Todos los sábados en la cancha del Colegio Nacional,
veteranos jugadores cuyas mejores épocas ya habían pasado, deleitaban al
público con destellos de calidad y sobre todo, derrochaban pundonor y coraje para saborear las mieles de
la victoria, pues el tiempo no había extinguido el espíritu combativo propio de
sus comienzos como jugadores de potrero; lucían orgullosos los colores de
equipos como Yuma Yuma, Junior, Cosmos, Magisterio Americana de Curtidos y
muchos más, cuyos nombres aún no se han borrado de la memoria colectiva.
Alfonso Piedrahita llegó a Santa Rosa en el ocaso de su vida, atraído por el
eco que el torneo Senior Master de fútbol irradiaba en la región; “El Che, como
lo apodaban, venía ligero de equipaje, un fardo de viejos y raídos periódicos
lo acompañaban siempre y en su mente bullían alucinantes imágenes de estadios
cuyas estructuras se estremecían al ritmo de las emociones desbordadas generadas
por las filigranas, las gambetas y las felinas incursiones en el área rival de
los mejores jugadores del mundo. Sus historias eran escuchadas al principio con
piadosa atención, cuando no, con sorna por
parte de sus contertulios quienes cortaban de raíz sus “disparatadas”
divagaciones con un irónico ¡fenomenal Cheeeeeee…¡pronunciado con afectada
cadencia, parodiando el tradicional acento porteño. Alfonso Piedrahita encontró
en don Manuel Osorio el apoyo y la comprensión para acercarlo a Yuma Yuma y facilitarle
un auditorio, que sin mucha convicción, oía sus charlas técnicas antes de cada
partido, dignificando en alguna forma su vida. Pasó el tiempo, El Che, sumido
en la pobreza y sin renunciar a sus fabulosos recuerdos falleció en el Centro
de Bienestar del Anciano Betsabé Arbeláez donde permaneció los últimos años de
su existencia, relegado en el alma popular a la condición de “personaje típico”, como definen a quienes con sus ocurrencias dejan
pinceladas de color y gracia en la gris rutina parroquial, como la inefable
Barbarita ( qué habrá sido de ella ), Condorito, Nabor, Cédula; Elí, a quien
los ataques de euforia lo inducían a lanzar su raído sombrero sobre los tejados
de las casas y acto seguido, estallaba en llanto, conmoviendo a los vecinos
quienes en arriesgadas peripecias
rescataban la curtida gorra y sin poder paladear aún la satisfacción producida
por su buena obra, veían desconcertados como el pintoresco personaje volvía a
lanzar otra vez “su preciada alhaja” al elevado techo.
Alfonso, " El Che Piedrahíta. |
Pero, pocos sabían que
detrás del hombre de la magra figura, lacia cabellera y rasgos aguileños se
escondía un testigo y protagonista del momento
más fulgurante del fútbol colombiano: la Época de El Dorado. El país vivía con fervor y entusiasmo los albores
del fútbol profesional ; aprovechando una huelga de jugadores en
Argentina, Millonarios de Colombia contrató o “sustrajo” a los más emblemáticos
exponentes del balompié Gaucho y en 1949
ganó el campeonato deslumbrando con las
exquisitas ejecutorias de Adolfo Pedernera y Nestor “Pipo” Rossi, integrante de
la legendaria “Máquina” del River Plate; René Pontoni, ex delantero de San
Lorenzo, Julio Cozzi, arquero de la selección argentina; el hoy, a pesar del
paso del tiempo, legendario símbolo del Real Madrid, Alfredo Di Estéfano y Antonio
Báez considerado el mejor jugador del estelar elenco, entre otros. Y en el
centro de estas postineras figuras, brillando con luz propia estaba ALFONSO “EL
CHE” PIEDRAHITA, uno de los pocos colombianos que mantuvieron su titularidad
compitiendo con una pléyade de foráneos, virtuosos del balón quienes en su
momento hicieron de Millonarios el mejor
equipo del mundo. El ballet Azul confirmó el honorífico título cuando se paseó
victorioso por las canchas europeas, refrendando su brillante palmarés al
vencer en su sede al flamante Real Madrid, cuatro goles a dos, aunque en este año
1952, Alfonso no aparece en la nómina.
Alfonso Piedrahíta, junto a don Manuel Osorio, dirigente de Yuma Yuma. |
A manera de colofón podemos decir que hizo
parte de la nómina fundadora de Millonarios en 1948, año en que nació el fútbol
profesional colombiano. Después de su retiro
de las canchas nacionales, jugó en Centro América, fue entrenador del Deportivo
Rionegro F.C. cuando era un equipo amateur, y gambeteando las contingencias de
la vida, llegó a Santa Rosa; aquí, viviendo el día a día, cuando el eco de sus
triunfos se habían apagado y su nombre olvidado, nos concedió el honor de ser
partícipes en alguna forma de su admirable gesta histórica, la misma que estoy
seguro estaba registrada en las páginas de los periódicos llevados como
invaluable tesoro bajo el brazo. Sí, estimado “ Che “, tenías razón, fuiste
¡grande¡,¡ grande,¡ ¡fenomenal, Che¡ y no has muerto, porque uno muere cuando
lo olvidan y estoy seguro que al descubrir tu emotivo relicario de recuerdos
estarás en el corazón de todos los colombianos.
Alfonso Piedrahíta con el equipo Yuma Yuma. |
Quiero agradecer a don Joel
Jiménez, uno de los grandes futbolistas de la ciudad integrante del legendario
Juventud Santa Rosa, sus valiosos aportes para la elaboración de la presente
crónica.
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