Nada más visitado en un zoológico que el recinto de los monos. Sus graciosos gestos, piruetas y relaciones afectivas suscitan risas, comentarios irónicos y admiración. Sin embargo, lo que los risueños visitantes no alcanzan a vislumbrar es que están ante un espejo: los primates reflejan el mundo del "pitecántropus erectus", el homo sapiens, el autoproclamado rey de la creación, el hombre.
Sin embargo, conociendo la irracional actitud del homo sapiens que menosprecia a las demás especies y les niega un espacio bajo el sol, destruyendo la magia de la naturaleza por mezquinos intereses utilitaristas y asumiendo una testaruda negación de las teorías de Darwin, creo que el gran naturalista e investigador tuvo un pequeño error de interpretación científica: no es que el hombre descienda del mono, es que el hombre es una burda caricatura del mono.
Y para confirmar lo aseverado, los dejo con unas imágenes del siglo pasado, donde el pincel de los artistas populares pintaban con gracia y realismo la esencia de la época.
Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia. |
Aunque el amor es un estado de idiotez transitorio, con enamorados así el encanto es fugaz. |
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