domingo, 20 de abril de 2014

María Cano en Santa Rosa de Cabal




María Cano en Santa Rosa de Cabal

María Cano, llamada en su momento La Flor del Trabajo por la clase obrera colombiana, fue una de las mujeres que en el siglo XX se distinguió por su valor y temperamento en defensa de los trabajadores y los sectores menos favorecidos de la sociedad. En su rol de heroína de espíritu libertario y contestatario recorría todo el territorio nacional apoyando con sus elocuentes arengas los movimientos de obreros, artesanos y grupos independientes que  defendían las ideas socialistas y buscaban por medio de las huelgas la justicia social y la desarticulación del régimen colonial impuesto por las multinacionales del banano, el petróleo y las millonarias inversiones norteamericanas  rodeadas por el Estado Colombiano de leoninos privilegios y patente de corso para obrar como un ejército de ocupación. Su verbo encendido y apasionado movilizó las masas promoviendo la organización del pueblo, la formación de un partido de estirpe proletaria, la abolición de las leyes represivas, la libertad de los presos sociales , las prestaciones sociales y el reconocimiento por parte del gobierno del proyecto 888 propuesto por los grupos socialistas para dedicar ocho horas al trabajo, ocho a la educación y al esparcimiento y ocho al descanso, en una época donde la empresa extranjera acrecentaba sus riquezas con la explotación obrera, sometiéndolos a largas y extenuantes jornadas laborales,  obligándolos a aceptar como pago en especie rancias porciones de jamón traído de Estados Unidos, imponiendo el pago por medio de vales o bonos sólo negociables en los economatos o tiendas de las multinacionales que encarecían los víveres arbitrariamente, propiciando una sutil forma de esclavitud y dependencia pues el obrero para sobrevivir debía aceptar créditos de su patrón que crecían mes a mes.
Todo este escenario de sojuzgamiento y aleve atentado contra la dignidad humana generó la Masacre de las Bananeras y la lapidaria y expresiva frase proferida por el líder popular Jorge Eliécer Gaitán: “ El Estado Colombiano tiene la rodilla en tierra y la sumisión frente al gobierno norteamericano y esgrime el fusil amenazante ante la clase obrera”.






Por eso, la presencia de MARÍA CANO significaba para las autoridades un factor de agitación y perturbación; por lo tanto, los alcaldes reservaban a la combatida líder una celda y la amenaza de aplicarle la ley de Alta Policía, un riguroso y arbitrario código que sancionaba sin fórmula de juicio y sumariamente a quienes eran catalogados como “enemigos del orden establecido”.

La visita de MARÍA CANO a Santa Rosa se verificó en 1927 en medio de un tenso enfrentamiento entre el alcalde Alfredo Naranjo y el juez Civil del Circuito de apellido Restrepo, quien en actitud desafiante agitaba en el municipio las ideas socialistas que se habían propagado en el país después de la revolución rusa en 1917. El choque entre ambos funcionarios se desató cuando realizaban una visita de rutina a la cárcel y encontraron una obra del escritor José María Vargas Vila entre los efectos personales de uno de los detenidos. El referido autor, acusado de panfletario por sus enemigos, era entonces objeto de censura por parte de la Iglesia y sus obras eran perseguidas por el Estado, por su esencia irreverente e iconoclasta. Cuando el alcalde ordenó la incautación del libro, el juez Restrepo se opuso vehementemente, llamando “sayones fanáticos” al sector del clero que había satanizado la obra. Y así se inició el choque de trenes entre las esferas ejecutiva y judicial que encarnaba la polarización ideológica en la localidad, que en el fondo era un microcosmos del agitado proceso político del país. La rivalidad llegó a su clímax cuando el juez fue detenido por orden del alcalde, presuntamente porque se negó a entregar un revólver al ser requisado; el hecho se produjo mientras transcurría una manifestación donde Restrepo arengaba e incitaba al pueblo a defender sus derechos. Herido en su amor propio, el juez, una vez salió de la cárcel, envió también a la prisión al comandante de policía del municipio.


María Cano , una vez se dirigió a la clase obrera de Santa Rosa continuó su viaje hacia Pereira.


Mientras el enrarecido clima se acentuaba con el duelo entre actos administrativos y autos judiciales y mutuas acusaciones, MARÍA CANO llegó a Santa Rosa. La valerosa mujer, quien agitaba las banderas en defensa de su género y de los obreros en una época en que la mujer carecía de derechos políticos y civiles y dependía “del padre, si era soltera, del hermano mayor si era huérfana o del marido si era casada “como lo estipulaba el cavernario código de Manu, se dirigió a la clase trabajadora de Santa Rosa desde el tren, en la estación del ferrocarril, recibiendo la ovación y el reconocimiento a su valor en defensa de sus ideales.

MARÍA CANO continuó su recorrido hacia Pereira, patria chica de Ignacio Torres Giraldo, su amor y compañero de luchas, ideales y persecuciones; sólo lo acompañó una persona : el juez Restrepo, quien desafiante, rendía así tributo de admiración a la Flor del Trabajo.

Al regresar el Juez del Circuito a la ciudad fue recibido con la destitución de su cargo judicial.

1 comentario:

  1. Una mujer de admirar realmente defensora de los derechos del trabajador, lo que no se ve en los políticos actuales

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