viernes, 13 de octubre de 2017

Institución Educ. Francisco José de Caldas.

                                                                                 

Santa Rosa de Cabal, como todos los pueblos nacidos en el seno de la Colonización Antioqueña, surgió y se consolidó con base en  el trabajo comunitario. Una vez asignados los predios urbanos y rurales a los fundadores de Cabal, primer nombre de nuestra ciudad, los habitantes inspirados en el lema “Dios y Patria” procedieron a construir con sus propias manos el patrimonio público: templo, escuela, cementerio, casa consistorial y caminos empezando a moldear un pueblo donde la educación constituía factor primordial y para garantizar con rentas propias la formación de los niños, 77 santarrosanos  construyeron en 1852 un puente sobre el río Otún, “de madera fina labrada” protegida con un techo de paja. Los viajeros y comerciantes debían pagar un peaje por usarlo y fue así como se dejó la semilla para que en la ciudad germinara con fuerza años después lo que sería una de sus mayores fortalezas: la educación.


La población de Santa Rosa, inspirada en el trabajo colectivo propio de los primeros años de la ciudad, inició con entusiasmo los banqueos y excavaciones para efectuar los cimientos del establecimiento educativo.


Luego se organizaron las "marchas" . del ladrillo, del cemento , como años antes se convocaba a la marcha del huevo, para financiar alguna obra pública o de beneficencia.


En 1944 Santa Rosa celebraba con entusiasmo los cien años de su fundación y en la referida conmemoración, se entregaron obras como la carretera a Termales  abriendo así las puertas al turismo, se inauguró la plazuela del Rosario y la estatua del fundador Fermín López, financiada con los aportes de los santarrosanos residentes fuera del solar nativo; la fachada del Colegio de Jesús y muchas obras más. Sin embargo, a pesar de las obras realizadas orientadas a mejorar la calidad de vida de los habitantes, preocupaba a la población la suerte de los numerosos jóvenes de escasos recursos que culminaban la educación primaria y estaban resignados a suspender sus estudios, pues no había un colegio oficial donde en forma gratuita, pudieran continuar su formación académica. Y  por esta época, en plena efervescencia por la celebración del centenario,  un grupo de personas integrado por los educadores don Antonio Valencia, Roberto Molina, el ciudadano Rogelio Ramírez, el diputado  Carlos Arbeláez  y el doctor Gonzalo Tobón Martínez, entre otros, acordaron promover entre las fuerzas vivas de la ciudad, la creación del colegio oficial; rápidamente se consolidó la propuesta gracias al respaldo incondicional de todos los habitantes, traducido no solamente en apoyo moral, pues  los  aportes económicos obtenidos en múltiples actividades cívicas impulsaron la idea.” Hechos, no palabras, parecía ser la consigna de entonces”. Después cuando el concejo municipal aportó los terrenos y los planos de futura sede educativa fueron aprobados por parte del Ministerio del ramo,  la población sin distinciones de ninguna clase abocó las excavaciones y banqueos para materializar la obra,


El segundo año, se inició en las incipientes instalaciones del colegio, cuya construcción seguía  a medida que los estudiantes iban avanzando en su educación.


 
La sede educativa iba tomando forma, sin prisa, pero sin pausa.

Luego, la herencia comunitaria inherente al trabajo colectivo legado de los fundadores, afloró con inusitado entusiasmo a través de  una actividad que constituyó  un rasgo característico de la ciudad desde los albores de su nacimiento: las marchas. Y así se organizaron la marcha del ladrillo, del cemento, de la arena  como años atrás se convocaba a la marcha del huevo, para financiar obras públicas o sociales; los huevos se vendían en las ciudades vecinas  y de allí surgió el apelativo de “hueveros”, expresión inicialmente peyorativa y hasta ofensiva, pero con el tiempo se dulcificó porque en el fondo era un trasunto del espíritu cívico de los habitantes de la ciudad y en vez de rabia, producía orgullo.


Ya en 1951, después de la aprobación de los cuatro primeros años de bachillerato, estaba terminado el tercer piso, y empezar la adecuación de las instalaciones para los dos últimos años, laboratorios y las demás exigencias para el reto de lograr la aprobación de todo el bachillerato y la preparatoria.


