El artículo 7 del decreto
expedido por el Presidente Pedro Alcántara Herrán el 23 de agosto de 1844,
autorizando la fundación de Cabal, primigenio nombre de nuestra ciudad,
establece:
”…que la población quede en un punto por donde deba pasar el camino
principal que ha de poner en comunicación directa los cantones de Salamina y Cartago.”
Este compromiso consignado en el aludido acto administrativo publicado el
13 de octubre con la firma de los
fundadores Fermín López y Vicente Muñoz como testigos, selló el destino de los
santarrosanos que erigieron el trabajo en un valor supremo y un derecho
inalienable fomentado por la dirigencia de entonces con audaces proyectos y
novedosas propuestas que convirtieron las crisis en oportunidades.
En 1852, un grupo de fundadores construyó sobre el río Otún un puente de madera fina labrada, techado con con el fin de cobrar un impuesto de pontazgo a los viajeros de entonces este ingreso se constituyó en la primera renta que tendría la población y tuvo un a destinación específica: la de financiar la construcción de la escuela y la cancelación de los emolumentos al preceptor o maestro de la escuela. Algún tiempo después, la asamblea provincial del Cauca se apoderó del referido impuesto convirtiéndolo en un impuesto provincial. El mandatario de Santa Rosa envía una carta expresando su protesta por el despojo:
"DESPUÉS DE EFECTUAR GRANDES SACRIFICIOS PARA CONSTRUIR EL PUENTE, APAREVE UNA BÁRBARA DISPOSICIÓN Y NOS ARREBATA LOS BENEFICIOS OBTENIDOS CON LA JUSTICIA, COMO APARECIERON LAS PREVENCIONES DE FERNÁNDO VII, MANDANDO A CONSIGNAR EN LA CAJA PARA GASTOS DE LA CORONA LOS MENGUADOS DINEROS DE LOS HUMILLADOS AMERICANOS..." Todo eclamo fue inútil, al final se expide un "úcase", digno del peor de los zares : "procédase a rematar el impuesto de pontazgo sobre el río otún y remítase al tesoro de la Provincia el recaudo."
El lúgubre incidente ermina con el eco de las palabras del alcalde local:
"OBEDECEREMOS, PORQUE ESTE PUEBLO OBEDECE SIEMPRE LAS LEYES EMITIDAS POR EL GOBIERNO LEGÍTIMO, AUNQUE ALGUNAS LLEGUEN A SER TAN DESPÓTICAS Y MALAS COMO LAS QUE DICTABA CONTRA NUESTROS PADRES EL REY DE ESPAÑA".
Camino del privilegio, entre Santa Bárbara en Santa Rosa y San Julián en Villamaría. |
El templete de Guacas, por allí pasaba el histórico Camino del Privilegio que unió al Cauca con Antioquia. |
Monumento a la arriería que unió lejanías a través del Camino del Privilegio. Verreda de Guacas. |
Típica fonda en Guacas por donde pasaba el camino. |
No obstante, partir de 1856, asociados
con Villamaría y Félix de la Abadía los esforzados colonos de entonces construyeron
el Camino del Privilegio, uniendo, como lo exigía el decreto de fundación, al
Cauca con Antioquia y durante más de 50 años irrigó valiosos recursos a través
del peaje para nuestra ciudad y sus socios. La obra fue la empresa comercial y
la vía más importante del gran Estado del Cauca en el siglo XIX; su
mantenimiento y conservación generaron también fuentes de empleo proporcionando
a los habitantes su subsistencia en las épocas de “peladez” o vacas flacas
mientras se presentaba la cosecha de maíz y los productos de pan coger.
En
1904, cuando languidecían los ingresos del camino, el concejo municipal se
propuso promover la industria de los telares y para ello se propuso traer de
Popayán un experto artesano. Pero había un problema: el referido maestro estaba
preso y las autoridades de la penitenciaría exigían un fiador para a autorizar
su salida; uno de los ediles firmó comprometiéndose a pagar la fianza y los
gastos de la captura si el reo,
olvidándose de su altruista misión y sucumbiendo ante los encantos de la
libertad, emprendiera la fuga. La floreciente industria de ponchos, ruanas,
hamacas y otros artículos del ramo textil existentes hoy en el municipio, nos
indica que la semilla dejada al empezar el siglo XX por Martín Cañas, así se
llamaba el reo, y las autoridades locales, germinó con fuerza constituyéndose
en valiosa fuente de empleo en buena parte del itinerario histórico de la
ciudad; aún se usan las rústicas máquinas de madera construidas siguiendo los
modelos de antaño.
