martes, 21 de marzo de 2017

Circo sin pan.


Circo sin pan.

La revolución informática ha generado una profunda transformación en la sociedad actual, produciendo lo que Vargas Llosa llama “La Civilización del Espectáculo”, donde le concepto tradicional de cultura se ha desnaturalizado para dar paso a los libros y programas de “entretenimiento”, donde lo grotesco, trivial y frívolo se constituyen en condimentos para seducir a un público superficial, ajeno y renuente a hacer un mínimo esfuerzo mental para elevar su capacidad intelectual. Hoy las celebridades del espectáculo iluminan con su ilusoria, fugaz y famélica luz a un mundo encandilado por sus goles “jugadas de fantasía” y “gestos técnicos” que se repiten, enaltecen y difunden a través de la autopista cibernética por todo el mundo. Sus artífices, son Dioses en Calzoncillos y en los estadios, escenario de sus proezas sólo quedan por fuera Los ladrones y los filósofos, como se decía de los eventos programados en el coliseo romano, Aunque la idolatría hacia estos dioses hechos con materiales averiados ha sido propiciada por los medios de comunicación y su alucinante tecnología moderna, la humanidad ayer como ahora, ha forjado mitos y se ha rendido serviles ante sus héroes, muchos de ellos con pies de barro.



Ídolos de la antiguedad.


 En el siglo III, antes de Cristo se efectuaba en Grecia la premiación de los atletas vencedores en los Juegos Olímpicos; mientras la multitud  de pie y en medio del paroxismo y el frenesí aclamaba a los vencedores de la competencia, Diógenes, un lapidario filósofo crítico acerbo de las costumbres de su época, para dar una lección de censura y reproche, se quedó  “irreverentemente” sentado y como la enardecida multitud lo increpó por su injuria a los considerados héroes vivientes, inesperadamente tomó una de las coronas de laurel  destinadas a ceñir la frente de los idolatrados deportistas y se auto coronó ante el asombro, la indignación  y la rechifla de éstos, el filósofo hizo un gesto que acalló a los espectadores y con voz firme y estentórea expresó: “ SI ADMIRAIS LAS PIERNAS ÁGILES Y FUERTES , CORONAD A LOS VENADOS, SI QUEREIS MÚSCULOS, ALABAD A LOS BUEYES; SI CREEIS QUE EL IDEAL DEL HOMBRE ES RETORNAD AL MUNDO DE LOS CUADRÚPEDOS DEL VENADO Y DEL BUEY, SEGUID CORONANDO A LOS VENCEDORES DE ESTAS JUSTAS; PERO YO CIÑO ESTA CORONA DE LAUREL PORQUE HE VENCIDO CONTRICANTES MIL VECES MÁS PODEROSOS QUE LOS DE USTEDES: LA POBREZA, LA PROSCRIPCIÓN Y EL INFORTUNIO. TUS MÚSCULOS SE ACCIONAN BUSCANDO HALAGOS, MI MENTE RECHAZA LOS ESTÍMULOS DE LOS `PODEROSOS; TUS PUÑOS, ATAN, LOS MÍOS, LIBERAN;. HE VENCIDO A UN ENEMIGO MÁS TERRIBLE: ¡ME HE VENCIDO A MÍ MISMO¡”.

"Sólo se  quedan fuera del estadio los ladrones y los filósofos."


El pueblo siempre necesita ídolos que encarnan sus sueños de grandeza, belleza éxito, poder o dinero; sin embargo, nunca como ahora, los medios fabrican  celebridades que como los chiclets se intercambian, mastican y  escupen y aunque hace parte de la frágil e impresionable mentalidad humana adorarlos y encandilarse con su mortecino brillo , es necesario aprender la lección que dos mil quinientos años atrás nos dejó Diógenes, recibiendo con cautela todo mito que se nos quiera imponer por unos medios manipuladores, desbordados que anestesian y desfiguran la realidad, mientras la plutocracia ( no se blasfema, si le suprimimos la L) formada por dinastías familiares, con vocación de mercaderes usufructuan en su beneficio el poder en detrimento de la salud, la educación y el bienestar del pueblo colombiano. Son instrumentos de esta perversa estrategia, los futbolistas convertidos en dioses en calzoncillos, modelos sometidas al fraude del photoshop, los remiendos estéticos y rellenos de silicona y los extravagantes personajes que centran su protagonismo en la propaganda negra, brindando el escándalo necesario para alimentar la patología y la tendencia mórbida del mundo moderno.

Ahora amigos,  me excusan;  debo terminar aquí  mi columna, pues ya va a empezar el partido de la selección Colombia con Bolivia y … no me lo quiero perder.