El primer batallón Colombia
salió por el puerto de Buenaventura, otros zarparían de Cartagena, rumbo a Corea,
y después de cruzar el Pacífico llegaron a Pusan en corea del sur. El desolador
panorama los estremeció y aunque la recepción por parte de los aliados fue
efusiva y animada por himnos que inflamaban el fervor por su misión, la
realidad parecía decirles: “bienvenidos al infierno, Colombianos” : todo era
destrucción y ruinas. Entre los escombros y los profundos cráteres dejados por
las bombas deambulaban grupos de niños huérfanos, con la mirada perdida a quienes les habían
arrebatado el alma, sus afectos y el deseo de vivir; algunos integrantes de las
unidades de sanidad conmovidos les brindaron apoyo y compartieron con los infantes parte de sus raciones, pero fue
imposible propiciar siquiera una imperceptible sonrisa en su rostro, o que sus ojos
insinuaran un fugaz destello de la luz que antes les reveló la belleza de la
vida. El miedo, el estrés, y el hambre habían agotado hasta sus lágrimas.
Medalla recibida por don Fabio Llanos combatiente santarrosano en Corea. |
don Fabio Llanos
Pero en la guerra no hay lugar para el
sentimiento y muy pronto recibieron las rigurosas instrucciones de combate
donde la deshumanización, como tósigo letal, era el pasaporte para la supervivencia; la entrega del Fusil
MI era el punto culminante del crucial rito antes de recibir el bautismo de
fuego: “Este será en adelante, dice el oficial, su única familia, ya sus
padres, hermanos, sus mujeres y novias quedarán en un segundo plano; este
fúsil, será su compañero inseparable que sólo la muerte podrá arrebatárselos y
el único que podrá propiciar el regreso a la patria y el reencuentro con sus
seres queridos.”. Sus almas se iban blindando aún más, al pasar por el
cementerio de las Naciones Unidas erizado de cruces marcando las tumbas de los
soldados de diez y seis naciones caídos en combate, ver los hornos para incinerar
los cuerpos de las fuerzas enemigas y la entrega de la placa o código de guerra
que en adelante los identificaría. Fueron cuatro los Batallones Colombia que
participaron en los tres años que duró el conflicto; cuando arribó el primero
en 1951, ya Corea del Norte había pasado el paralelo 38 invadiendo a Corea del
Sur, tomando a su capital Seul; luego las tropas de la O.N.U, penetraron en
territorio invasor asumiendo el control
de la capital norcoreana Pyongyang; sin embargo, una ofensiva de las fuerzas
comunistas habían reconquistado esta capital. La imaginación se queda corta
para describir el horror, el valor y el carácter de nuestros combatientes para
cumplir una misión, que no alcanzaban a comprender, pero cuando “un soldado
empieza a pensar, casi ha dejado de serlo”; por eso, no había lugar para razonar; cruzado el rubicón ya no había marcha atrás,
la suerte estaba echada, “alea jacta est” como dijo Julio César y se
enfrentaron al horror con la consigna del cazador : que se teme al oso, se
teme; pero una vez frente a él, no se piensa sino una cosa : ¡qué no se
escape”
Minuto de silencio en memoria de los soldados colombianos muertos en Old Baldy, en la sangrientabatalla , participó don José Diego Cañas G. Al fondo el cerro escenario del dramático enfrentamiento. |
El infierno pintado por Dante palideció, comparado con la odisea de
Corea: incursiones en cerros fuertemente defendidos, bajo letales bombas que al
estallar en el aire esparcían en el entorno mortales partículas,
confrontaciones bajo incesante fuego de granadas, artillería y bombas incendiarias de napalm en medio de la nieve con temperaturas
inferiores a 25 grados bajo cero, como si el infierno se hubiera congelado;
explosivos que literalmente desintegraban a sus víctimas; valerosas
expediciones para rescatar los cuerpos de sus compañeros muertos, envueltos en
material detonante dejados como señuelos
al alcance de la artillería rival; soldados semi enterrados en sus trincheras
por efecto de bombas y morteros, mientras sentían al enemigo caminar sobre
ellos, pensando quizás que en esos angustiosos momentos era viernes santo en
Colombia y sus seres queridos oraban postrados ante la Virgen del Carmen por sus vidas o, ya en la penosa condición de prisioneros,
capturando ratas y cucarachas en sus mazmorras para cambiarlas por cigarrillos.
Old Baldy, fue quizás la más sangrienta de las batallas librada por El Batallón
Colombia, donde oleadas de chinos con
espíritu suicida estremecieron la línea de defensa de los colombianos
suscitando algún comentario injusto.
Tarjeta de Filiación de don José Diego Diego Cañas. |
Constancia expedida por el ejército colombiano que acredita las condecoraciones recibidas por su valor. |
La Bayona, llamada después Almirante Brión.
Histórica bandera con la cual la Brigada de Institutos Militares recibió a los integrantes del Batallón
Colombia.
Quiero recordar con respeto y admiración a
quienes no regresaron a la patria y a los que superaron esta prueba de horror,
la mayoría de ellos, como el Coronel de García Márquez, fallecieron esperando
una pensión del Estado o un cargo público que nunca obtuvieron, en especial a
los Santarrosanos Efraím Beltrán C, quien siguió sirviéndo a la patria como
agente de policía, don José Diego Cañas Galvis, quien recibió dos medallas por sus valientes acciones en las batallas del monte 180 y la heroica defensa del monte Old Baldy quizás la más escabrosas y violenta de todas las libradas por los colombianos. Una vez reincorporado a la vida civil, prestó sus servicios a la Empresa Arauca, entidad que reconoció la responsabilidad como
asumió su deber de conductor al mando del "legendario expreso de La Dorada"; a don Fabio Llanos a quien tuve el honor de
conocer y otros que espero no queden en el olvido como don Jorge Alirio Bustos
y don Augusto Echeverry. Todo su valor queda resumido con la frase del
comandante de la vigésima cuarta división norteamericana, MG. Blackshear Bryan
:
” HE COMBATIDO EN TRES GUERRAS, PENSÉ QUE NADA ME FALTABA POR VER EN EL CAMPO
DEL HEROÍSMO Y LA INTREPIDEZ HUMANA , PERO ME FALTABA POR VER COMBATIR AL
BATALLÓN COLOMBIA”.
Bibliografía: Roa Martínez
Alejandro, Sangre en Corea y datos adicionales obtenidos en conversaciones con
los protagonistas y familiares de los combatientes y notas de El Tiempo.
Jaime Fernández Botero. Blog: Atalaya Santa Rosa de Cabal.