sábado, 2 de enero de 2016

El aura mágica de nuestros bosques.

El drago, una verdadera panacea de nuestros campos. Nótese su tallo sin corteza. En alguna época el campesino plasmaba  la mano de un niño enfermo en su tallo, extractaban un pedazo de corteza con la forma de la extremidad. y medida que el infante se iba recuperando con  la pócima  tradicional hecha con los ingredientes activos del árbol, la corteza del drago  extractada también se restablecía  gradualmente. Mito o realidad?

A medio camino entre la tradicional Y de las “jaleas” y el ramal que se desprende de la carretera a Termales de San Vicente, en dirección al corregimiento de Guacas, hay un árbol que como todas las maravillosas manifestaciones de nuestra zona rural, permanece invisible a los ojos de los transeúntes. No luce sus galas y colores de antaño y es evidente su deterioro; su tallo luce desnudo pues buena parte de su corteza ha sido cercenada dejando a la vista un lacerado tronco. Una rápida lectura de la referida imagen nos permite inferir la causa de sus “heridas”: el árbol es un drago, considerado por los botánicos una verdadera panacea y fuente de curación para muchas enfermedades; además de sus propiedades terapéuticas, su embargo, la globalización y la indiferencia del Estado hacia los efectos colaterales tinta tenía para las comunidades indígenas un valor trascendental en los rituales mágicos que los conectaba con las fuerzas de la naturaleza y la espiritualidad. Su mutilación, aparte de ser un acto de sacrificio en beneficio del ser humano, como todo en la naturaleza, revela que de la memoria colectiva aún no han desaparecido del todo, el conocimiento ancestral heredado por nuestros abuelos. Sin sobre el patrimonio ambiental, cuando se otorgan desde la capital las licencias para las servidumbres minero energéticas y los proyectos forestales borrarán en poco tiempo todo rastro de la mágica dinámica de nuestros bosques, el caleidoscopio de colores y trinos de nuestras aves y la dimensión restauradora de las plantas nativas.


El mono aullador de Santa Rosa, sobrevivió a los indígenas Quimbayas y ciento setenta y un años de "civilización"; hoy se encuentra acorralado por que su hábitat desaparece. Es necesario que la población y las autoridades establezcan un plan de salvamento de lo contrario la globalización y nuestra indiferencia terminarán por borrar su memoria de nuestro municipio. (Foto  Carlos Enrique Ruiz)

Todo está predispuesto para que los designios de los imperios comerciales del país y del mundo con base en capitales golondrinas, conviertan la patria en un erial yermo y gris: el hombre moderno indolente y egoísta le ha dado la espalda a la naturaleza, y cuando se desconocen sus normas, el ser humano rompe con la piedra angular de su existencia: si es creyente, rompe con Dios; si no lo es, se desliga de sus afectos eternos, su familia o con todo aquello que en alguna época le dio significado a su vida. Esto explica el caos; el Armagedón que vivimos ha convertido a la patria en un vómito de borracho, donde sólo los microbios se mueven con propiedad y sientan sus reales en las altas esferas del poder.

Sin embargo, desde las regiones, desde los municipios es posible resistir y mitigar los efectos del modelo económico impuesto y aunque de la memoria colectiva se han borrado las raíces, debemos, como la persona que ha perdido la memoria, empezar de cero, identificando y valorando desde las formas de vida más elementales de nuestro entorno, hasta las más fastuosas; desde las aves con menos “glamur” como el gallinazo o el garrapatero, hasta los soberbios barranqueros o carriquíes; desde las humildes plantas, plenas de propiedades curativas, satanizadas con el peyorativo calificativo de rastrojos o malezas, hasta los imponentes lembos, madroños o carboneros hoy, exóticos en nuestros campos;  desde el jurásico armadillo calificado infamantemente como “gurre”, hasta nuestro mono aullador rojo, acorralado y a merced de las “fauces del progreso y la creación de riqueza”. Si hacemos omiso de la referida receta, no podremos mirar de frente a las nuevas generaciones.


La defensa de nuestro patrimonio ambiental y cultural no es cosa de románticos y poetas; es cosa de pragmáticos.  

3 comentarios:

  1. NO ME CANSO DE VISITAR SU BLOG ME ENCANTA felicitaciones por las reseñas y las fotos, las de la sierra son de la finca de mi padre humberto
    sierra

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  2. NO ME CANSO DE VISITAR SU BLOG ME ENCANTA felicitaciones por las reseñas y las fotos, las de la sierra son de la finca de mi padre humberto
    sierra

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  3. Gracias César Augusto. Aprecio mucho a don Humberto a don Diego y en general a toda la gesta de la familia Sierra.

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