En la primera década del
siglo XX, para aprovechar la demanda mundial de sombreros, jalonada en parte
por la construcción del Canal de Panamá, se aforó en el presupuesto un rubro
para comprar entre 300 o 400 entrecopas (especies de moldes) que fueron
distribuidos entre los obreros para iniciar la referida industria. Pocos años
después, los sombreros de Santa Rosa competían en calidad con los de Aguadas y
en 1911 se exportaron a Nueva York 4073
unidades y a Hamburgo en Alemania 1600 sombreros de paja de iraca.
Los años siguientes fueron pródigos en ofertas de trabajo, pues los veinticinco millones de dólares producto de la indemnización de Estados unidos por el robo de Panamá se empezaron a cancelar y a invertir en la construcción de carreteras, vías de ferrocarril y otras obras de infraestructura.
Los años siguientes fueron pródigos en ofertas de trabajo, pues los veinticinco millones de dólares producto de la indemnización de Estados unidos por el robo de Panamá se empezaron a cancelar y a invertir en la construcción de carreteras, vías de ferrocarril y otras obras de infraestructura.
En 1924 Santa Rosa no tenía
ningún desempleado, pues el café y la construcción del ferrocarril demandaban
profusa mano de obra. Pero al acabarse la llamada “prosperidad a debe” y
derrumbarse la economía norteamericana por la caída de la bolsa en 1929, Santa
Rosa como el resto del mundo sufrió el flagelo del desempleo pues cuando a los
gringos les da gripa a nosotros nos da pulmonía. La clase dirigente de entonces
no se puso a llorar sobre la leche derramada: busco alternativas para paliar la
crisis y una de ellas fue la de propiciar por medio de un préstamo la
construcción de nuestra Plaza de Mercado que le permitió a muchos obreros cesantes
obtener su manutención durante algunos años.
Plaza de mercado Los Fundadores. Se empezó a construir cuando cayó la bolsa de Nueva York y las fuentes de empleo en la ciudad decrecieron. |
Sigue siendo como antaño, un crisol donde se funde el alma y la esencia de los habitantes de nuestra ciudad. |
En 1938, un acuerdo exonerando de impuestos y de servicio públicos a las empresas que se establecieran en el municipio permitió que el corregimiento de Dosquebradas, hasta entonces perteneciente Santa Rosa, se convirtiera en una ciudadela industrial con empuje y dinamismo económico como La Rosa, Paños Omnes, Valher, Vidriera de Caldas, Postobón etc . Paradógicamente, este estímulo al emprendimiento empresarial contribuyó a que después Dosquebradas se independizara segregándose de Santa Rosa que quedó convertida en una ciudad dormitorio sin que se presentaran alternativas efectivas para recobrar el dinamismo económico perdido con la separación del entonces próspero corregimiento.
Comenzando el siglo XX, empieza el café a dinamizar la economía del municipio. Otrora hacienda cafetera de San Juanito. |
Todos estos antecedentes, sin contar la iniciativa empresarial del sector privado, nos permite afirmar con certeza que a la dirigencia de antaño se le pueden endilgar muchos errores, pero en temas de emprendimiento estuvieron a la altura de los retos históricos; por eso sorprende las afirmaciones que los señalaban de impedir la construcción de trilladoras porque ”los notables del pueblo se quedarían sin empleadas del servicio”. Si algo tuvo la ciudad en la parte urbana y en el campo (La Capilla) fueron trilladoras; en 1912 surgió la primera despergaminadora, y el alcalde Eduardo Vallejo peleó con el concejo para que le rebajaran los impuestos de $4ºº a $2ºº, la redentora industria del café como él la llamaba afloró con fuerza y surgieron La Reina, La Guardiola, El Triunfo, La Clarita, La Cabal, La Central, Monserrate y muchas otras que crearon cientos de empleos y hasta vivienda para las humildes escogedoras de café que se hicieron célebres en la década del 30 por mantener con coraje y decisión un movimiento huelguístico.
Desde hace ya un ya un largo tiempo, la variable más importante para hacer un plan de desarrollo, la del índice de desempleo, no la conoce nadie en la ciudad aceptándose tácitamente que se bajó la guardia en este importante indicador económico y se le descargó esta vital actividad a la dinámica capital del departamento.