Santa Rosa de Cabal fue la
primera población de origen antioqueño fundada en territorio caucano; por eso,
sus primigenios habitantes tuvieron decisiva incidencia en la consolidación de
las bases para el surgimiento de la Civilización Cafetera. Aún encontramos en
su territorio las huellas del Camino del Privilegio, construido a partir de
1856, con los habitantes de Villamaría y el visionario Félix de La Abadía,
considerada la obra más importante del Estado Soberano del Cauca en el siglo
XIX porque conectó la región caucana, " la más extensa y prometedora de
la Patria", con Antioquia y catalogada
por el empresario Abadía, como “el canal que por muchos años, estaba indicada
por el Eterno como el vehículo que había
de conducir a nuestro suelo la riqueza de Antioquia”.
Por eso, cuando el mundo, a
través de La UNESCO, reconoció las características excepcionales de la cultura
que forjó un orden nuevo, basado en el trabajo, las relaciones de confianza y
el café, sorprende ver como los atributos del referido paisaje van desapareciendo
bajo la piqueta devastadora del “progreso”. Tanto en el campo como en la ciudad y
como apostatando de nuestras raíces, se destruyen casas solariegas que
expresaban la esencia de una época, con su herencia española reinterpretadas
con los materiales de la región como el bahareque, corredores perimetrales,
grandes aleros diseñados para proteger paredes y tapias de la humedad, puertas
ventanas que desplegadas de par en par, iluminaban los aposentos; portones
siempre abiertos y zaguanes que permitían vislumbrar a través de los primorosos
calados de sus contraportones el patio interior de la vivienda y sus jardines.
Pero la crisis de identidad que se vive, es más notorio, cuando con la misma sensación de impotencia o indiferencia que sentimos al ver la ineficacia de las normas reguladoras de la protección del patrimonio arquitectónico privado, vemos como inmuebles que guardan como verdaderos relicarios, aún entre sus despojos, la memoria colectiva de un pueblo formado por la avasallante fuerza interior de educadoras y educadores quienes hicieron de la enseñanza la razón de sus existencias: me refiero al infamante abandono de las instalaciones del colegio Labouré y la escuela Simón Bolívar, cuyas paredes y estructuras se debilitan por la acción de los elementos y a pesar, justo es reconocerlo, que parte de las comunidades educativas , especialmente del colegio Labouré, han luchado por sensibilizar a las autoridades y opinión pública del calamitoso estado de los inmuebles, el tiempo sigue dejando sus devastadores efectos y ensombreciendo los sueños de quienes anhelan ver en el futuro el Colegio Labouré restaurado, con sus elementos ornamentales, funcionales y estructurales entre ellas sus representativas puertas ventanas, en mala hora cambiadas por una “austera” fachada, convertido en símbolo de un pueblo con jóvenes orgullosos narrándole a propios y extraños la gloriosa gesta hilvanada, por un grupo de religiosas que desde Francia cruzaron el Atlántico, subieron por el inhóspito magdalena y a lomo de mula, entre los soeces insultos de arrieros y corcoveos de mulas “retrecheras” desafiaron las cíclopeas montañas andinas, para llegar a Santa Rosa, mientras los habitantes conscientes del trascendental momento histórico, convocaban una serie de “mandas” o aportes en dinero o en especie (un pato , una o dos tapias etc) realizadas por todas las damas de la ciudad para iniciar la construcción de la escuela San Vicente integrada luego con el colegio ofreciendo también modalidades como la normal que proyectó a través de sus promociones el élam del saber en Santa Rosa y toda la región.
No menos significativo y fundamental para reforzar nuestras raíces ancestrales como futuro corazón cultural de la ciudad, son las instalaciones de la escuela Simón Bolívar, construida en 1930, por el doctor Jesús Jaramillo, quien integró y articuló armoniosamente el estilo propio de la Colonización Antioqueña, con la arquitectura republicana europea, representada en su hermoso pórtico, hoy sostenido irreverentemente por dos guaduas símbolos de su inminente colapso. Su funcional diseño facilitó también el punto de encuentro de los habitantes de la ciudad: multitudinarios encuentros de básket ball, becerradas, certámenes de boxeo y exposiciones agropecuarias.
Escuela Simón Bolívar integra armoniosamente las técnicas constructivas de la colonización antioqueña y el estilo republicano europeo incorporado en nuestro medio en el siglo XX. |
El esbelto porche, estilo republicano que recibió durante años a los estudiantes "cual bandadas de palomas anhelantes de saber.." como lo expresó el poeta, se encuentra a punto de colapsar. |
La declaración por parte de las Naciones Unidas como Patrimonio de la Humanidad, aunque es un reconocimiento al carácter excepcional de una región, tiene el objetivo fundamental de proteger los atributos de una cultura que está al borde de la extinción y es obligación de las autoridades cumplir con estos propósitos. El patrimonio arquitectónico e histórico representados en los edificios del colegio Labouré y escuela Simón Bolívar son dos perlas de la cultura cafetera que se esfuman generando el ocaso moral de un pueblo y se deben proteger si hay voluntad política para acatar los compromisos de la importante declaración; de lo contrario, nos quedaremos reivindicando el título, pero sin el paisaje.
Jaime Fernández Botero. Blog: Atalaya Santa Rosa de Cabal.
Gracias por compartir e informarnos, este es uno de mis blogs favoritos y creo que el único que reúne información de Santa Rosa de Cabal.
ResponderEliminarEs casi imposible encontrar recursos e historia, si no fuera por este blog, es una joya.