su hogar rápidamente: es mejor una paz interior que todo el oro del mundo, se dijo , para sí y desde entonces terminaron las visiones perturbadoras .
El joven apertrechado con los consejos de su tutor decidió abordar la siniestra figura...(foto internet) |
El joven había madurado; las experiencias vividas le habían endurecido el carácter y con el ánimo resuelto decidió abordar la siniestra aparición , apertrechado con los consejos de su tutor. Esa noche después de rezar en la capillla de La Estrella, se encaminó hacia el cubil del fantasma en el cerro de Malacara; en medio de una fuerte vesntisca, anduvo por un sendero bordeado por gigantescos árboles que se entrelazaban en sus copas, formando una gruta con sus ramajes; parecía al penetrar en el oscuro espiral , encaminarse a las fauces del demonio. Súbitamente, una sombra aleteó en su rostro, apagando la débil lámpara que lo alumbraba , seguida por un siniestro graznido. La sangre se le heló cuando el abigarrado telón negro de la noche se rasgó, emergiendo entre sus luctuosos pliegues, la transparente figura del soldado, envuelta en una luz tornasolada , mientras su fatídica fanfarria retumbaba en el entorno. Como el que golpea primero, golpea dos veces, José Transfiguración, muy rápidamente recobró la serenidad y armado de valor le increpó al espectro su asedio :¿Qué pretendes de mí, horrible espantajo? La escuálida figura, sin dejar de redoblar, le respondió:" Prestaba el servicio militar en Manizales y faltando seis meses para cumplir el compromiso, perdí la vida en uno de los muchos combates que afronté durante la guerra civil; desapareceré de tu vista, volviendo tu vida a la normalidad , si pagas por mí esos seis meses, además te haré partícipe del tesoro que durante años se encuentra en la montaña del Chuzo, cuya presencia se insinúa constantemente a los viajeros en múltiples formas como el sonido de una campana, luces levitando sobre el cerro, puertas que se abren o la aparición de una gallina con pollitos de oro. Si aceptas, te espero en la próxima luna llena en el Alto del Chuzo, cuando "el tres pies", empiece a cantar; por lo pronto, te entrego una muestra del tesoro". En sus transparentes manos se materializaron tres grumos de oro ; el joven los recibió y no sin temor , miró extasiado, las doradas piedras, pero al levantar la vista para responder al espíritu, éste ya había desaparecido y se encontraba solo; solo en una encrucijada: solo, con un dilema por decidir.
Alto del Chuzo |
A la mañana siguiente, llevó el áureo metal a una de las joyerías de la ciudad, conocida por elaborar sus finas y delicadas filigranas con la materia prima extraída de las minas del Chaquiro, una de las más ricas de la región. El oro, según el análisis del experto , era de la mejor calidad; el material aurífero del Chaquiro palidecía ante la nobleza del metal recién sometido a los efectos del agua regia. Sin embargo, al relizar el proceso metalúrgico para convertirlo en material maleable , apto para moldear las joyas, permaneció incólume e inmutable; asombrado el joyero, devolvió las gema ssin encontrar explicación a lo ocurrido.
El joven acudió a la cita, cuando la luna bañaba con su plateada luz la montaña y decidió aceptar la oferta del espectro.
El joven acudió a la cita, cuando la luna llena bañaba con su plateada luz la montaña del Chuzo. |
Al día siguiente, muy temprano, emprendió el viaje por el Camino del Privilegio hacia el batallón en Manizales. Llevado ante le comandante de la guarnición narró la,fantástica historia, manifestando su intención de ingresar al regimiento para terminar con el conjuro. El rostro duro del militar se volvió más adusto; con un gesto patibulario, voz recia e indolente, increpó al visitante por su candidez e ingenuidad:"¡usted parece caído de un nido, todavía le corre el agua bautismal por encima¡ ¿no se da cuenta idiota ue estamos en el siglo XX? Ya el hombre puede volar, Pasteur ha descubierto la vacuna contra la rabia y usted viene a hablarme de guevonadas". Iba a terminar la entrevista indignado; sin embargo, un presentimiento salido de lo más profundo del corazón lo hizo desistir. Se serenó un poco y envió por la hoja de servicios del soldado. Mientras el comandante la auscultaba, José Transfiguración alcanzó a ver el retrato del recluta en el informativo ; un frío recorrió su cuerpo : sus rasgos coincidían con la figura que irradiaba luz blanca y transparente que lo había atormentado. El adusto hombre de armas leyó el documento; los antecedentes personales y profesionales del soldado terminaban con una constancia : había desaparecido en uno de los combates de la guerra civil; su cuerpo nunca se había encontrado. Al culminar la lectura, el oficial cortó la visita tajantemente y recobrando el áspero trato propio de su actividad sentenció:"como la muerte todo lo disuelve, lárguese inmediatamente para su casa o al manicomio, porue usted está loco; no lo quiero ver más por aquí¡cabrón¡
Pasó el tiempo, José Transfiguración no volvió a ver el soldado, por primera vez en mucho tiempo estuvo libre de la amarga visión y se entregó confiado a las labores del campo con la convicción plena de estar ya ajeno a los asedios siniestros del alma en pena.