La creación del colegio tenía ya una dinámica propia y aunque era un reto superior a las posibilidades económicas del municipio, se asumió con fe y esperanza: el Concejo Municipal expidió el acuerdo 71 del 27 de diciembre de 1946 por el cual se disponía el funcionamiento oficial del Colegio de  Segunda enseñanza; creaba los cargos de Rector, Vicerrector y secretario Profesor  asumidos por el licenciado Juan Manuel Marulanda, don Antonio Pizarro y Camilo García respectivamente. Mientras se terminaba la planta física en construcción el establecimiento inició labores el 1º de febrero de 1947, en una casa alquilada, adaptada para tales efectos y el personal docente se complementó con otros profesores, como don Roberto Molina y el comandante de policía, quien enseñaba educación física, presumiblemente sin cobrar emolumento alguno como lo hicieron algunos preceptores en los comienzos del plantel. En noviembre, se da al servicio una parte del edificio en construcción; ya había culminado el primer año de labores y la ceremonia solemne y emotiva de inauguración la presidió el director de Educación de Caldas.

Magistral imagen de un Bolívar agobiado, vencido por la "ingratitud" que lo llevó a la tumba , según Manuelita, Obra de don Neftalí García, profesor del colegio en sus primeros años y que fue un referente en nuestro paso por el plantel.


Don Luis Sanabria, Profresor Oswaldo Martínez, y Rut Henao? y la imagen de Bolívar de don Neftalí García.


Las cometas se elevan en contra del viento.
El camino iniciado se vislumbraba incierto, lleno de escollos: el horizonte de la patria se cubría de oscuros nubarrones, pues el enfrentamiento gobierno y oposición arreciaba dificultando el ansiado proyecto educativo y los costos de funcionamiento y construcción de la sede aumentaban.


En este contexto, se inicia en 1948, el segundo año lectivo, en incipientes aulas  donde le frío y los chubascos azotaban la humanidad de los estudiantes, pues de las ventanas apenas sí existían los marcos y la obra en general estaba en obra negra.  El objetivo de directivos, autoridades y padres de familia era obtener la nacionalización del colegio y así lograr que los gastos de funcionamiento y terminación del edificio estuvieran a cargo del ente nacional; por eso, en febrero visita el establecimiento el Ministro de Educación para acordar los pasos a seguir en el proceso de nacionalización. En los primeros meses del referido año, como previendo la tormenta que se desataría en el país, se obtuvieron trascendentales logros: se asigna el nombre de Francisco José de Caldas al colegio, sabio a quien el departamento de Caldas, entidad territorial a la cual pertenecía Santa Rosa en ese entonces, también le rendía homenaje; la onerosa carga económica comienza a atenuarse cuando el licenciado Marulanda es nombrado Inspector Nacional con funciones de Rector del colegio y el departamento se hace cargo de los emolumentos de los profesores Roberto Molina, Cristóbal Cardona y don José Nabor Montoya de quien admiré sus admirables recursos pedagógicos en la enseñanza de la geografía universal.


Por esa misma época, empieza a perfilarse la biblioteca, cuyos textos moldearon decisivamente el espíritu del estudiante Caldista, con ejemplares donados por la población en las ya tradicionales marchas del libro; los referidos textos  irían en el futuro a enriquecer el recordado recinto con colecciones como El Tesoro de la Juventud, Clásicos Castellanos, hasta llegar a la legendaria Enciclopedia Espasa que aún reposa en los estantes de la hoy Institución Francisco José de Caldas y aunque en la era de la digitalización,  es una pieza de museo, fulge como  un testimonio histórico de la magna gesta  educativa.


Y en abril estalla la tormenta. El líder Jorge Eliécer Gaitán, quien encarnaba la esperanza popular fue asesinado. Bogotá y parte del país, siente la ira e intenso dolor del pueblo, asaeteado por la rabia y la frustración. En 1949  el proyecto de nacionalización, después de ser aprobado por la Cámara de Representantes a instancias del representante santarrosano, doctor Guillermo Mejía Ángel, quedó sin ser aprobado por el Senado de la República debido a las tensa situación nacional, frustrando momentáneamente la visión inicial de la comunidad educativa.


