domingo, 19 de agosto de 2012

UN VIAJE AL TECHO DE SANTA ROSA


UN VIAJE AL TECHO DE SANTA ROSA.


La parte urbana de la Ciudad de las Araucarias lo constituye solamente el 11.5% del territorio; el resto corresponde a la zona rural representada en su riqueza agrícola y ambiental. Paradójicamente esta zona está en una orfandad casi absoluta y sin presencia estatal. Con el fin de ir redescubriendo nuestro municipio y proporcionar elementos de juicio para apropiarnos e insertar estas ignoradas regiones dentro de los Planes de Desarrollo y Ordenamiento Territorial presentamos un recuento de un recorrido efectuado por quien escribe estas notas y un grupo de santarrosanos por el sector de La Sierra, elevado piso térmico de la ciudad que podríamos llamar El Techo de Santa Rosa.



Selva Andina, vista desde la hacienda la Sierra.

La Ciudad de las Araucarias está situada a 1.700 metros sobre el nivel del mar y prima el clima templado. Iniciamos la marcha hasta el frío reino del águila y el cóndor desde la hacienda “La Linda “ por un añejo, empinado y tortuoso camino al lomo de nobles corceles que salvaban profundos lodazales que como arenas movedizas pugnaban literalmente por devorarnos. El estrépito y el fragor de las bestias en su lucha contra la indómita naturaleza revivieron en mi mente las imágenes y el eco de las voces de los arrieros de antaño; verdaderos heraldos del progreso cuando al grito de “a trabajar mulas pa que otros coman” movilizaban la recua que unían lejanías; el chasquido del látigo, una letanía de madrazos e imprecaciones, complementaban la estrategia del rudo devorador de distancias para llevar su preciada carga a su destino.



Frailejones, Especie endémica de nuestros paramos.

Después de los 3.000 metros encontramos la Selva Andina; ya el camino es literalmente una trinchera, un verdadero socavón. La vegetación se entrelaza en lo alto formando un dosel verde que en ocasiones impide ver el firmamento. Sentimos que vamos entrando a otra dimensión cuando en el “ Alto del Grito” aparecen inquietantes letreros alertando a los viajeros: “ peligro león haciendo daños”: el anuncio nos produce sentimientos encontrados de temor por la posibilidad con toparnos con un puma en su jurisdicción con plena legitimidad y licencia para despresarnos y de alegría, porque a pesar de la cacería y destrucción de su hábitat, la fauna primigenia se resiste a morir a manos del hombre, presunto “ Rey de la Creación”. La descarnada osamenta de una res hallada más adelante en el recorrido reafirma nuestras inquietudes de terminar convertidos en el menú de un hambriento felino. Sobre los 4.000 mts. Cambia el paisaje: los valles amplían nuestro horizonte apareciendo el frailejón, el romero, el velillo y el verde negro; la inusual caravana perturba la sempiterna tranquilidad de las frías latitudes   y asustados conejos saltan de los pajonales, abandonando el seguro refugio y quedando en la mira infalible del águila. Seguimos nuestro ascenso y nos llama la atención un pequeño arroyuelo; sus rocas y su escaso caudal tienen una tonalidad amarillo intenso, parece pintado por Van Gogh, es el río Campoalegrito y el color de sus aguas en este sector proviene de las canteras de azufre existentes en inmediaciones de su nacimiento.


El "Paramillo de Santa Rosa", el punto mas alto de nuestra ciudad.

EL TECHO DE SANTA ROSA. Cerca de los 4.100 metros sentimos el corazón tan agitado como “ un ratón dentro de una chuspa” y es aquí donde aparece la formidable muralla de granito conocida con el nombre del paramillo de Santa Rosa, es el punto más alto del municipio y recordamos con emoción las clases de geografía de nuestra maestra de primeras letras, Inés León, en nuestra escuela Pedro José Rivera, cuando con la lengua aprisionada entre los dientes, con un color verde de escasa punta rasgábamos la hoja del cuaderno, demarcando en el mapa de la ciudad  la legendaria altura. Hoy ya no enseñan geografía local, ni historia y el antes páramo de Santa Rosa, aparece yermo y desolado por el Calentamiento global y los atentados realizados contra la naturaleza. Aunque algunas veces lo vemos cubierto con una frágil fugaz escarcha, su acelerada decadencia marca el triste destino a seguir por el Nevado del Ruiz y de todos los páramos del mundo, condenados a desaparecer por nuestra conducta pasiva y omisiva ante los evidentes signos de agonía de la tierra, causados por quienes convierten los recursos naturales en dinero.


La Magia de la laguna del Encanto, Un verdadero sitio de Poder.

