viernes, 17 de mayo de 2013

La Patria está en venta.


Colombia está en venta y a precio de quema. El territorio nacional y sus valiosos recursos naturales se entregan incondicionalmente a los inversionistas extranjeros, quienes  con patente de corso y ajenos al sentido de pertenencia arrasan con los bosques, contaminan las fuentes de agua y destruyen el legado ancestral con la actitud permisiva y los cantos de sirena de quienes han sido ungidos para proteger la heredad. 

Ante la ausencia de Estado, sólo una población consciente podrá deterner, o al menos atenuar los efectos, del armagedón que se avecina y aunque el poder avasallante del gran capital, blindado con leyes leoninas, intimida y nos sume en el escepticismo, sólo nos queda hacer gala del valor civil para tratar de cambiar el curso de los acontecimientos y para ello el capital social de cada ciudadano comprometido con su patria debe ser  una fuerza transformadora capaz de hacer visible nuestro patrimonio natural y cultural  estableciendo líneas de acción efectivas para protegerlos.




Los bosque nativos, van desapareciendo gracias a lo sestímulos que el estado ofrece a los inversionistas extranjeros y reemplazados por eucaliptos y otras especies en detrimento de las aves que sin semillas y frutos desaparecen de la región. 

La misión no es fácil, pero perfectamente realizable, como se colige del siguiente pasaje: Se encontraba en la playa un solitario naturalista, de aquellos a quien " los pragmáticos" llaman peyorativamente idealistass, pero que no se resignan ni claudican ante la adversidad, devolviendo pacientemente al océano las estrellas de mar, condenadas a morir en las ardientes arenas del litoral; un sarcástico y pesimista tiriasta lo censuró, cuestionando su presunta falta de sentido común, pues por cada estrella que retornaba al mar, el insondable piélago le devolvía centenares del referido equinodermo. Sin embargo, y a pesar de los gestos burlones de los turistas, el defensor de la naturaleza continuó con su misión. Al día siguiente no estaba sólo y vió con satisfacción y esperanza que su ejemplo había concitado la participación de otras personas en la encomiable cruzada y con el tiempo centenares de quijotes se habían sumado a la causa de salvar las estrellas de mar, demostrando que la unión y la convicción hacen la fuerza.


El momocultivo de especies foráneas aumentan y hacen metástasis en toda la zona urbana del municipio, sin que existan proyectos ambientales para proteger la biodiversidad y el paisaje nativo.

Si volvemos la mirada al sector rural y redescubrimos nuestr patrimonio ambiental es posible, aunando voluntades, como los quijotes de nuestra historia, ponerle límites a la ambición de quienes anteponen el interés mercantil al derecho fundamental de dosfrutar un ambiente sano y el respeto por nuestra alucinante diversidad hoy próxima a desaparecer.

     

Mientras el gobierno central estimula la siembra de "bosques comerciales" en detrimento de nuestra biodiversidad, los propietarios de predios rurales con algunos relictos boscosos carecen de apoyo y antes por el contrario son víctimas de las necesidase fiscales del municipio sin propuestas  para atenuar el dramático proceso de la extinción de la flora y faunas nativas. Es necesario hacer un censo de bosques como el de la imágen, último refugio de barranqueros, guatines, cuzumbos, armadillos, chuchas y otras acorraladas especies para protegerlos, estimular la siembra de cinturones biológicos que conecten   pequeños parches boscosos para brindarle a la vida silvestre corredores para su desplazamiento, sin que el hombre, poseido por tánatos, la personificación de la muerte los acose extinga. Cada santarrosano se debe convertir en un valioso aliado en esta causa antes que la ciudad se convierta en el ementerio verde de Colombia. 
         

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