Obra del profesor Eliécer Erazo, hecha en 1959, en la rectoría de don Julio César Feulliet, que la fraternidad Caldista nunca olvida.


El sabio Caldas, pintura restaurada para conmemorar los setenta años de la Institución Francisco José de Caldas.


El acero se forja a golpes. Pero, no había lugar a hacer duelo alguno; el acero se templa a golpes y era necesario, redoblar esfuerzos para recibir a la severa comisión nacional de inspectores quienes irían a evaluar la marcha institucional para  aprobar o no los cuatro primeros años. Tensión, actividad, suspenso y frenéticos  esfuerzos para obtener las exigencias académicas requeridas entonces y sortear con éxito la trascendental prueba. La comisión de evaluadores se presentó en el mes de septiembre de 1950. Una vez cumplida su misión se marchó… sin insinuar, ni vislumbrar resultado alguno. Pasó el tiempo, la expectativa apenas si permitía seguir con las labores académicas; hasta que la ansiada comunicación del ministerio se recibió el 2 de noviembre: El prestigioso intelectual Antonio Álvarez Restrepo Ministro de Educación de entonces, anunciaba la aprobación de estudios hasta el cuarto año, incluyendo la preparatoria… Y la emoción acumulada y contenida durante meses afloró con efusión volcánica: alborozo, ambiente festivo,  desfiles e integración de todos los estamentos de la ciudad, celebrando el cumplimiento de una de las metas propuestas en el proyecto educativo del municipio.


El alma juglaresca propia de la época afloró con los versos compuestos por el profesor Luis Perea, celebrando el logro entonados por la población estudiantil con los acordes de la canción, emblema del Méjico grande y querido  “Cielito Lindo” y cuyos ecos se escucharon por todos los lares de la población compendiando  los anhelos de esta encomiable gesta educativa el texto de la tonada, la inserta el entonces estudiante, Joel  López Duque en los anales del colegio 1947 – 1962 :

“Ese ministro amable, cielito lindo de educación/ ha impartido al colegio, cielito lindo, su aprobación”

Y el coro decía: Ay, ay, ay canta y no llores, porque cantando se alegran cielito lindo los corazones”

El pueblo de alegría, cielito lindo, ya se rebosa/ porque crece en cultura, cielito lindo en Santa Rosa.

Las callejas se tildan, cielito lindo, de sumo gozo/ con la magna noticia, de aqueste fasto tan portentoso.

Pronto nuestro colegio, cielito lindo, tendrá el buen trato/ de dar a sus muchachos cielito lindo, bachillerato.

Todos los estudiantes, cielito lindo, con todo amaño/ pueden pasar sin trabas, cielito lindo, de su cuarto año.

Quedan faltando ahora, cielito lindo, que en noble gesto/ nos aprueben prontico, cielito lindo, el quinto y sexto.

Y llenaremos pronto, cielito lindo, nuestros quereres/ expidiendo diplomas, cielito lindo, de bachilleres.

Pero, falta otro punto, cielito lindo, fundamental/ que nos terminen pronto, cielito lindo nuestro local.”.


Profesores del colegio, década del sesenta: Gerardo Guzmán, Rodrigo Robledo, Ignacio Rengifo, Jesús María Arias,  profesor Gallego?,Jesús María Valencia,, José J. Henao, Oswaldo Martínez, Nabor Montoya, profesor Forero, don Victor Rodíguez Parrado, (secretario), Ancízar Gonzáles, profesor Arango y Jorge Orozco.




La bandera de la institución se diseñó en 1954,durante la rectoría del padre Arturo Mejía.


Costado sur oriental del colegio, después tuvo un hermoso jardín engalanado con pérgolas y veraneras.


El padre Arturo Mejía?, bueno... es una imagen para identificar.


Misión cumplida.


En 1951, con la decisiva colaboración del alcalde de entonces, don César Botero, el colegio es departamentalizado; es decir, su funcionamiento pasa a ser costeado por el departamento de Caldas. Las autoridades del municipio, las directivas y cuerpo docente, estudiantes y padres de familia habían cumplido parte de misión, de garantizar la vigencia del establecimiento con una financiación garantizada y no dependiendo sólo de las exhaustas arcas municipales, de algún precario aporte estatal o de las “Kermesses”, “cantarillas”, cines o semanas pro colegio oficial.

