sábado, 26 de abril de 2014

Historia .La Casa Grande


Juan J. Siluan fue uno de los inmigrantes extranjeros más importantes e influyentes de Santa Rosa de Cabal en el siglo XX. Había nacido en Sajle, ciudad de Siria,  contrajo matrimonio con la señora Pastora Buitrago distinguida dama de la sociedad santarrosana. Hizo fortuna ejerciendo la actividad de comerciante, agricultor y ganadero; llevaba en la sangre la herencia ancestral y la visión de aquellos beduinos que unieron vastos territorios a través de la Ruta de la Seda abriendo horizontes que integrarían al mundo a través de la actividad mercantil. Su privilegiada posición social y su influencia tenían un permanente carta de presentación en la deslumbrante mansión de estilo republicano construida en 1928 erigida como un palacio en medio de rústicas casas de bahareque, convirtiendo en polo de desarrollo un sector donde aún no había llegado la expansión urbana; su perspicacia  vislumbró también  las multitudes que el naciente deporte del fútbol atraería al sector apoyando decididamente la celebración de los encuentros futboleros en la zona allende a su propiedad en momentos en que el alcalde de la ciudad había prohibido la práctica del referido deporte presionado por las quejas de los vecinos enfurecidos por las tejas rotas, las paredes marcadas con los cascos del balón dibujadas con barro y las finas porcelanas despedazadas por los afiebrados, pero torpes futbolistas, que dirigían la pelota al interior de las viviendas en vez del arco rival


 Desde entonces, los balcones de la mansión se convirtieron en estratégicos palcos para disfrutar las felinas atajadas de los "goal quipper" y los duelos entre el Axter y el Once, cuadros que se disputaban el corazón de los santarosanos. Y como no todo debía ser "mente sana en cuerpo sano", los locales comerciales de la primera planta también se llenaban de clientes.




No siempre las relaciones entre los santarrosanos y  los extranjeros fueron  cordiales; la competencia entre los comerciantes raizales y foráneos fue por momentos intensa y no siempre leal, tal hecho se colige al observar las propagandas insertadas en los diarios de la época que invariablemente consignaban la expresión " ALMACÉN DE COLOMBIANO" y la presión efectuada al alcalde César Botero conminándolo a cerrar los establecimientos comerciales de los inmigrantes. Sin embargo, Juan Siluan tuvo siempre  un fuerte temperamento y gozaba además , de un fuero especial en su condición de súbdito francés como lo comprobaron los habitantes de la ciudad cuando pasado de copas insultó y desafió al alcalde Blas Arbeláez quien lo envió a la cárcel.Sin embargo, no se había secado aún la tinta del decreto que formalizaba la sanción , cuando desde Bogotá le informaban al alcalde que el gobierno de Francia exigía explicación por la detención de su súbdito. En el acto y de mala gana, Blas Arbeláez le concedió la libertad.


Casa de Juan Siluan en 1930 cuando se enfrentaron el Axter de Santa Rosa y un equipo de Manizales

 Juan Siluan vivió momentos gratos y tristes: en los lujosos aposentos de la soberbia mansiónse efectuó la recepción al presidente Enrique Olaya Herrera y su comitiva y en su condición de anfitrión fue el encargado de brindarle el saludo de bienvenida con un emotivo discurso. Desde los balcones de la Casa Grande se observó cuando la población indignada quemaba la imagen del dictador peruano Sánchez Cerro, quien invadiendo territorio colombiano  había ocupado a Leticia; luego la tragedia llamó a su puerta cuando su hijo, José, falleció accidentalmente a causa de un disparo proveniente de un arma de fuego accionada por  uno de sus amigos.


Hoy la histórica casa de Juan Siluán constituye un verdadero monumento histórico para los santarrosanos.

Hoy el polo de desarrollo que avisoró don Juan Siluán en una a zona rodeada por quebradas, lagos y maleza es una realidad pues posteriormente se erigió en su entorno La Plaza de Mercado Los Fundadores. De esa gesta escrita con letras de oro por parte de un gran personaje queda como un gran monumento histórico la hermosa mansión que deslumbró a los santarrosanos de antaño y a pesar de estar dividida en varias propiedades , sus dueños accedieron a pintarla del mismo color para conservar su integridad, al menos virtualmente.              

