lunes, 2 de julio de 2018

La cara oscura del "progreso".



 

No se ha borrado de nuestra memoria una imagen surrealista que nos impactó cuando cientos de monos desesperados y acosados por el hambre y la confusión  invadieron un pueblo de Caldas, ingresando a las cocinas e intimidades de las casas buscando alimento y refugio; como en Colombia la realidad es más increíble que la ficción, la escena nos recordó el film de Spielberg GRENLINS. Al principio como en el caso de la película, produjo hilaridad, risa y gracia la toma de la población por parte de  los primates  hurgando entre las ollas, esgrimiendo cacerolas y molinillos y todo tipo de utensilios domésticos. Sin embargo, el incidente estaba muy lejos de ser una manifestación espontánea por parte de nuestros  “primos cercanos” y mucho menos susceptible de ser mirada con frivolidad y sorna: el hecho era un síndrome del lado oscuro del “progreso”, pues la construcción de una represa en inmediaciones de la ciudad había desplazado la fauna nativa  con intimidantes explosiones, movimientos de tierra, tala del hábitat animal y por último la inundación, después de desviar el río, de  una extensa fracción del territorio, otrora santuario de las especies originarias.
  
 
 
Mono aullador en territorio de Santa Rosa. Esta maravillosa especie sobrevivió a los indios Quimbayas, primitivos habitantes de esta región; a los colonizadores antioqueños, a los funestos clubs de caza y pesca que antes fueron tan populares y hoy que se tiene Ministerio de Medio Ambiente y Corporaciones ambientales ¿ sobrevivirán a las multinacionales que amenazan su hábitat , la ampliación de la frontera agrícola y ganadera y a nuestra omisión como sociedad civil? ( foto Carlos E. Ruiz)
 
 “Es el costo de moldear un país moderno  en vías de desarrollo”, dicen los empresarios e instituciones gubernamentales y para dulcificar los posibles efectos negativos en la opinión pública profusamente difunden en los medios de comunicación a través de pautas publicitarias muy bien pagadas  idílicas imágenes de brigadas de “rescatistas” salvando algunas especies, sin que en la mayoría de los casos logren  mitigar la herida profunda que se le hace a la tierra y a la fauna nativa. Este inquietante modelo se ha repetido en la construcción de las grandes represas del país, como la del Quimbo en el río Magdalena, generando profundos impactos ambientales y sociales producidos por la tala  de cientos de árboles y otros tantos que en pie fueron cubiertos por las aguas enrareciendo el precioso elemento como producto de su descomposición,  afectando también a los  peces, fuente de subsistencia de los pescadores, quienes además en muchos casos fueron obligados a abandonar las riberas del río, su querencia desde tiempos inmemoriales.

 
Jane Gooddall, llamada La Novia de los Primates, por su valiente lucha por proteger a esta especie de la destrucción de sus bosques nativos por parte de multinacionales con la complicidad o la omisión de los gobiernos y autoridades locales, Su mensaje, aunque pocos lo pusieron en práctica, cuando estuvo en Colombia fue: " nos hemos olvidado que hacemos parte de la naturaleza . El mundo moderno vive una realidad virtual, atravesada por la tecnología y los videojuegos, en la que es difícil que los humanos identifiquen la relación de bienestar que hay entre nosotros  y los insectos o mamíferos que nos rodean. Los humanos nos hemos aislado. Siempre quise venir a Colombia. Antes era imposible porque nos decían que era un lugar peligroso ; ahora me alegro de estar aquí. Sé que este país tiene muchos debates por dar. Colombia no es la única nación del continente que está vendiendo sus recursos a grandes multinacionales que terminarán destruyendo a cientos de hectáreas de tierra. El dinero los ha vuelto locos. Lamento decirles a nuestros jóvenes que no pudimos hacer casi nada para detenerlos. Son ellos los que ahora tendrán que luchar"  ( El Espectador, 1º de noviembre de 2013)   
 
 
Poco o nada pueden hacer las comunidades cuando su territorio es objeto de los referidos proyectos, ordenados desde el gobierno central  o  diseñados a veces por multinacionales blindadas con privilegios leoninos concedidos por la ley que obran como un ejército de ocupación,  tipificando un nuevo colonialismo , mientras en las facultades de derecho y las altas esferas del Estado se habla de SOBERANÍA cuya acepción emocionados definíamos como el “ poder,  después de Dios, de ejercer nuestro propio destino”. En nuestra región,  esta abrumante dinámica amenaza  el santuario de Barbas Bremmen, hábitat de especies como los monos aulladores cuyas vidas respetaron los Quimbayas inicialmente y siglos después  los colonizadores antioqueños; pero irónicamente,  hoy, cuando tenemos Ministerio y autoridades ambientales se ven amenazados  por el trazado de una servidumbre eléctrica que fragmentará su territorio ancestral y  expuestos a las poderosas  efectos de la energía electromagnética corren el riesgo de desaparecer, como la gripa traída por los españoles contribuyó a extinguir a nuestros indígenas .

 La represa de Ituango  es una dramática radiografía del abuso y la improvisación con la naturaleza y lejos de aplicar una licencia poética, la tierra está viva, palpita, se estremece en estertores agónicos  cuando herida  con saña  por el megaproyecto sus fluidos, como la sangre del  toro asaeteado en la fiesta bárbara, sale a borbotones amenazando a los ribereños desde el referido embalse hasta los pueblos de la depresión momposina ignorados olímpicamente.  Tendremos que volver al candil, las velas o el candelabro? ¡no¡ ; debemos sí, dirigir la mirada a otras fuentes de energía  como la solar o por lo menos, no caminar arrogantemente al filo de la navaja desafiando las leyes naturales y sobre todo, si queremos llamarnos NACIÓN, es necesario consultar a las comunidades de la zona de influencia de las obras , no como una dádiva formal, sino como un derecho inalienable. A la naturaleza sólo se le puede dominar obedeciéndole.   

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