 Ya nada detendría el proyecto educativo y aunque los años quinto y sexto, demandarían más gastos, pues aparte de la terminación del tercer piso, (ocupado el 23 de julio de 1951 por uno de los grupos primero), se requerirían nuevos laboratorios de física y química y la dotación de la banda de guerra; la nave surcaba ya fluida y rauda por aguas tranquilas que la llevaría a buen puerto en 1952, cuando el Senado de la República, aprueba definitivamente el proyecto, que había quedado “congelado”, nacionalizando el colegio, quedando el gobierno central comprometido a aportar anualmente $35.000ºº , el departamento $25.000ºº y el municipio $6.000ºº .

 “El moño” que cerraba este trascendental ciclo llegó con la aprobación, al finalizar el año de 1952 los estudios del colegio hasta sexto de bachillerato y la graduación en noviembre de la primera promoción de bachilleres.


Desde entonces, mucha agua ha pasado bajo el puente del río San Eugenio. Aguas calmas, y aguas procelosas como el terremoto que arrasó lo  que tanto esfuerzo costó a los santarrosanos, pero  como el ave fénix, resurgió con el mismo brío de antaño, desde sus escombros, desde sus cenizas y hoy  conmemora airoso sus flamantes setenta años, celebrados con emoción, sentido de pertenencia y entusiasmo por cientos de alumnos y exalumnos, conscientes de pertenecer orgullosos a la Hermandad Caldista. 

El colegio, resurge de sus cenizas...



Y como el ave Fénix, reemprende el vuelo, en pos de la misión que la adversidad nunca truncó. 



El alma de una Institución. Las instituciones, como los seres humanos tienen un alma, un espíritu, un élam, una huella digital, una personalidad. Y la personalidad de la Institución Francisco José de Caldas, cuyos genes heredaron todos sus estudiantes, se gestó en sus albores bajo la influencia de sus directivas y docentes cuando ya en 1948, empiezan a darle forma a la biblioteca, ese paraíso de Jorge Luis Borges quien  concebía el cielo como un “gran espacio lleno de libros”, donde nos conectamos, bajo el severo rótulo de “Silencio”, que a pesar de la idea dominante hoy, a nadie hizo daño, con los mejores exponentes del pensamiento universal y penetramos a otras dimensiones espirituales; El Centro Literario, modelo de disciplina académica ya desde 1950 nos invitaba a enfrentar al “monstruo de las mil cabezas”, a perderle el miedo al público y sin imposiciones  permitía el libre albedrío para escoger el tema con el cual íbamos a desafiar la crítica acerba y no siempre justa de nuestros compañeros: canciones, sainetes, declamación, exposiciones, etc.; la banda de guerra, marcial, imponente, vistosa surgida después de 1951; sus símbolos, himno y bandera gestados en 1954, bajo la administración del padre Arturo Mejía, polémico, político apasionado, fervoroso seguidor del ideario del presidente de entonces, Gustavo Rojas Pinilla, el padre Mejía, con su fructífero emprendimiento impulsó el deporte terminando los campos deportivos iniciando una época brillante donde el colegio asumió el liderazgo en la actividad del músculo durante muchos años,  siguiendo la premisa de “mente sana en cuerpo sano”; el significativo escudo  del plantel, diseñado en 1959 en la administración de don Julio César Feuillet, quien en compañía de Víctor Rodríguez dejó también otras obras que de una u otra forma, permanecen en el imaginario de muchas generaciones como el gigantesco, o al menos así lo recuerdo, mapa de Colombia hecho en alto relieve con cemento en uno de los patios del colegio con sus cordilleras, ríos , vertientes, ciudades, accidentes geográficos  y en particular el rigor académico de un modelo académico que con sus errores y defectos, convertía el estudio en el centro de la vida del alumno; todo estaba subordinado a las disciplinas académicas,  pasando  a segundo plano los noviazgos, fiestas y el deporte como quedaba evidenciado en la época de exámenes finales, cuando se concentraban en las noches cientos de estudiantes, recorriendo en oleadas la plaza de Bolívar “repasando”, discutiendo y analizando en grupo los temas de evaluación bajo una atmósfera cultural imposible de imaginar en la realidad actual. Era el rasgo distintivo que le otorgó a Santa Rosa el reconocimiento de ser una Ciudad Cultural y Educativa de primer orden, claro está con la participación de los demás establecimientos docentes, exponentes de todas las modalidades académicas de entonces, título que hoy,  bajo los nuevos contextos  pedagógicos y sociales sigue en vigencia.

