sábado, 26 de agosto de 2017

El Colegio Labouré emblema educativo nacional.



La humanidad tuvo siempre una deuda con la mujer y este prontuario también ensombrece nuestra historia. Desde los albores de la fundación de Cabal, se empieza a construir la escuela de varones, financiada con los peajes que pagaban viajeros y comerciantes por cruzar el puente sobre el río Otún, erigido expresamente por la comunidad para sufragar los gastos de la educación de los hombres. Pero las niñas eran convidadas de piedra en el proceso de formación de la juventud y cuando un preceptor visionario e incluyente, admitía una o varias niñas en el establecimiento, era amonestado por el alcalde y la junta escolar e instado a retirarlas sin apelación alguna. Mientras tanto, recibían la “instrucción propia de su sexo”, en casas adaptadas como escuelitas privadas hasta las postrimerías del siglo XIX.


Escuela San Vicente a principio del siglo XX.


 La deuda social que la ciudad tuvo al respecto empieza a cancelarse a partir de 1897 cuando la comunidad, inspirada en la frase de Benito Juárez :” si educas a una mujer, educarás a un pueblo”, aboca con entusiasmo y decisión la empresa de construir una escuela oficial para niñas con el apoyo de un grupo de religiosas de la comunidad Vicentina, llegadas de Francia. El recorrido de las abnegadas Hermanas, encabezadas  por sor María Molanoff, fue una aventura épica para la época, pues debieron cruzar el Atlántico, embarcarse por el Magdalena en un viaje plagado de peligros, expuestas a las inclemencias de un clima malsano infestado de nubes de zancudos y mosquitos, verdadero caldo de cultivo para las enfermedades tropicales y luego, emprender el ascenso a nuestras montañas andinas cabalgando al filo de la navaja en ariscas acémilas, vestidas con sus complejos e incómodos hábitos, por riscos, abismos, tragadales y escuchando, tal vez con gesto comprensivo, las imprecaciones, madrazos e insultos de los arrieros  asaeteando a las mulas para que no quedaran atrapadas en los voraces lodazales del camino. El trascendental momento histórico tuvo un episodio emocionante, cuando todas las mujeres de la ciudad hicieron su aporte en dinero o en especie para financiar el edificio proyectado,  marcando el despertar  de la conciencia de los derechos femeninos y el trascendental rol de la mujer en una sociedad que hasta entonces la había relegado a segundos planos: se abrió “el libro de mandas y donativos de las señoras y señoritas para la construcción del edificio escolar”. Del libro referido, relacionamos algunos de los aportes: “ María Cármen Buitrago, colaboró con una tapia, su valor un peso con ochenta centavos; María Jesús Bedoya, dos pesos; Bárbara Buitrago, diez pesos; Leonora Buitrago, dos tapias, tres pesos con sesenta centavos; María Botero un peso; María Clara de Hoyos, cuarenta centavos; Rosalba Buitrago, una gallina, valorada por los peritos en cincuenta centavos; Luisa Buriticá,  dos tapias; Ana María Cuervo, veinte centavos; María Cármen Hoyos, un pollo equivalente a cuarenta centavos y María Rosario Henao, una gallina. La lista es extensa y oscilaba entre veinte centavos y cuatro pesos; eran excepcionales las de un precio mayor. La escuela San Vicente se diseñó usando las técnicas constructivas de tapia y bahareque características de la Colonización Antioqueña. Con el tiempo, como lo pretendieron sus gestores, y para darle continuidad al encomiable proyecto educativo, funcionó simultáneamente con el colegio Labouré en dos plantas  dirigidas también por la comunidad  Vicentina.

 
Colegio Labouré, relicario de valores culturales de la región cafetera.



La disciplina, el rigor académico y el compromiso de las educadoras y educadores de ayer y de hoy, convirtieron al establecimiento en uno de los más representativos y con más prestigio en la región y fue perfilando, con el concurso de La Escuela Apostólica, El Colegio de Jesús y otros establecimientos creados después, el carácter de Ciudad Educadora que identificó a la Ciudad Modelo, como la llamó  el Presidente Marco Fidel Suárez.



Sor Alicia Domínguez, benemérita religiosa , quien con el coro del Colegio grabó ocho discos de vinilo o acetato como los conocía la gente, en una época donde eran excepcionales en nuestro medio iniciativas de esta naturaleza.


Los santarrosanos tienen con el colegio Labouré, una fuerte conexión espiritual:  su esencia nos impregna cuando escuchábamos a nuestras madres y abuelas entonar con sentimiento la marsellesa; al recordar a las prestigiosas educadoras formadas en sus claustros, quienes además de moldear el alma de sus alumnos, asumieron el rol de líderes políticos en su condición de ediles o dirigiendo los destinos de la ciudad, como Inés León Valencia, mi maestra de primeras letras, dos veces alcaldesa de nuestro terruño, y  otras damas destacadas en múltiples campos del saber; ellas encarnaron el sueño de aquellos que lucharon por la construcción de la escuela en el siglo XIX: darle a la mujer la formación para tener un lugar protagónico en la sociedad. Su edificio, además, hace parte de los atributos del Paisaje Cultural Cafetero, declarado por la UNESCO Patrimonio de la humanidad; restaurado le devolverá a Santa Rosa un símbolo como la Casa de la Cultura de Marsella,  reforzando así el significado emocional que ha tenido para nuestra gente.
  


En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, cuando París fue liberada del yugo Alemán la población del país Galo se volcó a las calles celebrando la trascendental noticia, paradógicamente Santa Rosa también celebró el hecho con alegría y organizó un desfile por las principales calles de la ciudad cantando la marsellesa cuyos acordes interpretaba la Banda Municipal. Todo por el vínculo espiritual de Santa Rosa con Francia, a través del valioso aporte de la comunidad Vicentina a la ciudad.


Basados en las palabras del ilustre jurista, doctor Carlos Enrique Marín Vélez, aludiendo al Palacio Nacional en Pereira, podemos decir El Colegio Labouré tiene un inmenso significado moral e institucional: muchas páginas de nuestra historia se han escrito en sus claustros.   



          

2 comentarios:

  1. Felicitaciones y mil gracias por este articulo y fotografías. En mi muro lo refiero y doy crédito.
    Quiero saber de ATALAYA. mi correo amesasesor@gmail.com

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  2. Que belleza de documento espectacular

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