miércoles, 2 de mayo de 2018

¿La tierra, un planeta en extinción?






Dos variables, una económica y otra demográfica, entre otras, le imprimen a la humanidad una irreversible tendencia autodestructiva. Ambas crecen desmesuradamente, amenazando destruir los recursos naturales y las reservas alimenticias de  la hermosa y deslumbrante “burbuja azul, suspendida por un rayo de sol” que es nuestro planeta, herido por la irracional explotación de sus recursos, en una bárbara conspiración de quienes consideran que el dinero está por encima de los derechos inalienable de los pueblos. 

La tierra, una hermosa burbuja azul suspendida en un rayo de luz en peligro de extinción. (Foto Internet)



El desbordado auge del capital industrial, estimulado por leoninas garantías otorgadas por los Estados a través de tratados de libre de comercio, en beneficio de poderosas empresas nacionales y multinacionales afectando la soberanía y el bienestar de la población con el sofisma del progreso, acelera la destrucción de mares, ríos y bosques. Esta patente de corso para herir la tierra, ha convertido  a los ríos en cloacas, donde además de los deshechos de nuestra “civilización”, se vierten residuos de venenos y sobredosis de cianuro producto de la explotación  minera; se alteran sus cursos, inundando vastas zonas boscosas sacrificando no sólo la vida y el hábitat de las especies nativas, sino también exiliando y desalojando a quienes por generaciones, derivaban su sustento de nuestras arterias fluviales como ocurrió con las represas del Coquimbo e Ituango. 

Todo este coctel tóxico termina en el mar,  contaminando la vida marina y convirtiéndolo en depósito de basura   superando los límites de la imaginación: en algún lugar del mágico piélago, existe una isla de escoria, plástico y deshechos con una extensión de tres veces el territorio de Francia. Grandes explotaciones comerciales de plantas “exóticas “ como eucaliptos y palma africana reemplazan a aquellas especies nativas, fábricas de agua y hogar de una fauna alucinante que nunca valoramos y poco nos importó; mientras tanto, los gases invernadero producto de la descontrolada actividad industrial propician el cambio climático, alteran la atmósfera y cubren el cielo con una inquietante nube de hollín, generando las múltiples patologías que el sistema se niega a aceptar y tratar si tenemos en cuenta la crisis de la salud el país. 


Laguna de San Juan o Don Matías en Santa Rosa de Cabal. Páramos y bosques , verdaderas fábricas de agua, están amenazados ,


Tal vez, dirán algunos, es una visión catastrófica de un espíritu pesimista y plañidero; pero aplicando las lecciones de la historia, sabemos cómo las empresas, corporaciones y magnates que privilegiaron su riqueza sobre la dignidad humana han dulcificado la realidad con grandes inversiones en relaciones públicas, propaganda y no pocas veces en hábiles y poderosos abogados que defienden la tajada del león. No puedo omitir, al escribir estas reflexiones, a CLAIR  CAMERON  PATTERSON, quien durante más de veinte años denunció los mortales efectos del plomo  como agente cancerígeno y nocivo para la salud humana; elemento usado entonces en tuberías para distribución de agua, aditivo en la gasolina, pinturas y muchos más productos de uso masivo. Las empresas automovilísticas, petroleras y quienes se lucraban del referido metal pesado,  acorralaron a Patterson con persecuciones laborales y demandas judiciales respaldadas por “prestigiosos científicos” a sueldo que desprestigiaban ante la opinión pública al valeroso y honesto geólogo. Su sabiduría y valor civil triunfaron al final, cuando el gobierno de Estados Unidos legisló limitando el uso del plomo, reduciendo sus trágicos efectos en el medio ambiente y la cadena alimenticia. 

Se salvaron miles de vidas, pero la  humanidad poco valoró esta lucha de la ciencia contra el poder económico mundial: Patterson, quien además determinó la edad de la tierra, nunca obtuvo el reconocimiento por sus logros científicos y su nombre está casi excluido de los textos de geología, aunque poco nos sorprende, si consideramos que influyentes representantes del poder político y empresarial del mundo niegan el calentamiento global




Árboles nativos, Alto del Chuzo.... todavía sobrevivirán a la acción depredadora del ser hmano?






Clair Cameron Patterson, valioso científico que determinó la edad de la tierra y durante más de veinte años, denunció los letales efectos sobre la salud humana del plomo usado como aditivo en la gasolina .


La variable demográfica expuesta también como causa eficiente para la agonía de la tierra es un hecho notorio, pues mientras la población y el capital industrial tienden a crecer sin límites, nuestro mundo es finito y sobreexplotado y si el hombre, como El Quijote, no recupera la razón antes de morirse, no está muy lejano el fin de nuestra civilización. ¿Soluciones? Existen, mientras haya conciencia y voluntad política; por lo pronto, clamamos por reivindicar el aire, los bosques, el agua, el suelo, como patrimonio de los pueblos y no como botín pirata de quienes son tan pobres, tan pobres, que no tienen sino dinero.           

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