domingo, 20 de abril de 2014

María Cano en Santa Rosa de Cabal




María Cano en Santa Rosa de Cabal

María Cano, llamada en su momento La Flor del Trabajo por la clase obrera colombiana, fue una de las mujeres que en el siglo XX se distinguió por su valor y temperamento en defensa de los trabajadores y los sectores menos favorecidos de la sociedad. En su rol de heroína de espíritu libertario y contestatario recorría todo el territorio nacional apoyando con sus elocuentes arengas los movimientos de obreros, artesanos y grupos independientes que  defendían las ideas socialistas y buscaban por medio de las huelgas la justicia social y la desarticulación del régimen colonial impuesto por las multinacionales del banano, el petróleo y las millonarias inversiones norteamericanas  rodeadas por el Estado Colombiano de leoninos privilegios y patente de corso para obrar como un ejército de ocupación. Su verbo encendido y apasionado movilizó las masas promoviendo la organización del pueblo, la formación de un partido de estirpe proletaria, la abolición de las leyes represivas, la libertad de los presos sociales , las prestaciones sociales y el reconocimiento por parte del gobierno del proyecto 888 propuesto por los grupos socialistas para dedicar ocho horas al trabajo, ocho a la educación y al esparcimiento y ocho al descanso, en una época donde la empresa extranjera acrecentaba sus riquezas con la explotación obrera, sometiéndolos a largas y extenuantes jornadas laborales,  obligándolos a aceptar como pago en especie rancias porciones de jamón traído de Estados Unidos, imponiendo el pago por medio de vales o bonos sólo negociables en los economatos o tiendas de las multinacionales que encarecían los víveres arbitrariamente, propiciando una sutil forma de esclavitud y dependencia pues el obrero para sobrevivir debía aceptar créditos de su patrón que crecían mes a mes.
Todo este escenario de sojuzgamiento y aleve atentado contra la dignidad humana generó la Masacre de las Bananeras y la lapidaria y expresiva frase proferida por el líder popular Jorge Eliécer Gaitán: “ El Estado Colombiano tiene la rodilla en tierra y la sumisión frente al gobierno norteamericano y esgrime el fusil amenazante ante la clase obrera”.






Por eso, la presencia de MARÍA CANO significaba para las autoridades un factor de agitación y perturbación; por lo tanto, los alcaldes reservaban a la combatida líder una celda y la amenaza de aplicarle la ley de Alta Policía, un riguroso y arbitrario código que sancionaba sin fórmula de juicio y sumariamente a quienes eran catalogados como “enemigos del orden establecido”.

La visita de MARÍA CANO a Santa Rosa se verificó en 1927 en medio de un tenso enfrentamiento entre el alcalde Alfredo Naranjo y el juez Civil del Circuito de apellido Restrepo, quien en actitud desafiante agitaba en el municipio las ideas socialistas que se habían propagado en el país después de la revolución rusa en 1917. El choque entre ambos funcionarios se desató cuando realizaban una visita de rutina a la cárcel y encontraron una obra del escritor José María Vargas Vila entre los efectos personales de uno de los detenidos. El referido autor, acusado de panfletario por sus enemigos, era entonces objeto de censura por parte de la Iglesia y sus obras eran perseguidas por el Estado, por su esencia irreverente e iconoclasta. Cuando el alcalde ordenó la incautación del libro, el juez Restrepo se opuso vehementemente, llamando “sayones fanáticos” al sector del clero que había satanizado la obra. Y así se inició el choque de trenes entre las esferas ejecutiva y judicial que encarnaba la polarización ideológica en la localidad, que en el fondo era un microcosmos del agitado proceso político del país. La rivalidad llegó a su clímax cuando el juez fue detenido por orden del alcalde, presuntamente porque se negó a entregar un revólver al ser requisado; el hecho se produjo mientras transcurría una manifestación donde Restrepo arengaba e incitaba al pueblo a defender sus derechos. Herido en su amor propio, el juez, una vez salió de la cárcel, envió también a la prisión al comandante de policía del municipio.


María Cano , una vez se dirigió a la clase obrera de Santa Rosa continuó su viaje hacia Pereira.


Mientras el enrarecido clima se acentuaba con el duelo entre actos administrativos y autos judiciales y mutuas acusaciones, MARÍA CANO llegó a Santa Rosa. La valerosa mujer, quien agitaba las banderas en defensa de su género y de los obreros en una época en que la mujer carecía de derechos políticos y civiles y dependía “del padre, si era soltera, del hermano mayor si era huérfana o del marido si era casada “como lo estipulaba el cavernario código de Manu, se dirigió a la clase trabajadora de Santa Rosa desde el tren, en la estación del ferrocarril, recibiendo la ovación y el reconocimiento a su valor en defensa de sus ideales.

MARÍA CANO continuó su recorrido hacia Pereira, patria chica de Ignacio Torres Giraldo, su amor y compañero de luchas, ideales y persecuciones; sólo lo acompañó una persona : el juez Restrepo, quien desafiante, rendía así tributo de admiración a la Flor del Trabajo.

Al regresar el Juez del Circuito a la ciudad fue recibido con la destitución de su cargo judicial.