Cuatro meses después, mientras cortaba leña en las entrañas del bosque, lo abordó un militar, "tengo órdenes- dijo- de llevarlo en el término de la distancia al batallón, mi comandante lo requiere con urgencia. El joven, aún sin reponerse de la sorpresa , se negó inicialmente, pero el estafeta con evidentes signos de molestia y cansancio por la dispendiosa búsqueda exclamó autoritario y huraño :" me ordenaron sacarlo hasta del infierno si fuera preciso, y lo voy a hacer ; en marcha, si no quiere ser sumariado por desacato a la autoridad, ¡o se cumplen las órdenes o se acaba la milicia ¡ Bueno, dijo el joven, entre indignado y resignado , "¡ cómo quiere que vuelva , recordando el duro trato recibido en su visita al cantón militar, si me lleva ante una mula y de una mula, sólo puedo esperar patadas?" Pero donde manda capitán, no manda marinero y menos un pobre jornalero y emprendió el viaje.
Tan pronto se reportó el estafeta en la guarnición, el joven fue recibido por el comandante; su arrogancia había desaparecido, lucía implorante, su semblante pálido y flácido denotaba los efectos de una profunda crisis nerviosa; con voz trémula le dijo a José Transfiguración : quiero disculparme del trato displicente que le dí en nuestra última entrevista, perdóneme también por haberlo obligado a venir a la guarnición, pero es un caso de vida o muerte; mi vida y el futuro de mi familia, dependen de usted". El campesino se sintió turbado `por la actitud sumisa del oficial y sin modular, continuó escuchando sus palabras:" El fantasma no me deja en paz, lo veo hasta en la sopa, ese maldito rdoble de tambor se ha alojado en mi cerebro; mis nervios han llegado al límite de su resistencia y quiero rogarle que termine el servicio militar del soldado desaparecido...¡se lo ruego¡" al decir estas palabras el curtido tropero, veterano de mil batallas, acostumbrado a mirar de frente al sol y la muerte, estalló en llanto.
Quienes estaban presentes en la escena, bajaron la cabeza conmovidos.
Como al enemigo que huye, puente de plata, José Transfiguración aceptó la petición y se incorporó de inmediato al batallón donde se destacó por su eficiencia y amor por el servicio a la Patria. Al fin y al cabo , por leal había tenido el dudoso honor de ser elegido para suceder al soldado en la prestación del servicio militar.
Debía regresar con los despojos mortales del soldado y enterarlos en el cementerio local antes de las doce de la noche. |
Al culminar el servicio y ya en la Estrella, José Transfiguración recibió de nuevo la visita del fantasma; sin embargo, ya no portaba el tambor, sus rasgos faciales, lucían serenos, sin el rictos de dolor y angustia de los primeros encuentros. Como postrer favor le pidió acudir a un lugar determinado y desenterrar unos restos que yacían aprisionados entre las raíces de un samán; la ya apacible figura le mencionó que en el interior de la raída ropa encontraría un sobre con el plano donde ubicaría el tesoro del Alto del Chuzo. Debía regresar, según las indicaciones finales, con los despojos mortales del soldado y enterrarlos en el cementerio local antes de las doce de la noche.
Poco antes de la media noche cumplía con la macabra misión; las doce campanadas terminaron cuando se disponía a saltar la tapia del camposanto en busca de la calle adyacente; pero olvidó sacar el sobre con la información del sitio donde yacía el tesoro; afanado intentó devolverse, pero ya había vencido el plazo perentorio otorgado para cumplir con su misión. Recordando su aciaga vida y temeroso de desafiar las fuerzas del más allá, saltó la tapia y regresó a su hogar rápidamente: es mejor una paz interior que todo el oro del mundo, se dijo , para sí y desde entonces terminaron las visiones perturbadoras .
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