Revista gimnástica en el colegio Labouré.



Banda de Guerra iniciada en 1951.





El deporte fue casi una religión impulsada en diferente épocas por entusiastas educadores bajo el lema : ·mente sana , en cuerpo sano"


Selección de fútbol, bajo la dirección del recordado profesor Orozco. Entre otros, nuestros recordados amigos, Arturo Valencia, yAdán Acevedo,  Carlos Guarín, porteros; Chucho Rincón, por ahí ando yo también e intentaremos identificar el resto de los jugadores.




desfilando al frente de la Casa Consistorial.


La semilla  dejada por los fundadores en 1852, con la construcción del puente sobre el río Otún para financiar la escuela de entonces, había germinado y se convirtió en un frondoso árbol  esparciendo su aura vivificante sobre la población,

1972, Bodas de plata del colegio. Se condecoró con la "Medalla Caldense" al doctor Guillermo Mejía Ángel, en su momento el Representante a la Cámara quien presentó el proyecto de ley ante el congreso de la república para nacionalizar al colegio. Aparece el doctor Luis Eduardo Castro Montes, Gonzalo Tobón, doctor Guillermo Mejía Ángel, don Roberto Molina, uno de los primeros profesores del plantel, don Gerado Guzmán y el historiador y profesor del colegio don Enrique Valaencia R.


Bodas de Plata.







Profesores de la Institución.



1997, Arango, Jairo Serna, el profesor Jorge Orozco, Jaime Fernández B., Marco Nel, y don Benjamín Duque.


1997, el autor del presente artículo en el encuentro de egresados.

Año 2017.El autor del presente texto, ante los estudiantes de la Institución Francisco José de Caldas, exponiendo ante el alumnado la reseña histórica del plantel.


La gesta que culminó con la construcción de la Institución Educativa Francisco José de Caldas, nació, siguiendo la tradición de los fundadores, de la entraña misma de la población que veía como su juventud estaba al margen de la influencia del fuego sagrado del saber y todos a una, como en Fuenteovejuna, se unieron para materializar un sueño y lograr después con el valioso aporte de múltiples agentes públicos y privados,  erigir un plantel que durante setenta años ha  cumplido un rol estelar en la formación académica de la juventud de Santa Rosa y Colombia. Así  se reconoció en el concurrido, emotivo y significativo encuentro de egresados efectuado el viernes 6 de octubre, organizado por el grupo de docentes , directivos y otros activos colaboradores del plantel bajo la dirección y el liderazgo de la licenciada Nancy Osorio Quintero quien desde el año 2011,  además de preservar el legado recibido de sus antecesores, implementa puntuales directrices para lograr una educación basada en valores  formando jóvenes competentes, enamorados y convencidos del poder del estudio para cambiar y transformar positivamente la sociedad y ser actores de un nuevo orden.

Año 2017, en la conmemoración de los setenta años del colegio, la delegación de los egresados de la promoción 1978, hacen entrega de la placa que hará parte del "muro de la gratitud". Hernán López, Álvaro Henao y Elkin Saldarriaga.


Viernes , 6 de octubre de 2017, emotivo encuentro de egresados de la Institución Educativa Francisco José de Caldas.



Jaime Fernández Botero, de la promoción de bachilleres de 1970, autor de la presente reseña histórica del colegio.





Promoción 1986.


Bibliografía: Historia de Santa Rosa de Cabal, del historiador, líder cívico  y profesor del colegio, Don Enrique Valencia, R.
Síntesis historial del Colegio Nacional Francisco José de Caldas, publicado por el entonces alumno de sexto año Joel López Duque en los Anales del Colegio 1947 – 1962.
La Civilización Cafetera, de Jaime Fernández Botero, publicada en Alemania por la Editorial Académica Española.

    








    

No hay comentarios:

Publicar un comentario