jueves, 23 de mayo de 2013

Las mentiras oficiales.

Ha sido una constante en la historia del país la indiferencia cómplice asumida por la clase dirigente con los daños colaterales que se causan en las comunidades y el medio ambiente, cuando se adoptan proyectos económicos legitimados con la funesta consigna de: "el fin justifica los medios". En 1853, cuando el librecambio tuvo estatus constitucional, favoreciendo la invasión masiva y sin aranceles de ninguna clase, de los productos ingleses, quedaron en la ruina los artesanos del país, quienes desde La Colonia habían mantenido una significativa producción de telas, cerámicas, artículos de cestería y talabartería entre otros, mientras la élite de entonces, convertida en una casta parasitaria y ociosa, consideraba al trabajo una actividad indigna y ajena a sus dudosos blasones de la estirpe. El desespero los arrastró a una guerra contra quienes detentaban el poder político y económico; el desigual combate terminó con la extinción de la referida clase social porque los artesanos sobrevivientes fueron confinados en Panamá donde la malaria y las enfermedades endémicas acabaron con sus vidas. La lista de agravios contra el órden social y ambiental continuó después de 1970 con la destrucción del refrescante dosel verde de especies nativas que le brindaban al café el sombrío necesario para proporcionar un control biológico de plagas, garantizando una cosecha pródiga, limpia y libre de tóxicos y agentes pesticidas. La clase dirigente de entonces, siguiendo el funesto determinismo histórico referido y respondiendo a los intereses extranjeros ávidos de comercializar sus venenos y letales fungicidas, arrasó guamos, chachafrutos, lembos, nogales, guayacanes, dragos y miles de especies más, representativas de nuestra alucinante biodiversidad y expusieron al café a sobredosis de devastadores químicos y como efecto adicional se destruyó el hábitat de cientos de exóticas aves, reptiles, roedores, marsupiales e insectos que medraban en los relictos de bosque nativo. A nadie le importó la supresión del vital nicho ecológico, rico además en fuentes de agua y especies que evitaban la erosión, pues "el pragmatismo y el progreso deben imponerse sobre los lamentos de los poetas e idealistas. 

                 

Hoy, mientras desde las esferas oficiales se agita ladinamente la bandera del medio ambiente y es una moda en la población hablar de ecología, el gobierno nacional en su permisiva entrega de los recursos naturales al inversionista extranjero, ha expedido leyes leoninas en favor de las multinacionales, tan permisivas que más parecen dictadas por un ejército de ocupación, como hacían los nazis para blindar y garantizar sus incursiones en los países ocupados sin cortapisas legales o éticas. La doble moral se constata cuando el Estado permite aniquilar por pírricos ingresos los recursos naturales y ambientales ofreciendo leoninos estímulos y privilegios, verdadera patente de corso para despojar territorios ancestrales, con potestad de trazar redes eléctricas o explotar recursos en santuarios nacionales como el de Barbas Brenmen, donde se asilan los últimos exponentes de nuestra fauna ancestral u obligando a la población a aceptar servidumbres nocivas para la salud.

Santa Rosa vive este drama y carece de dolientes. El Ministerio de Agricultura con la meta de estimular la siembra de un millón de hectáreas en eucaliptos y pinos, llamándolos eufemísticamente bosques comerciales, camuflando el letal impacto sobre las fuentes de agua, la biodiversidad y en general en las aves, insectos, roedores y marsupiales que se alimentan de las semillas, flores, frutos de los árboles nativos, fue pródigo con los privilegios del gran capital que arrasa nuestra diversidad y gracias a la ley de incentivos forestales se arriendan o se compran tierras a bajo precio, talando luego el hábitat de nuestra fauna silvestre con la indiferencia de todo el mundo. Mientras tanto se adormece a la opinión pública publicando con gran despliegue fotografías del director de La Carder y el Ministro del Medio Ambiente sembrando un arbolito o la imágen de los felices y risueños niños de la vereda en la cual el bosque nativo se transformó en "desierto verde" o "bosque silencioso", visitando por cuenta de la compañía maderera el zoológico donde, como en un frío orfanato, languidecen las especies a las que se les destruyó su hábitat, condenándolas a su extinción.

                 

Coatí o cuzumbo, apedreado en las tierras altas de zona rural. Especies como éstas se encuentran al borde de la extinción, la destrucción de su hábitat los expone, además, a la acción vandálica del hombre poseído por Tánatos, el dios de la muerte.( foto Hugo Londoño)


El cuadro es angustioso: mientras se le brindan privilegios a quienes obran en la localidad con la saña de un ejército de ocupación , al propieterio de una porción de tierra con algún relicto boscoso, refugio de los últimos vestigios de especies silvestres, no se le brinda estímulo alguno y antes por el contrario, es víctima de las necesidades fiscales del municipio que incementa sus impuestos, obligándolo a ceder las tierras a quienes carecen de sentido de pertenencia y compromiso con su querencia y las nuevas generaciones.

