Tres plazas públicas
proyectaron los santarrosanos en el siglo XIX, en el modelo urbanístico que se
iría implementando en la ciudad gradualmente en su marcha institucional: el
parque de Colón; la plazuela de Santander al norte de la población y la
plazuela del Rosario al sur, en la colina del mismo nombre. La primera de
ellas, constituyó el centro de la ciudad
y se trazó en 1870. En torno del referido parque, adornado tiempo después con
una pila que dejamos perder, empezó a desarrollarse la ciudad, ubicando como
centros de poder la casa consistorial o alcaldía, al norte y la iglesia, al
sur. Después de 1930, tomó el nombre de Plaza de Bolívar. El sitio elegido para
erigir la plaza de Santander se cambió de destinación y se acordó construir
allí el Hospitalito infantil, para brindar a los niños una atención especial y
personalizada.
En el lugar asignado para
erigir La plazuela del Rosario, se empieza a construir en 1944 el parque de Los
Fundadores, como parte de las obras erigidas para conmemorar los cien años de
Santa Rosa con la decisiva participación de La Sociedad de Mejoras Públicas. La
referida entidad cívica estableció comunicación y motivó a las colonias de
santarrosanos residentes en diferentes partes del país y del mundo para lograr
la financiación del monumento a los Fundadores con el busto de Fermín López
como imagen central; una leona y una placa alegórica alusiva a la gesta de los
colonizadores, realzaban y complementaban el
perfil del fundador que sería moldeado por el maestro C. Quintero, quien
ya ostentaba un reconocimiento regional en esta modalidad artística.
Como era propio
de la esencia de la época, la vinculación de los hijos de la Ciudad Modelo a la obra fue masiva y se inauguró
solemnemente con la asistencia de las colonias, personalidades de la ciudad y
gran parte de la población; el discurso, una vez se hizo el respectivo
descubrimiento, estuvo a cargo del padre Camilo Villegas Ángel, quién entonces
era para la ciudad una leyenda por su formación intelectual, sus estrechos
vínculos con la cultura europea y hasta ciertos rasgos de rebeldía e imponencia
que “escandalizaban” a un sector de la población.
La visión del genio plasmada
en las obras de los grandes artistas, no siempre fue comprendida por algún
sector de la sociedad: la torre Eiffel fue
catalogada con sorna como una “pajarera gigante” o “monumento feo” y
“monstruoso”, sin referirnos siquiera a las simplicidades que se dijeron cuando
el maestro Rodrigo Arenas Betancur plasmó el ya legendario Bolívar desnudo. El
busto de Fermín López tuvo también en su momento sus críticas, pero muy pronto
se olvidaron cuando se conoció la interpretación plástica del autor, pues
en la época los códigos del arte
imponían moldear con rasgos Griegos (helénicos)
o romanos las imágenes de quienes se
inmortalizaban en bronce, para enaltecer y magnificar su gesta histórica e
infundirles un aliento épico. Siguiendo esta tradición, muchas obras de Bolívar
tienen rasgos romanos y hasta napoleónicos como expresión del Bolívar pensador,
legislador y del Bolívar intemporal y antes de ser miradas con desdén, tienen
un valor agregado para los historiadores del arte, porque encarnan la visión
que en una época determinada tuvieron quienes modelaron la referida efigie.
Busto de Fermín López |
Parque Los Fundadores, en la colina del Rosario. |
Desde 1944 todos los alcaldes, sus colaboradores y la población en general tuvieron en la efemérides de la ciudad una cita ante el busto de Fermín López erigido en la colina del Rosario; muchos santarrosanos de niños jugaron en su entorno, recuerdan la “leona” y la escena alegórica a la fundación; el monumento tiene por ende, verdadero significado emocional para nuestra gente y nos sintoniza con quienes hicieron del civismo la razón de su existencia y hoy ya no están. Todos estos elementos y aún las historias reales o presuntas tejidas a su alrededor generan cohesión social, confieren el valor histórico y el halo mítico y de leyenda que la imaginación popular forja. Sería muy satisfactorio volver a ver la obra completa incluyendo la leona y el retablo de los colonos fundadores y así, con La Escuela Apostólica, el monumental vitral de la Milagrosa del talentoso maestro alemán Walter Wolf y con la obra del meritorio artista Fitzgerald, homenaje a los soldados de la Patria, inaugurada el pasado trece de octubre, convertir el sector histórico de Santa Rosa en el punto de encuentro para difundir y visibilizar las gestas de nuestros ancestros.
Ver, para mayor información al respecto el blog: Atalaya Santa Rosa de
Cabal: El monumento a los fundadores.
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