miércoles, 30 de marzo de 2016

Discusiones bizantinas.

Discusiones bizantinas.

“Santanderismo” es la expresión acuñada en Colombia para definir interpretación dogmática de la ley en detrimento de la realidad y el bien jurídico protegido por la norma. No es por eso extraño que muchos litigantes animan a sus defendidos a despojarse de todo pudor con la frase  “dígame las cosas claritas que yo me encargo de enredarlas”. Pero la mentalidad rabulesca propia del mundo del derecho ha invadido todas las esferas de nuestro devenir social y político que se ve atrapado e inmovilizado en “sonados” debates anodinos e intrascendentes, como cuando en Constantinopla discutían con pasión el sexo de los ángeles, mientras los ejércitos invasores escalaban las murallas para anegar en sangre el imperio otomano de occidente.


Quiero referirles una significativa experiencia para refrendar lo expresado:
Asistía a un seminario sobre Cultura y como paso previo a abordar el tema en profundidad se dejó  en consideración del auditorio la definición “clara, concreta y precisa” de la expresión Cultura. Casi todos los participantes al evento hicieron sus aportes a la construcción colectiva del tema suscitando álgidos y candentes polémicas y aunque la discusión agotó el  primer día del certamen, no hubo ningún consenso para enmarcar en una palabra el objeto del seminario y digo casi todos, porque en un rincón del auditorio envuelto en un discreto silencio, permanecía un indígena ataviado con su ancestral indumentaria. Su muda presencia se interpretó como timidez, falta de asertividad o temor para expresar su opinión ante la avalancha de discursos veintejulieros solemnes y engolados de los asistentes. Se dejó como tarea para el día siguiente consultar con la almohada para poder resolver el  interrogante. 

Foto, Internet.


El segundo día tampoco hubo suficiente ilustración y otra vez se caldearon los ánimos pues según algunos las definiciones “eran cojas o no encarnaban con fidelidad la elusiva expresión. De pronto, el representante de la comunidad indígena se incorporó y ante un súbito y expectante silencio expresó: “ El seminario dura tres días, llevamos un día de discusiones vacías e inútiles. Yo quiero decirles que en nuestra lengua no existe la palabra cultura, pues la cultura está inmersa en toda nuestra cotidianidad: el río, la palma, el morichal, el bohío, la maloca, el jaguar, la cascada, la forma de tejer o de pintar, la danza, la risa y el llanto, los alabaos, la selva, los monos, la mariposa  las aves, el sol  la luna y todos los atributos de la madre tierra…”



Mono aullador de Santa Rosa. (fFoto Carlos Enrique Ruiz, publicista, artista y naturalista)



Mono aullador de la reserva Barbas Bremem , atropellado en la vía Pereira Armenia, cuando abandonó su hábitat.Foto periódico Qhubo.

Sin ningún preámbulo el evento pudo por fin empezar no sin cierto azoramiento por parte de los demás participantes. La visión del indígena de la cultura explica el porqué aún a costa de su vida, lucha por su entorno, valores y protección de su hábitat y nuestra indiferencia ante la destrucción del bosque nativo, la flora y la fauna como los monos aulladores, el armadillo, la chucha, el perro de monte, el coatí acorralados por torres de energía, tala de árboles y minería.              

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