EL PARAÍSO DE LOS JUSTOS. Bordeamos el Paramillo, esa barrera natural que nos separa de los Valles aledaños a la Laguna del Otún y empezamos a descender por espesos pajonales, hacíamos camino al andar pues no había señales de senda alguna . A estas alturas, yo tenía paranoia con la mula y estaba convencido que alimentaba el perverso y hasta legítimo propósito, de desmontarme; así lo creía por los violentos cambios de ritmo impuestos: miraba a la derecha y súbitamente saltaba hacia la izquierda; iba quieta y tranquila e inesperadamente se lanzaba a galope tendido como un kamikase de cuatro patas en zigzag, ladera abajo buscando los desniveles más altos del terreno para saltar. Mientras tanto, el pobre “jinete” ya con los pies fuera de los estribos, los dientes apretados y con la dignidad perdida porque la lucha por la supervivencia le impedía asumir una postura digna, se aferraba irreverentemente del cuello del “noble” bruto. Todas estas aprensiones y los nefastos efectos de la lluvia y el frío sobre nuestra humanidad, desaparecieron cuando la neblina se despejó y dejó ver una de las visiones más hermosas que recuerde en mi vida: la imagen seductora y cautivante de la Laguna del Encanto, un verdadero sitio de poder que nos llevó a estados superiores de conciencia, donde la luz, el color, la neblina, el agua y el entorno se fusionan en una visión sublime; parece un portal a otra dimensión; no en vano nuestros indígenas consideraban a las lagunas de páramo el paraíso donde iban todas las almas de los seres buenos pues allí palpita y se conserva la vida en la forma más pura. Tal vez don Matías, el buscador de oro que quedó embrujado por el hermoso paraje abandonando propiedades y familia, para vivir y morir en una cueva cerca de la laguna, era un alma justa digna de permanecer en el plácido éter de ese embriagador Edén o quizás, encontró realmente un tesoro como lo afirma la tradición popular . Lo cierto es que su nombre se perpetuó pues el sitio se conoce hoy con el nombre de Laguna de Don Matías.



Rió "Campo Alegrito" cerca de su nacimiento; parece pintado por Van Gogh.    Su tonalidad amarilla se debe a las minas de azufre.

Reanudamos la marcha, pero aún no estaban colmadas nuestras ansias de emociones; pasamos por el nacimiento del río San Eugenio: no es más que una peña de la cual caía un hilillo de agua que gradualmente aumentaba su caudal alimentado por la estrella fluvial de múltiples riachuelos emanados de esta poderosa reserva hídrica del mundo. Por fin llegamos a la legendaria hacienda de La Sierra, construida por don Argemiro Sierra y su familia; desde esta materialización del tesón y el esfuerzo humano observamos el camino que construyeron los santarrosanos al iniciarse el siglo XX para conducir los sombreros, una próspera industria de entonces, hacia Ibagué para luego transportarlos por ferrocarril hacia el Magdalena y de allí a Barranquilla, para su exportación en una demostración de carácter y fortaleza. Que flojos somos hoy comparados con aquella época, “siquiera se murieron los abuelos, sin ver como afemina la molicie”.

La legendaria hacienda la Sierra, la ultima frontera de Santa Rosa.

Un hilillo tenue marca el nacimiento del río San Eugenio.

El regreso por los húmedos canalones y los lisos empalados no estaba exento de riesgo; por lo tanto tomé la decisión, siguiendo los dictados de mi cabalgadura de regresar a pié.   En los momentos de descanso, rodeado por la embriagante sensación de este Santuario Natural, surgieron muchas reflexiones: la supervivencia de nuestro municipio depende de la conservación de este patrimonio ambiental, hoy convertido en la tierra del olvido. El Estado encarnado en la Nación, el Departamento La Carder y el Municipio debían empezar a hacer presencia con guardabosques, adquisición de tierras e investigaciones científicas que les permita a las nuevas GENERACIONES RECIBIR INTACTO EL PATRIMONIO QUE EL CREADOR NOS HA ENTREGADO EN DEPÓSITO, con mayor razón cuando las nuevas realidades, materializadas en la construcción de la carretera a la laguna y el peligro latente de explotación minera, se ciernen amenazantes. Al observar las destrezas de las mulas en salvar los obstáculos terminé admirando más este heraldo del progreso y recordé que Bolívar y Napoleón cruzaron los páramos de Pisba y las cumbres Alpinas  en humildes mulas, pero paradójicamente fueron inmortalizados en pinturas donde galopaban en briosos caballos blancos que no resistirían una tarde en las abruptas alturas. Y en cuanto a las contingencias con mi noble cabalgadura, llegué a una conclusión: LE FALTÓ JINETE.

Río Campoalegrito.
En algunas épocas, el Paramillo se viste con una escarcha fugaz y pasajera.

Otra imagen del Paramillo.   Antes llamado Páramo de Santa Rosa, el calentamiento Global incidió para la desaparición de la nieve.