Al sur ya hay sectores sin aves, sin biodiversidad, sin vida.....sólo un erial verán las futuras generaciones.

Si el municipio en cabeza del señor Alcalde, Personero, Concejo Municipal , Empocabal y la indiferente ciudadanía no propician la realización de un censo de los últimos relictos boscosos para hacerles un seguimiento y aislarlos de la depredación, se les brinde, además, estímulos a los propietarios de estas tierras para valorar y preservar el patrimonio ambiental; se incrementen programas para adquirir tierras para proteger bosques y campañas con los propietarios para sembrar cinturones biológicos y ofrecerle a la fauna corredores por los cuales se puedan conectar con parches boscosos sin que queden expuestos a la barbarie del hombre; si no se le exige a la Carder la protección de nuestra biodiversidad y si seguimos haciéndonos los pendejos, pregonando los presuntos y embriagadores paisajes que nos circundan , todo nuestro entorno será un erial, como ya sucede al sur de la localidad, un cementerio verde donde reina una atmósfera fantasmal, sin aves, sin vida humana, sin nada de aquellas maravillas que hicieron creer a los españoles haber llegado al paraíso terrenal, cuando los embrujó ese caleidoscopio de vida, luces, formas, colores y sonidos propios de nuestra agónica biodiversidad.                      


viernes, 17 de mayo de 2013

La Patria está en venta.


Colombia está en venta y a precio de quema. El territorio nacional y sus valiosos recursos naturales se entregan incondicionalmente a los inversionistas extranjeros, quienes  con patente de corso y ajenos al sentido de pertenencia arrasan con los bosques, contaminan las fuentes de agua y destruyen el legado ancestral con la actitud permisiva y los cantos de sirena de quienes han sido ungidos para proteger la heredad. 

Ante la ausencia de Estado, sólo una población consciente podrá deterner, o al menos atenuar los efectos, del armagedón que se avecina y aunque el poder avasallante del gran capital, blindado con leyes leoninas, intimida y nos sume en el escepticismo, sólo nos queda hacer gala del valor civil para tratar de cambiar el curso de los acontecimientos y para ello el capital social de cada ciudadano comprometido con su patria debe ser  una fuerza transformadora capaz de hacer visible nuestro patrimonio natural y cultural  estableciendo líneas de acción efectivas para protegerlos.




Los bosque nativos, van desapareciendo gracias a lo sestímulos que el estado ofrece a los inversionistas extranjeros y reemplazados por eucaliptos y otras especies en detrimento de las aves que sin semillas y frutos desaparecen de la región. 

La misión no es fácil, pero perfectamente realizable, como se colige del siguiente pasaje: Se encontraba en la playa un solitario naturalista, de aquellos a quien " los pragmáticos" llaman peyorativamente idealistass, pero que no se resignan ni claudican ante la adversidad, devolviendo pacientemente al océano las estrellas de mar, condenadas a morir en las ardientes arenas del litoral; un sarcástico y pesimista tiriasta lo censuró, cuestionando su presunta falta de sentido común, pues por cada estrella que retornaba al mar, el insondable piélago le devolvía centenares del referido equinodermo. Sin embargo, y a pesar de los gestos burlones de los turistas, el defensor de la naturaleza continuó con su misión. Al día siguiente no estaba sólo y vió con satisfacción y esperanza que su ejemplo había concitado la participación de otras personas en la encomiable cruzada y con el tiempo centenares de quijotes se habían sumado a la causa de salvar las estrellas de mar, demostrando que la unión y la convicción hacen la fuerza.


El momocultivo de especies foráneas aumentan y hacen metástasis en toda la zona urbana del municipio, sin que existan proyectos ambientales para proteger la biodiversidad y el paisaje nativo.

Si volvemos la mirada al sector rural y redescubrimos nuestr patrimonio ambiental es posible, aunando voluntades, como los quijotes de nuestra historia, ponerle límites a la ambición de quienes anteponen el interés mercantil al derecho fundamental de dosfrutar un ambiente sano y el respeto por nuestra alucinante diversidad hoy próxima a desaparecer.

     

Mientras el gobierno central estimula la siembra de "bosques comerciales" en detrimento de nuestra biodiversidad, los propietarios de predios rurales con algunos relictos boscosos carecen de apoyo y antes por el contrario son víctimas de las necesidase fiscales del municipio sin propuestas  para atenuar el dramático proceso de la extinción de la flora y faunas nativas. Es necesario hacer un censo de bosques como el de la imágen, último refugio de barranqueros, guatines, cuzumbos, armadillos, chuchas y otras acorraladas especies para protegerlos, estimular la siembra de cinturones biológicos que conecten   pequeños parches boscosos para brindarle a la vida silvestre corredores para su desplazamiento, sin que el hombre, poseido por tánatos, la personificación de la muerte los acose extinga. Cada santarrosano se debe convertir en un valioso aliado en esta causa antes que la ciudad se convierta en el ementerio verde de Colombia.