En 1948 es asesinado en
Bogotá el líder Jorge Eliécer Gaitán, quien encarnaba los ideales de redención de los sectores populares del país. El
referido magnicidio trajo profundas
consecuencias sociales y políticas que cambiarían la historia de la nación:
aparte del estallido social en la capital
y otras ciudades del país, muchos de los seguidores de quien pregonaba
“no soy un hombre, soy un pueblo”, desencantados y defraudados de nuestra falaz
democracia, se refugiaron en el campo, donde crearon las llamadas “repúblicas
independientes”. Inmolado quien representaba su esperanza de tener en la presidencia alguien que
interpretara sus sueños de justicia e igualdad, se vieron obligados a realizar
una resistencia civil armada contra el Estado, legítima en ese momento y que
después dio origen al surgimiento de la guerrilla colombiana.
|
Registro del diario El Tiempo del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán. |
Mientras el país
se sumía en el enfrentamiento partidista, en otras latitudes se encendía una
nueva hoguera, cuyos efectos alcanzaría a ensombrecer aún más nuestra
convulsionada realidad: la península de Corea, que hasta 1945, estuvo invadida
por Japón, una vez vencido “el imperio del Sol Naciente”, fue repartida como
botín de guerra entre dos de las poderosas potencias vencedoras en la Segunda Guerra
Mundial. El norte quedó bajo el dominio de Rusia y el sur, bajo el imperio de
Estados Unidos; el primero Comunista y el segundo Capitalista. El paralelo 38
Servía de frontera entre los dos territorios. Pero, en 1950, Corea del Norte,
buscando la unificación de la estratégica península, avanzó con sus tropas
arrasando las fuerzas del sur, pasando con decisión el paralelo 38 y …¡ ahí fue
Troya¡. Las Naciones Unidas a instancias de Estados Unidos convocaron con
prontitud a las repúblicas “democráticas” del mundo”, “para defender la libertad
y las ideas occidentales”; temían la dinámica del dominó: una vez caída la primera ficha, corea
del sur, las demás naciones asiáticas correrían la misma suerte propagando el
comunismo y como Colombia vivía la misma paranoia, pues la muerte de Gaitán y
el estado de conmoción interna se le atribuía al comunismo, Laureano Gómez,
presidente de entonces, aceptó el llamado conformando en noviembre de 1950 el
batallón Colombia de infantería para hacer parte de la coalición de países de
Estados unidos, Etiopía, Inglaterra, Canadá y otros Estados que lucharían
contra las fuerzas de Corea del Norte , Rusia y sus aliados, sobre todo, los
Chinos, quienes pusieron a prueba el
valor de los nuestros.. Colombia fue el único país de Suramérica que participó
en el conflicto.
|
Don José Diego Cañas G, valiente integrante del Batallón Colombia quien combatió en Corea. |
La selección de quienes
irían al frente de batalla, a arriesgar su vida en una guerra ajena, estaba muy
distante de ser profesional: de las diferentes compañías del país, primero solicitaron
“voluntarios”; si estos escaseaban, elegían a quienes carecían de padres o
madres, ”ustedes se van, decían sus superiores, porque no tienen dolientes” ; otros,
aplicando una mordaz modalidad de ruleta rusa, vendaban a uno de los reclutas;
éste, a ciegas escogía a quienes irían al Batallón Colombia y se hacía como en
un juego, entre risas, pues aún no conocían la espeluznante misión que
cumplirían. No faltó el comandante que obedeciendo a extraños designios, a
dedo, seleccionaba sólo a uno del numeroso contingente a su cargo, asignándole
el dudoso honor de ir a disputar a sangre y fuego, “la tierra de nadie”, como
en tiempos bíblicos hizo el rey David, al situar a Urías, el esposo de su
amante, a la vanguardia de su ejército. La naturaleza humana es la misma en
todas las épocas.
|
Mapa de las dos coreas, separadas `por el paralelo 38. |
|
Las embrujantes islas de la Polinesia. |
Siempre admiré y disfruté de la amistad de los santarrosanos que integraron el Batallón Colombia; ellos, en
un país bajo Estado de Sitio, vivieron lo que los griegos llamaban El destino
(ananké), era una fuerza superior, no sólo a los hombres sino incluso a los mismos Dioses, estaban signados por el
hado fatal y un trágico determinismo histórico que los llevó a la infernal
contienda; una verdadera cita en Samarcanda, imposible de resistir. A pesar de
su condición de sencillas gentes del pueblo, al menos los que conocí, se
convirtieron en protagonistas de nuestra historia, buena o mala, según el punto
en que se mire, pero tienen un lugar en los acontecimientos que marcaron al
país. Recuerdo como contaban con emoción sus vivencias al salir de las
fronteras patrias y observar maravillados el Canal de Panamá, describir la
sensualidad de las mujeres de la polinesia en Hawaii, con la belleza de quienes
embrujaron a Paul Gauguin y casi propiciaron que los marineros de Magallanes
desarmaran sus barcos arrancando los clavos para cambiarlos por una noche de
pasión con las ardientes isleñas; la conmoción experimentada al cruzar el meridiano 180, que divide al mundo y marca el cambio de horario, y los breves, pero envidiables momentos
experimentados en Japón, aunque no todos tuvieron esta fortuna, de disfrutar
como samuráis occidentales, los encantos de las geishas, muñecas de porcelana
diestras en las exóticas artes amorosas. Tal vez, las vivencias narradas se
asemejan a la suerte del condenado a muerte, a quien antes de su ejecución le
permiten cumplir su última voluntad degustando un frugal banquete. Después
vendría la infernal experiencia. Continuará.
|
Meridiano 180 grados, que marca el cambio de horario, había que ajustar el calendario: ya no era miércoles, era jueves.
|
Que gran trabajo de documentación
ResponderEliminarJuan Alberto, cordial saludo. Gracias por sus expresivas palabras y la sensibilidad para reconocer y valorar la historia de santarrosanos , que aunque sencillos, hicieron historia por su valor.
ResponderEliminar